El analista político Aníbal Saucedo recordó cómo fueron las elecciones internas partidarias de la Asociación Nacional Republicana (ANR) el 27 de diciembre de 1992, a 29 años de lo sucedido. El analista refirió que estos hechos, a pesar de que conllevaron una página oscura del proceso democrático, sirvieron para reforzar y optimizar los controles electorales, que en aquella época eran casi nulos.
En estas internas pugnaban por ser el candidato a las elecciones generales del 1993 Juan Carlos Wasmosy y Luis María Argaña, quien lideraba las encuestas y los conteos iniciales de la votación, pero que finalmente dieron como ganador a Wasmosy, luego de un proceso marcado por denuncias de fraudes, los cuales explica el analista político en una entrevista para el programa “Tempranísimo” del canal GEN.
“Aquellas elecciones del 27 de diciembre tenían varios factores, era una lucha de hegemonía con intereses diferentes, por un lado el general (Andrés) Rodríguez herido, porque el movimiento tradicionalista autónomo, que es la base de la reconciliación colorada, había bloqueado con la constituyente cualquier posibilidad de su continuidad en el poder”, dijo inicialmente Saucedo.
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Argaña favorito
El analista explicó que en ese escenario los militares, liderados por Lino César Oviedo, querían seguir tutelando la democracia. Los contratistas privilegiados por el Estado estaban atemorizados por el discurso de Argaña y un sector de la Asociación Nacional Republicana se había vuelto incondicional al general que había liderado el golpe de Estado el 2 y 3 de febrero del 89.
Mientras tanto, por el otro lado estaba Luis María Argaña, el líder del movimiento Reconciliación Colorada, que probablemente iba a desmantelar esas Fuerzas Armadas generadas por el estronismo. Agregó que Argaña también se había declarado enemigo de la patria contratista y era un profundo conocedor de la ideología del partido.
“Había revivido el concepto de la justicia social, empezó a atemorizar a muchos conservadores, no inventó el concepto, pero una cosa es manejar el concepto de la justicia social con una persona que tenía posibilidades reales de llegar al poder y de ponerla en práctica”, sentenció.
Sostuvo además que en ese contexto se realizaron las elecciones del 27 de diciembre de 1992, con un sistema de control electoral muy precario y rudimentario. Se tenía la novedad de las bocas de urna, que mayoritariamente daban como ganador a la dupla Luis María Argaña y Juan Bautista Ibáñez, por un porcentaje de casi 5% por encima de la chapa conformada por Wasmosy-Seifart.
Tribunal acéfalo
El analista recordó además que el conteo del Tribunal Independiente, hoy día Tribunal Electoral Partidario, de manera parcial le estaba dando el triunfo a Argaña, hasta que se ordenó la suspensión del conteo. El presidente del Tribunal Electoral abandona el cargo y empiezan las recusaciones a los miembros, quienes finalmente renuncian y se genera un tribunal acéfalo.
El movimiento oficialista llamó a una conferencia de prensa anunciando que, según datos extraoficiales, ellos estaban ganando. Posteriormente, solicitó la suspensión del recuento, la anulación de las elecciones por fraude y la realización de unas nuevas elecciones.
“Al quedar el tribunal acéfalo se producen las alteraciones de las actas, algunos dicen que fueron adulteradas dentro de la propia Junta de Gobierno, que los falsificadores entraban por una puertita del diario Patria que daba al patio de la Junta de Gobierno. Otros dicen que por ese mismo conducto las actas fueron llevadas a la Caballería, donde fueron adulteradas. Oviedo dijo, en una de sus memorias, que las actas estaban en una bóveda en el Banco Central”, recordó.
Con el desenlace de estos hechos, se llama a una convención partidaria y el 2 de marzo del 93 se integra un nuevo Tribunal Electoral presidido por Carlos Raúl Noguera. Dos días después se declara ganadora a la fórmula Wasmosy-Seifart.
Nota negra
Saucedo refirió que “hoy la gente mira ya con indiferencia ese momento de mucha tensión, es como que perdemos la perspectiva de los hechos del pasado, pero definitivamente fue una nota negra, con un final trágico, dentro del proceso de transición de la democracia”.
Agregó que los episodios de marzo del 93 empezaron el 27 de diciembre del 92. “El hecho del marzo del 99 tiene como hilo conductor al doctor Luis María Argaña, víctima recurrente de todo ese periodo en un estado oscuro de nuestra política”, reflexionó.
Sin embargo, indicó que también hay que ver las consecuencias positivas posteriores, que fueron el punto de partida para perfeccionar nuestro sistema de control y salvaguardar la voluntad popular, hoy es muy difícil hacer fraude con todos los mecanismos de control existentes.