Víctor Cano. Periodista
El experto en energía, el profesor Victorio Oxilia, realizó una evaluación técnico-política del sector energético paraguayo por los 3 años del gobierno de Mario Abdo Benítez. Se refirió a los esfuerzos por producir hidrógeno verde para una matriz energética sostenible. Indicó que las negociaciones con el Brasil están paralizadas y que el gobierno de Abdo ha dicho que no será el que negociará el Anexo C. De igual manera, exigió que no se queden de brazos cruzados.
–¿Cómo describiría estos 3 últimos años del gobierno de Mario Abdo en materia energética?
–Hay aspectos positivos que provienen del Viceministerio de Minas Energía y de otras instituciones que se refieren al establecimiento de una agenda energética sostenible. Hay dos estrategias destacables que son la colocación del hidrógeno verde producido a partir de la hidroelectricidad, como vector energético es para impulsar el transporte sostenible y almacenamiento. El otro aspecto tiene que ver con la certificación de la biomasa, el Gobierno ha establecido a través de decretos metas que obligan a los industriales a utilizar biomasa sostenible, especialmente la leña.
Sobre las hidroeléctricas, en Itaipú diría que hay más bien una política vacilante y de poca transparencia en lo que se refiere al tema del acta bilateral, y evidentemente se atendió más bien a intereses brasileños e intereses de particulares, no tanto de empresarios brasileños como de paraguayos. Hubo una ventana de gestión diferente durante Ernst Bergen. Lo que se refiere a Yacyretá sí notamos algo bastante positivo, que es la adecuación de las líneas paraguayas LP1 y LP2, para que Paraguay tenga la posibilidad de acceder a la totalidad de la potencia y de la energía, además de permitir la sincronización entre Itaipú y Yacyretá.
–¿Qué representó la polémica “acta bilateral” y cuáles fueron sus consecuencias?
–En primer lugar, se demostró que por lo menos en ese momento el gobierno de Mario Abdo fue incapaz de negociar con Brasil condiciones favorables para nuestro país. Y eso se debió principalmente a un distanciamiento entre los negociadores del momento y los técnicos de la Ande que sabían muy bien cuáles eran las condiciones favorables para el país y no fueron escuchados. Se violó el principio de la reciprocidad, el principio del “do ut des” que en latín significa dar para recibir. En esa acta se estaba cediendo y no se estaba recibiendo nada a cambio.
Tuvo consecuencias positivas, posibilitó llevar una actitud de eficiencia a Itaipú con la gestión de Ernst Bergen por un corto tiempo, menos de un año y medio. Del problema del acta bilateral el propio gobierno no supo cómo salir del atolladero político en el que se metió. Realmente con Brasil no se adelantó absolutamente nada. Se quedó paralizada la situación en la negociación; solo se hacen las negociaciones de rutina que permiten el funcionamiento de la central. Hay una parálisis en ese sentido.
–Hoy ¿en qué punto están las negociaciones con el Brasil? ¿Qué se negoció y qué queda por negociar?
–Falta todo en realidad, es muy poco lo que se avanzó. Una negociación interesante sería la que tiene que ver con el manejo de la liberación del agua que permitió la navegación el año pasado. Sin demeritar a la margen derecha, hay que considerar que esa fue la decisión de Brasil y de su sistema eléctrico. Falta ver lo que pasa en el arreglo entre Ande-Itaipú-Eletrobrás donde se refieren a la flexibilización para el uso de energía en los contratos de la Ande y la Eletrobrás. Los técnicos denuncian que la deuda (con Eletrobrás) podría rondar los US$ 500 millones.
Esto puede ser un escollo en la Revisión del Anexo C, si no se resuelve vamos a estar de manos atadas. Es obligación de este gobierno allanar este problema. Este gobierno no lo avanzó, dijo que iba a dejar las condiciones convenientes para que el próximo gobierno realice la negociación. Si bien se han generado comisiones ad honorem, pero también grupos de trabajo pago, hasta el momento la estrategia no es visible. Que sea trasparente no significa que se diga todo, sino aquello que pueda tranquilizar a la población y dar una orientación al respecto. Pero ni siquiera eso tenemos.
–¿Cuál es la estrategia técnica que el gobierno plantearía al Brasil en la revisión del Anexo C?
–No tengo idea porque el Gobierno no ha dado ningún indicio de cuál va a ser esa estrategia, pero lo que yo puedo decir es la estrategia que nosotros pensamos en la Facultad Politécnica con el grupo de colegas que acompañan en proyectos con Conacyt. En primer lugar, el plazo de revisión del Anexo C ya no puede ser 50 años. Tendría que ser mucho más corto, 10 años por lo menos. En segundo lugar, nosotros proponemos una tarifa binómica. Mantener una contratación por potencia, aunque tal vez con valores menores y ver entonces la tarifa de energía.
En lo que se refiere a la cesión de energía habría que incrementar también los valores de cesión de energía que hoy día están cerca de US$ 10 dólares por megavatios/hora. Y bueno, por qué no pensar en buscar triplicar esos valores. Va a ser difícil, sí, pero hay que proponer algo con relación a eso. En lo que se refiere a los beneficios económicos que podrían provenir de Itaipú, de la revisión del Anexo C la transparencia tiene que ser el eslogan principal en el uso de los fondos de Itaipú. Tenemos que saber en qué se usa cada dólar que ingresa al país.
–¿Qué sugerencias de mejora daría al gobierno?
–En primer lugar se tiene que avanzar en el incremento de la resiliencia en el sector eléctrico paraguayo, teniendo en cuenta que dependemos del río Paraná y es un río que está sufriendo un período de seca. Otro tema es el arreglo con Eletrobrás sobre la flexibilización en el uso de energía de los contratos, tanto de la Ande con Itaipú y de Eletrobrás con Itaipú. En último lugar, pero no por eso menos importante, es pensar en qué podemos hacer mientras no negociemos el Anexo C. El Gobierno actual no se puede quedar de brazos cruzados. Si es que no hacemos nada, eso sería entregar totalmente la situación al interés que tienen en Brasil de bajar la tarifa.