La carencia de medidas científicas para contener y controlar la pandemia del coronavirus, que tampoco da respuesta a la demanda social informativa, ha generado también, lo que Guilherme Canela, jefe de la División Libertad de Expresión y Seguridad de Periodistas de la UNESCO, define como “la más grande crisis de desinformación de la historia”. Esto lo dijo en el marco del seminario: “El mundo de hoy frente a la desinfodemia”, por el mes del Acceso a la Información.
En esa misma línea, el periodista y docente José María Costa manifestó que la pandemia y las noticias falsas generan desde la perspectiva social lo que se categoriza con el neologismo “desinfodemia”. Eso supone un alto impacto negativo tanto, en la producción de contenidos periodísticos, como en la credibilidad de los medios, situación que se agrava aún más como consecuencia de la rápida circulación de informaciones falsas, indicó.
La diseminación de éstas se da a través de “comunicaciones reticulares en múltiples plataformas” con el agravante, en no pocos casos, de impedimentos concretos para acceder a la información pública, mencionó Costa. También hizo referencia a las acciones de parte de los Estados, de las grandes corporaciones tecnológicas y de internet, que en definitiva resultan intervenciones políticas que tienen su impacto en los derechos humanos y específicamente en la libertad de expresión.
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La noticia primero
Para dar un contexto a la desinformación histórica que se suscita, mencionan que, desde el pasado mes de diciembre 2019, el SARS-COV-2 provocó la mayor pandemia de la que se tenga memoria histórica global desde 1919. Hasta fines de agosto 2020, la estadística de la Organización Mundial de la Salud (OMS), da cuenta de unos 25 millones de infectados, más de 850 mil fallecidos a la vez que cerca de 17 millones de recuperados, mientras que 7 millones de personas aún están en tratamiento.
Sin dudas, la situación global y sus repercusiones negativas y positivas en los medios de comunicación, desde poco más de un semestre, ha puesto a la noticia primero, y la información después, más relevante en el día a día de los medios, sostiene el profesor Costa, para dar cuenta de la dinámica informativa vigente.
Menciona además que ante la carencia de vacunas y/o tratamientos específicos, los estados han recurrido a medidas de salud pública milenarias aplicadas a todas las pandemias de la historia: “aislamiento, jabón y alcohol”. Así también acciones concretas restrictivas del ejercicio de algunos derechos individuales y, en muchos casos por la forma en que se impusieron, son violatorias de los derechos humanos, sostuvo.