Las imágenes que se dieron a conocer sobre las pertenencias incautadas, tras el enfrentamiento entre miembros del grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y agentes de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC), fueron las que afectaron emocionalmente a Hans Lindstrom, sobrino de Luís Lindstrom. Los relatos del secuestro de su tío una vez más vinieron a su mente.
Cada objeto que se lograba vislumbrar en las fotos dadas a conocer por las autoridades guardan una historia real y contada desde la experiencia del sufrimiento de un familiar víctima de este grupo criminal. La historia desde una confesión personal, se hizo pública en su cuenta de Twitter.
“Me hacían cargar una pesada mochila”, dice al iniciar su relato según el testimonio de su tío, secuestrado por el EPP. “Todos debíamos cargar una y la mía era probablemente la más pesada porque era la que llevaba todas las cosas del campamento, me tenían como su sirviente. Caminábamos todas las noches hasta el amanecer”, continuó describiendo Lindstrom con las imágenes en las que se observan los utensilios y los diferentes elementos que usaban a diario en su cautiverio.
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En otra parte del relato que dio a conocer, describía como era el trato que recibía por parte de sus secuestradores que eran del grupo criminal EPP. “Me hacían cargar una pesada mochila, decía mi tío, todos debíamos cargar una y la mía era probablemente la más pesada, porque era la que llevaba todas las cosas del campamento, me tenían como su sirviente. Caminábamos todas las noches hasta el amanecer”, indicó.
Incluso mencionó como se enteraban de las noticias, y era a través de una vieja radio a pilas con antenas que contaba con un cable largo atado a su antena. “Por las mañanas arrojaba el cable bien alto por la rama de un árbol para captar señal y así escuchar las noticias del día. Sabíamos por la prensa lo que hacía la policía”, según su descripción.
Sin rastros y sin agua
Sobre la alimentación que recibía en su cautiverio su tío, dijo que dependía del lugar en el cual se encontraban, ya que si se estaban cerca de una población podrían llegar a comer pollos e incluso tomar gaseosa, pero si la distancia era considerable lo único que lograba consumir era una cucharada de miel por la mañana y la noche.
Para hidratarse contaba con una sola botella de agua, la cual debía de conservarla el mayor tiempo posible, porque solo era para el consumo, porque no era costumbre de los criminales ir a buscar agua. “Si te dan una botella de agua nomás qué vas a hacer, te vas a bañar o vas a guardar para tomar? No me pude bañar en 40 días!”, señalaba en su posteo en la red social.
Al final del relato confesó la técnica utilizada para que en sus recorridos y despliegues de una zona a otra no dejen rastros para ser encontrados. Todas las pisadas estaban bajo un control y vigilancia. “Cuando salíamos a algún camino, para cruzar primero cruzaba uno adelante y dejaba una huella, después todos teníamos que cruzar pisando esa misma huella y el último se ponía una raqueta tipo pyta jovái por la bota para borrar la huella así nadie sabría cuántos cruzamos ni adonde”, finaliza.
Luis Lindstron fue secuestrado por el EPP en julio de 2008 y tras más de un mes de permanecer en cautiverio fue liberado. Unos años después, en mayo de 2013 fue asesinado por miembros del grupo criminal en Tacuati, departamento de San Pedro.
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