Víctor Cano. Periodista.
En esta edición, desde el Palacio de Gobierno, el “Mano a mano” de LN trae una exclusiva con el secretario político del presidente de la República. Mauricio Espínola Núñez (32) es la voz de Mario Abdo en términos políticos. Su figura genera intrigas por su preponderancia en el primer anillo del coloradismo. De padre liberal, llegó a la política de la mano de Calé Galaverna y del impulso político de José Alberto Alderete.
Hoy, el también presidente de la atípica seccional N°31 de la Capital, quien para sus detractores fue una sorpresa su victoria, dicen que el destino jugó a su favor. De clase media-alta asuncena, fue uno de los primeros en acompañar la candidatura de Mario Abdo a la presidencia, lo que le permitió adquirir jerarquía política y ubicarse al lado del presidente como su secretario adjunto.
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-¿No te embriaga el poder?
-No, para nada... Yo no uso chofer, yo manejo mi propia camioneta. Yo no quiero llamarlo poder, pero sí mis ocupaciones y responsabilidades hicieron de que ya no pueda tener reuniones con mis excompañeros, comer un asadito porque terminás tarde o porque comenzás temprano al día siguiente. Yo tengo una responsabilidad con el país.
Yo tengo la bendición de ser presidente de seccional y acá recibo a otros presidentes de seccionales, de comisiones vecinales, intendentes, gobernadores, diputados, senadores. Yo hoy tengo responsabilidades con mi país. Yo no quiero hablar de un proyecto personal a futuro porque se podría también malinterpretar por el camino. Yo quiero cumplir con lo que me comprometí con el presidente, de acompañarle hasta el último día de su gobierno.
-¿Qué representa para vos ser el secretario político del presidente?
-Para mí representa una dignificación a mi persona específicamente, porque para mí es un honor, en primer lugar, estar en un lugar tan emblemático y tan simbólico como es el Palacio de Gobierno y, en segundo lugar, como el secretario político del presidente de la República. Soy el nexo del Poder Ejecutivo con los gobernadores de todo el país, también me ocupo de la Cámara de Diputados.
Mi labor es netamente política. Con la llegada de Concordia tengo que trabajar con el presidente del partido. Yo tengo la bendición de estar al lado del presidente. Yo recibo a todos, viene una persona, le recibo, anoto, y a la tardecita voy hablo con el presidente y se resuelve. Acá te recibe un presidente de seccional, es simbólico para el presidente.
-¿Qué tan unido está Concordia Colorada?
-Primero es importante hacer un breve recuento. Con los gobernadores, en coordinación con Juan Carlos Baruja, organizamos una reunión para pedir la unidad a Horacio Cartes. Acá organicé la venida de los gobernadores para pedirle la unidad al presidente Mario Abdo. Posteriormente todo salió de un razonamiento entre el presidente de la República y yo. Los custodios de la unidad fueron los osos blancos del partido a través del Inare.
Luego aparece la figura de José Alderete con la Operación Cicatriz, que desembocó en el movimiento Concordia Colorada, que nace a partir de la complejidad del proceso electoral en lo que respecta al financiamiento político y el desbloqueo de las listas. Concordia ahora representa el éxito de los acuerdos políticos previos a la Lista 1.
-¿Cuál es el problema entre Añetete y HC?
-Y mirá, existieron muchas cuestiones en estos últimos tiempos. Y sobre todo lo que dijo Bachi (Basilio Núñez), que estábamos prácticamente muertos. Y eso nos toca un poco las fibras íntimas del movimiento. Es un momento de unidad, en un momento de fraternidad, independientemente de lo que pueda ocurrir. Lo que hizo Concordia Colorada fue que ese enfrentamiento que podría haber sido poslista 1 no se dé en esta interna.
Sobre la unidad entre Daniel Centurión y Nenecho Rodríguez, agradecemos profundamente la gestión del vicepresidente en involucrarse y ser el nexo de la unidad capital. Cuando hay enfrentamientos, las luchas son encarnizadas; existieron descalificaciones que tenemos que reparar, donde principalmente el ganador tiene que buscar al perdedor. El ganador debería ir a levantar la moral de aquel que perdió.
-Pedro Alliana siempre mantuvo distancia contigo, ¿por qué?
-En el fragor de la batalla chocamos mucho. Yo hablaba de que él no tenía una autonomía propia. Luego trabajé como nexo con los gobernadores, después con los diputados y ahora con Concordia Concordia. Hay cosas que Mangui (Pedro Alliana) quiere decirle al presidente, pero me lo dice a mí. Hoy a la persona que más aprecio tengo dentro del Partido Colorado y es Mangui Alliana. ¡Yo soy manguista!
Me parece que fuimos quemando etapas entre los dos, donde él se ganó mi respeto y mi afecto. Comimos asado en su casa y su esposa le dice a mi novia ‘nosotros le odiábamos acá a Mauri’. Hoy puedo decir que Mangui puede ser la paloma de la paz. Él representa mucho en este proceso que vivimos en los dos procesos de juicio político. Él es un actor preponderante para apaciguar y dar tranquilidad a la ANR.
-¿Qué le decís a aquellos que quemaron la ANR?
-No es que quemaron la ANR, porque el Partido Colorado no habla, no camina; son sus dirigentes quienes muchas veces dan lo poco que tienen en el nombre del partido. Quemaron una institución de mucho valor simbólico para nosotros. Quemaron muchos sentimientos porque se fueron a tocar nuestras fibras íntimas. Yo sueño con un diálogo interpartidario sobre este tema, donde podamos debatir.
No tenemos la culpa de lo que una persona puede hacer utilizando nuestra bandera, utilizando nuestro pañuelo, utilizando nuestra tradición del Partido Colorado. Pido una mesa de diálogo donde podamos hablar sobre nuestras ideologías y que puedan nutrir al Paraguay. Me encanta debatir con gente que no es tan política porque es importante. Hay que decirle al Presidente lo que tiene que escuchar y no lo que quiere escuchar muchas veces.
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-¿Quién es Mauricio Espínola? Contanos acerca vos.
- Mi papá es Francisco Espínola y mi mamá se llama Claudia Núñez, y tengo una hermana. Ellos son de la ciudad de Villeta, yo nací en Asunción, me bauticé en La Piedad. Tengo 32 años, estudié en el colegio Santa Clara de Asunción. Jugé rugby hasta los 24, me golpeé mucho, me gustan los deportes de contacto. Hice boxeo y jiu-jitsu.
Me estoy por casar, mi novia se llama Magalí.
Mi papá es liberal, pero liberal fanático. Yo salí colorado por mi abuelo materno, gran caudillo, fue presidente de la seccional en Villeta. En mi casa se festejan 11 de setiembre y 18 de octubre. Soy colorado por convicción y por la tradición materna. Siempre le llamo a mi papá para tener una opinión diferente a la nuestra. También me sigo formando en Derecho y Relaciones Internacionales.
-¿Qué le respondés a los que dicen que vos representás lo malo del coloradismo?
-Yo no creo que sea la vieja política colorada. Yo represento a la política seccionalera. Yo armé el Consejo de Presidentes de Seccionales. Los gobernadores por voto dentro del Consejo de Gobernadores me designaron nexo con el Poder Ejecutivo. Yo soy totalmente disidente a los viejos vicios del partido. Trato siempre de tener otra perspectiva de la política.
Para nosotros la política es servicio. Yo no compro votos. Los dirigentes del partido representan también nuestros brazos largos, donde ellos son representantes en su comunidad. Yo no me voy a ir nunca a proponer algo que yo no pueda sostener.
-¿Qué trayectoria tenés en la política partidaria
-Soy presidente de la seccional N° 31, que incluye Villa IPS, barrio El Mangal y barrio Manorá. Mi seccional es una seccional difícil por el nivel de zona. Me puse a disposición de Hugo Díaz, presidente de seccional a quien después de 10 años gané en las urnas. Mi primera incursión fue en transporte, fui integrante de mesa, luego vocal y después presidente de mesa. Recuerdo que en esa elección el partido perdió. Volví a mi casa y lloré.
Empecé en Capital con el tractorcito armarillo. Una amiga me presentó a Calé Galaverna, y fui su coordinador en mi seccional a través del movimiento Compañeros Colorados. Yo llego al movimiento Colorado Añetete por intermedio de Calé. Le conocí a Marito en su candidatura a la Junta de Gobierno. Ese año, en el cumpleaños de Calé, él me llama y me presenta políticamente frente a todos.
-¿Cómo pagaste tu campaña política?
-Mi jefe de campaña me dice “acá está el Ferrari rojo, pero le falta combustible”. En una reunión le dijo a mi padre, queremos saber respetuosamente si su hijo va a tener para el combustible. Hay que preguntarle a él, respondió mi papá. En ese momento, dije: voy a vender mi auto. Tenía un Mercedes Benz C230 Kompressor año 2000. Ofrecí por 40 millones y terminé vendiendo por 20 millones. Luego saqué un préstamo y también me ayudó Calé.
Durante mi campaña repartía purina para perros y cloro para las piscinas del barrio. Yo no tenía trípticos, hice una carta que imprimí en mi impresora. Así comencé. Luego a ganarle a Hugo Díaz que era conocido como el invencible, con tres periodos al frente de la seccional. Así ocupé la presidencia de la seccional y luego pasé al Consejo de Presidentes de Seccionales Coloradas.
-¿Tus inicios en la función pública?
-En la función pública ingresé al IPS a la Dirección de Aporte Obrero Patronal, en pleno gobierno de Fernando Lugo. Fue muy simpático, porque fue la primera vez que me discriminaron políticamente. Yo activaba fuertemente en política. Di un discurso en una reunión de funcionarios públicos colorados en la Junta, unas 3.000 personas. El director que era del Partido País Solidario me llamó.
Era víspera de Navidad y me dice que no va a volver a firmar mi contrato y que hable con mi “kavaju”. Eso hice. El director era comisionado de la Municipalidad de Asunción y conseguí que pidieran su retorno. Fue mi primera discriminación y persecución política.
Ya después de ganar en mi seccional, Marito era presidente del Congreso y me lleva con él. Antes, nadie creía en Mauri, a mí me dieron la chapa porque José Alberto Alderete era amigo de mi abuelo. El que me levantó como Simba fue Calé, pero el que me impulsó políticamente fue José Alberto Alderete. Hasta hoy que soy coordinador general de Concordia Colorada.