Este domingo 15 de agosto, el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, cumplió su tercer año al frente del Poder Ejecutivo, entre idas y vueltas y con amenazas de un nuevo juicio político que estalló en el mes de marzo, logró completar este ciclo anual. El retraso en el plan de vacunación, la falta de medicamentos e insumos para combatir la pandemia en su peor momento, y sus alianzas con la oposición, ubicaron a su gobierno en un difícil escenario político.
Desde La Nación nos comunicamos con el analista político Guzmán Ibarra, quien asegura que el fracaso de este Gobierno fue la mala gestión para la compra de las vacunas contra el COVID-19. Pero mantenerse en el poder puede deberse a alguna habilidad para su supervivencia política.
–Llegaron los tres años de Mario Abdo Benítez, ¿cómo logró llegar hasta esta instancia?
–Si uno mira para atrás, las sucesivas crisis, puede dar cuenta de alguna habilidad en la supervivencia en el poder, lo que no es un detalle menor en el oficio de la política. Y esto podría ser incluso interesante como aprendizaje para todo gobierno; sin embargo, me da la sensación de que terminó cada crisis con cada vez menos oxígeno y sin aprender las lecciones. Fue sorteando dificultades, pero no le sobró mucho.
–¿Cómo se puede evaluar la gestión del presidente en este último año de gobierno?
–Con los bajos niveles de aceptación que muestra el Gobierno, no hay dudas de que la valoración pública es muy baja. La mayoría aplazará su gestión. Por ahí no hay mucho que decir.
Pero hay otra cuestión que es más compleja, que es sobre qué parámetros uno utiliza para analizar al Gobierno. Por supuesto, se pueden mirar los resultados económicos, sociales, el manejo de la pandemia, los escándalos en la administración, etc; todo esto también conduce a una valoración negativa. Pero creo que un tema central es que el Gobierno nunca tuvo un plan armado o una hoja de ruta.
Si nos remontamos a la etimología, Gobierno se conecta con la idea del timón, de conducir una nave. Bueno, en este caso, el barco no contaba con carta de navegación, además, le tocó una combinación de tempestades terribles. Hasta se puede pensar que la pandemia le dio una dirección a un gobierno sin destino.
–¿Cuál fue el motivo por el cual Mario Abdo gobernó tambaleando? Pasó por varios intentos de juicio político.
–Al no existir un elemento programático muy explícito en el Gobierno –en general se continuó más o menos lo que se venía haciendo–, tampoco pudo expandir las coaliciones que lo mantuvieron. Las sucesivas implosiones en su gabinete debilitaron muy rápido al gobierno. En los primeros meses de gestión ya era un gobierno desgastado.
Logró, sí, esto hay que reconocerle, mantener diversas coaliciones en el gobierno, más bien como protección o como “escudo parlamentario”. Pero eso no le sirvió para gobernar, en gran parte debido a que no tenía una dirección política. Es cierto que la política paraguaya no se destaca por la orientación programática, sin dudas. Pero creo que el Gobierno casi nunca pudo explicitar o llevar adelante algún proyecto mínimo. Se dedicó a sobrevivir muy rápido.
–¿Qué es lo que sostiene a este gobierno? ¿Sus acuerdos políticos con la oposición, la fortaleza del Partido Colorado?
–Ambas cosas, en cada momento, en cada crisis, pudo ir alternando estas coaliciones. Hay también una cuestión del sistema político paraguayo de por medio, es que, sin coaliciones relevantes, el presidente no puede hacer mucho. No tenemos un hiper presidencialismo como el argentino o el chileno.
–El retraso de las vacunas, uno de los puntos más cuestionados en este 2021, ¿se puede considerar un fracaso de su gobierno?
–Sin dudas.
–Se cierra su tercer año entre movilizaciones, marchas y reclamos de todos los sectores, ¿a qué responde este clima de protestas?
–Las protestas tienen bases objetivas. Hay un contexto viral y luego post-viral que incrementará las tensiones y las demandas al sistema político. No será solo un problema para el Gobierno sino también para las élites económicas.
No hay que desconocer la existencia de problemas, hay demandas históricas que deben ser resueltas por el sistema político. Las élites políticas y económicas deberían reconocer esto y pensar en las formas de impulsar su procesamiento institucional. Una parte muy importante de lo que pasa en las democracias y en la vitalidad de sus instituciones se juega en la resolución de los conflictos y la incorporación de las demandas sociales.
–¿Hay algo que destacar del gobierno de Mario Abdo en estos tres años?
–La capacidad de sobrevivir, hay que otorgarle eso. No es menor teniendo en cuenta la mala práctica paraguaya de interrumpir mandatos.