De acuerdo al boletín trimestral del Empleo, que presenta los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC 2021) que es elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, solo entre el segundo trimestre al tercer trimestre de este año (2021) se registró un incremento de 56.623 nuevos funcionarios.
En comunicación con La Nación, el director de la Oficina de Empleo de la ANR, Enrique López Arce, señaló que esta situación está preocupando, porque no se están observando masivos concursos públicos de oposición en el sector público, lo que significa que la mayoría de estos contratos se han dado por vía de la excepción. Más aún teniendo cuenta que este 2021 ha sido un año electoral y además se está en puertas de otro año electoral con las generales en el 2023.
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El especialista basó su análisis en el boletín trimestral del Empleo, en el cual se muestra un paralelismo entre lo que fue el tercer trimestre del 2020, donde se tenía un total de 350.519 funcionarios. Mientras que comenzando el primer trimestre del 2021 hubo una pequeña reducción de funcionarios que bajó a 324.438. Luego en el segundo trimestre, continuó bajando llegando a 324.229 funcionarios. Pero señaló que llamativamente, al llegar el tercer trimestre, se observa un importante incremento con 380.852 funcionarios.
“Solamente entre el segundo y el tercer trimestre se observa una diferencia de 56.623 nuevos funcionarios, probablemente no sea funcionarios permanentes, sino que sean contratados públicos. Eso nos preocupa por el riesgo en una época preelectoral con muchas excepciones. Porque todo está coincidiendo que se dio el aumento en medio de las elecciones municipales y que, además, el oficialismo ya arrancó con la campaña preelectoral con la postulación del vicepresidente, Hugo Velázquez”, comentó.
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Asimismo, remarcó que la preocupación pasa también por el hecho de que la mayoría de estos contratos que se dan tanto a nivel del Gobierno central así como los gobiernos a nivel departamental y municipal. Además, mencionó que toda la gente que ingresó durante el gobierno de Mario Abdo supuestamente lo hizo bajo concurso, pero en realidad la mayoría tiene contratos por vía de la excepción.
Igualmente, señaló su preocupación porque el Presupuesto General de la Nación para el 2022 establece nuevamente el aumento de empleo público para el año electoral y el gran temor es que esos recursos se utilicen para pagar prebendas. “Hay mucho riesgo de que se utilicen estos cargos públicos para el año electoral y de campaña con miras las presidenciales del 2023 para pagar favores políticos de parte del Ejecutivo”, concluyó.
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Año 2024: entre la vuelta de Trump y la sombra de la injerencia rusa
Cuando arrancó el año lo hizo ya con un horizonte global marcado en gran medida por las elecciones y, a lo largo de estos doce meses, las urnas han dejado retornos como el del magnate Donald Trump en Estados Unidos, la falta de transparencia en procesos como los de Venezuela o Rusia y el temor a la injerencia de este último país en otros contextos, especialmente en Europa.
Alrededor de la mitad de la población tenía ya claro el 1 de enero que acudiría a votar en algún momento de 2024, como le ocurrió por ejemplo a la ciudadanía estadounidense, que tenía el 5 de noviembre marcado en el calendario. Tras una campaña marcada por la inesperada dimisión del teórico candidato demócrata, Joe Biden, Trump firmó su vuelta a la Casa Blanca con una sólida victoria ante la vicepresidenta Kamala Harris.
El 20 de enero tomará posesión del cargo y los socios de Washington están ya expectantes ante el giro que Trump ha anunciado en políticas clave, también en el ámbito internacional. Uno de los bloques que no oculta su recelo es la Unión Europea, 27 países que también acudieron a votar a principios de junio para renovar la Eurocámara.
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La victoria de los conservadores permitió a la alemana Ursula Von der Leyen repetir cinco años más como presidenta de la Comisión Europea, en una terna de poder que comparte con el socialista António Costa, presidente del Consejo, y la también ‘popular’ Roberta Metsola, al frente del Parlamento Europeo.
Los comicios europeos sirvieron para constatar la consolidación de partidos y posiciones ultraderechistas, como lo demuestra el hecho de que, por primera vez, un miembro de esta familia política ostente una vicepresidencia del Ejecutivo comunitario, aupado por el éxito de la italiana Giorgia Meloni.
La UE ha visto, además, cómo sus dos principales economías, Alemania y Francia, atravesaban su particular ‘via crucis’ hacia las urnas --en el caso alemán habrá elecciones en febrero de 2025--. El presidente francés, Emmanuel Macron, adelantó a junio y julio las parlamentarias para tratar de ganar estabilidad y se ha encontrado con una aritmética aún más compleja en la Asamblea Nacional.
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El experimento de Michel Barnier como primer ministro, sin una mayoría sólida a su favor, concluyó de manera abrupta con una moción de censura, hito inédito en más de medio siglo. Pase lo que pase ahora con el centrista François Bayrou, Francia no podrá volver a votar al menos hasta julio de 2025.
En Portugal, los conservadores han vuelto al poder; en Austria una alianza tripartita inédita liderada por el canciller Karl Nehammer eclipsó el triunfo electoral de la ultraderecha; y en Irlanda los números anticipan la reedición del acuerdo entre el Fianna Fáil y el Finne Gael para seguir compartiendo el poder. Bélgica también está en plenas negociaciones --y van más de seis meses-- y Bulgaria sigue sumando elecciones ante la falta de una mayoría sólida en el Parlamento --han votado siete veces desde abril de 2021--.
La sombra rusa
Dentro de la UE se ha seguido con especial preocupación el caso de Rumanía, que en pocas semanas celebró parlamentarias y presidenciales. La victoria contra pronóstico del ultranacionalista Calin Georgescu hizo saltar todas las alarmas, especialmente después de que los servicios de Inteligencia hiciesen públicas sus sospechas sobre una injerencia rusa. El Tribunal Constitucional ha ordenado repetir todo el proceso.
La sombra de Moscú ha estado igualmente presente en Moldavia, que sigue teniendo de presidenta a Maia Sandu, y en Georgia, donde el oficialista Sueño Georgiano se ha consolidado entre acusaciones de fraude y protestas ciudadanas. El temor compartido es que estos intentos de Rusia por influir en el este de Europa se acrecienten en los próximos años, habida cuenta de que no hay cambios a la vista en el Kremlin.
De hecho, las presidenciales celebradas en marzo en Rusia fueron más un trámite burocrático para Vladimir Putin que una disputa política real: no había rivales opositores mínimamente relevantes y el Gobierno controla todas las instituciones. Gracias a la última reforma constitucional, Putin tiene vía libre para seguir hasta 2036 si así lo desea. También dentro de Europa, 2024 ha sido año electoral en Reino Unido. El ‘premier’ Rishi Sunak adelantó la cita ante su creciente debilidad y cedió Downing Street a Keir Starmer, que ha devuelto al Partido Laborista al Gobierno 14 años después del final de la anterior etapa.
Entre el continuismo y la polémica
En América Latina, los presidentes de El Salvador, Nayib Bukele, y República Dominicana, Luis Abinader, han revalidado sin problemas sus respectivos cargos, mientras que en México el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha cambiado el rostro de Andrés Manuel López Obrador por el de Claudia Sheinbaum, la primera mujer en alcanzar la Presidencia de este país. La renovación ha llegado a Panamá, de la mano de José Raúl Mulino, y a Uruguay, donde Yamandú Orsi ha recuperado el cetro presidencial para la izquierda --tomará posesión el 1 de marzo--.
Sigue en el aire, sin embargo, el futuro de Venezuela. La oposición y gran parte de la comunidad internacional ponen en duda la victoria que los órganos chavistas atribuyen a Nicolás Maduro, presidente desde el año 2013, en la medida en que no hay actas oficiales que así lo avalen. Sí han presentado muestras de estas actas los partidos opositores, que insisten en que el vencedor real fue el antiguo diplomático Edmundo González Urrutia. Desde su exilio en España, González insiste en que quiere volver a Venezuela y tomar posesión del cargo el 10 de enero.
Asia y áfrica
En el frente asiático, por su parte, Japón ha vivido un año convulso marcado por la dimisión en agosto del entonces primer ministro, Fumio Kishida, y un adelanto electoral que ha dejado al gobernante Partido Liberal Democrático más debilitado, ahora con Shigeru Ishiba como estandarte al frente del Gobierno. En Taiwán, el oficialista William Lai obtuvo la Presidencia, lo que ha supuesto para la isla la continuidad de las políticas previas y que implican, entre otras cuestiones, marcar distancia con Pekín y sus aspiraciones soberanistas.
Bangladesh concluye el año de una manera muy distinta a cómo lo empezó, y todo ello pese a que en enero la veterana Sheij Hasina revalidó el puesto en unas elecciones parlamentarias que dieron paso en cuestión de meses a manifestaciones sin precedentes. Hasina terminó dimitiendo tras 15 años en el poder y Bangladesh tiene ahora al frente al premio Nobel Mohamed Yunus.
Pakistán aupó a Shehbaz Sharif como primer ministro en las generales de febrero, mientras que en un Oriente Próximo convulso el egipcio Abdelfatá al Sisi inició un nuevo mandato e Irán eligió al moderado Masud Pezeshkian como nuevo presidente, en unos comicios forzados por la muerte en un accidente de helicóptero de Ebrahim Raisi.
El año electoral en África ha supuesto el inicio de un nuevo mandato para el argelino Abdelmayid Tebune o el ruandés Paul Kagame, en este último caso tras lograr el 99 por ciento de los votos, según datos oficiales. En Chad, Mahamat Déby ha pasado de encabezar la transición tras la repentina muerte de su padre a lograr el aval de las urnas.
Namibia tiene desde este mes de diciembre por primera vez a una mujer en la Presidencia, Netumbo Nandi-Ndaitwah, y en Senegal la división política se ha hecho patente con el pulso entre Bassirou Diomaye Faye, vencedor de las presidenciales de marzo, y Ousmane Sonko, designado primer ministro y cuyo partido se impuso en las legislativas de noviembre. En Mozambique, el año concluye entre protestas con decenas de muertos, después de que las autoridades diesen como vencedor de las presidenciales al oficialista Daniel Chapo y la oposición, encabezada por Venancio Mondlane, contradijese estos resultados.
Fuente: Europa Press.
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Año 2024: calendario electoral récord exhibe auge de los extremos y los populistas
Las democracias liberales salen más frágiles que nunca de las decenas de elecciones celebradas en 2024, favoreciendo de facto las derivas autoritarias, a causa de una crisis de confianza, paisajes políticos fragmentados y un auge de los extremos y los populistas. De México a India, pasando por la Unión Europea, más de la mitad de la población mundial en edad de votar estaba llamada a las urnas en 2024, aunque las miradas estaban puestas sobre todo en Estados Unidos, guardián autoproclamado de la democracia en el mundo.
Aunque los electores castigaron al gobernante Partido Demócrata por no haber sabido controlar el alza de precios, las repetidas amenazas del victorioso candidato republicano Donald Trump al Estado de derecho no asustaron a sus partidarios. Si aplica su programa, “Estados Unidos vivirá el ataque más violento contra los contrapoderes y las libertades civiles de su historia en tiempos de paz”, asegura el investigador estadounidense Larry Diamond, en la revista Foreign Affairs.
“Estamos en un momento peligroso y no sólo en Estados Unidos”, confirma Max Bergmann, del grupo de expertos Center for Strategic and International Studies (CSIS). El modelo democrático construido en 1945 al término de la Segunda Guerra Mundial y consolidado con la caída del bloque soviético a fines del siglo XX retrocede desde hace dos décadas. Y está cada vez más amenazado, según un informe de la organización estadounidense Freedom House, que alerta del aumento de la violencia y la manipulación que ensombrecieron varias elecciones.
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Países ingobernables
El año 2024 vio sin sorpresas la reelección de autócratas “duros” como Vladimir Putin en Rusia (con un 87 % de votos) y de Ilham Aliyev en Azerbaiyán (más del 90 % de votos), así como la de Nicolás Maduro en Venezuela, con un 52 % de votos según la autoridad electoral, pese a que la oposición reivindica la victoria.
En algunas democracias “híbridas”, sus dirigentes mantienen el control, aunque enfrentan oposiciones organizadas y determinadas, como en India y en Turquía, donde Narendra Modi y Recep Tayyip Erdogan encajaron retrocesos electorales.
El Salvador, cuyo presidente Nayib Bukele “forzó la Constitución para presentarse a la reelección”, se inscribe también en esta línea de “deterioro” de las democracias liberales, explica Carlos Malamud, analista del centro de reflexión Real Instituto Elcano, para quien el “autoritarismo” se recrudece en este país, donde el régimen de excepción está vigente desde marzo de 2022.
En México, donde el partido gobernante Morena se impuso con mayoría en las elecciones de 2024, podría también acentuarse una “deriva hacia el populismo y el autoritarismo”, según este experto, en referencia a una polémica reforma judicial que permitiría a dicho partido “controlar en breve” el poder judicial, tras el poder legislativo y la presidencia.
Pero la situación preocupa también en democracias donde los comicios se consideran más libres. En Europa “vemos políticas cada vez más polarizadas y fragmentadas”, con las que “se vuelve cada vez más difícil lograr compromisos y gobernar” hasta el punto de romper coaliciones, según Bergmann.
En Alemania, la alianza de los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz con los liberales y los ecologistas se rompió en noviembre y abrió una crisis política de resultado incierto. Y en Francia, las elecciones legislativas anticipadas dejaron una ingobernable Asamblea (cámara baja) dividida en tres bloques --izquierda, centroderecha y extrema derecha--, sin mayorías claras.
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Desconfianza
Esta volatilidad se explica especialmente por “una crisis de confianza sin precedentes desde 1945 en los partidos políticos y en los medios de comunicación”, explica Bertrand Badie, experto en Relaciones Internacionales en la universidad Sciences Po. “Hay un verdadero desgaste de la oferta política (...) En Francia o en Estados Unidos, ¿qué proponían Macron o [Kamala] Harris más allá de impedir que sus rivales --la extrema derecha de Marine Le Pen y Trump-- llegaran al poder? Esto plantea un gran problema de legitimidad”, agrega.
Muchos electores se aferran a argumentos como la lucha contra la inmigración, la inseguridad y la mejora de su poder adquisitivo, y optan por personalidades que encarnan una cierta autoridad, como el húngaro Viktor Orban, Bukele o Trump.
“El planeta y las sociedades viven una gran transformación. La globalización liberal ya no proporciona respuestas a millones de personas preocupadas por estos cambios, a veces radicales, en la forma de vivir con los demás, de desplazarse o de producir”, asegura Gilles Gressani, director de la revista geopolítica Le Grand Continent. “La consecuencia es que hay una demanda cada vez más fuerte de detener el cambio y, como esto parece cada vez más improbable, surge la tentación ilusoria de replegarse”, subraya.
Fuente: AFP.
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ONG movieron G. 12,6 billones en año electoral, según informe tributario
La Dirección Nacional de Ingresos Tributarios (DNIT) reveló que las organizaciones no gubernamentales registraron extraordinario movimiento financiero en pleno año electoral (2023). Siderales cifras se concentran principalmente en grandes corporaciones de ONG cuyos directivos, gerentes y leales se privilegiaron con jugosos honorarios como “representantes de la sociedad civil”.
- Por Rossana Escobar M.
- rossana.escobar@nacionmedia.com
Los informes que continúan llegando a la Comisión Bicameral de Investigación de Lavado de Dinero y otros Delitos Conexos (CBI) sobre el manejo financiero de las ONG resultan asombrosos con relación a los resultados abstractos que tienen, esto principalmente en la gestión de las grandes corporaciones, vinculadas a políticos de la oposición y que operan en nombre de la sociedad civil.
Si bien los datos llegan retaceados, a cuentagotas los números del movimiento de dinero y ni hablar de los superhonorarios de los directivos de ONG políticas, son bochornosos para la misión que vendieron históricamente a la ciudadanía que es velar los intereses colectivos. El objetivo social quedó a segundo o quizás en último plano, dinero que reciben estas grandes corporaciones van directamente al bolsillo de sus dirigentes, todo en nombre de la representatividad que dicen tener de la sociedad civil.
La lucha contra la corrupción, el nepotismo, la discrecionalidad, el tráfico de influencias solo incorporan en el discurso contra los adversarios, en la práctica aplican la gran repartija entre familiares y amigos, vale remarcar, de la plata que reciben en marco de convenios que tienen como beneficiario al Estado paraguayo. Esto con una extraña y extrema resistencia de esconder cómo se usaron o se usan los fondos ejecutados mediante proyectos con nombres grandilocuentes.
Las grandes ONG que funcionan en nuestro país casi ya no han guardado las formas del manejo empresarial y el tinte político hasta si se quiere proselitista de sus actividades.
LA INDUSTRIA OENEGERA
No hay que olvidar que la industria de ONG se hizo visible con las últimas elecciones generales cuando la candidata a vicepresidenta por la Concertación Nacional, Soledad Núñez, tenía operadores que querían hacer de observadores en los locales de votación a través de la oenegé que creó; Alma Cívica. A partir de esto comenzó a salir a la luz una red de ONG de la excandidata y su esposo, el también excandidato perdidoso por la Concertación, Bruno Defelippe.
La CBI permitió el acceso a algunos datos, todavía muy escasos con relación al volumen de dinero que ejecutan las grandes ONG, vale reiterar, aquellas principalmente de carácter político. Una de las cifras divulgadas ayer y en el marco de las reuniones de la comisión que impactó fuerte es que, en el 2023, año electoral, el movimiento financiero de las ONG fue de G. 12,6 billones, unos USD 1.700 millones al cambio de la moneda norteamericana de ese momento.
Entendidos señalan que la cifra revelada en la sesión de la CBI equivale al presupuesto anual del Ministerio de Obras Públicas, más al de Salud Pública. Sin embargo, no se ha visto la protesta, indignación de un solo ciudadano que no forme parte de la logia de facturadores contra la iniciativa de transparencia de fondos de ONG aprobadas y en proceso de investigación por el Congreso Nacional.
¿A quién afecta entonces la transparencia? ¿Cómo es posible que con los multimillonarios fondos ejecutados en nombre de la ciudadanía, la gente no se haya inmutado siquiera con los controles que se prevén? ¿Dónde están los beneficiarios que no se han dado por enterado de los pronósticos apocalípticos que difunden sus “representantes” con jugosos honorarios?
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Investigación de ‘impeachment llamó a declarar a Hunter Biden sobre su padre
Hunter Biden, hijo del presidente estadounidense Joe Biden, testificó el miércoles a puerta cerrada ante un panel de legisladores republicanos que investigan con miras a un juicio político contra el mandatario, acusado de mentir sobre los negocios de su familia.
En año electoral, los republicanos tratan de infligir daño al presidente demócrata antes de las elecciones presidenciales en noviembre, en las que su rival más probable será Donald Trump, rodeado de escándalos y problemas judiciales.
Sin ofrecer ninguna evidencia concreta, han acusado a Biden de usar su influencia como vicepresidente durante el gobierno del presidente Barack Obama (2009-2017) para ayudar a Hunter en sus negocios comerciales con China y Ucrania.
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La investigación de ‘impeachment’ -desestimada por los demócratas como una maniobra política para dañar a Biden en la carrera electoral- tiene pocas chances de producir cargos criminales reales en contra del presidente.
Al ser interrogado el miércoles sobre una serie de transacciones que los republicanos afirman implican a su padre de manera directa en irregularidades, Hunter Biden, de 54 años, negó categóricamente cualquier delito.
“No involucré a mi padre en mis negocios”, dijo Hunter en su comparecencia ante el Comité judicial y de supervisión de la Cámara. “No mientras fui un abogado en ejercicio, no en mis inversiones o en transacciones nacionales o internacionales, no como miembro de una junta directiva y no como artista. Nunca”, agregó.
Los republicanos han atacado por largo tiempo al más joven de los Biden, que dice haber superado su adicción al crack, sobre sus presuntos negocios turbios y han tratado de conectar dichas afirmaciones con el actual presidente.
Pero la investigación de ‘impeachment’ encontró dificultades este mes cuando un exinformante del FBI, Alexander Smirnov, fue arrestado y acusado de mentir e inventar acusaciones falsas de corrupción contra Hunter.
Smirnov aseguró que cada uno de los Biden recibió un soborno de 5 millones de dólares exigidos por Hunter Biden a la empresa ucraniana de energía Burisma, de cuya junta formaba parte, para protegerla de una investigación cuando su padre era vicepresidente.
Los fiscales federales afirman que las declaraciones de Smirnov fueron fabricadas.
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De la investigación contra Hunter no ha resultado nada que dé base a las afirmaciones de los republicanos contra su familia. Sin embargo, resultó en cargos criminales contra Hunter por evasión fiscal y por mentir sobre su uso de drogas cuando solicitó un permiso de portación de armas.
Fuente: AFP