Desde el pasado domingo 12 de julio se viene registrando una tensa situación en el nordeste de Armenia, por el ataque de fuerzas armadas azerbaiyanas contra la provincia armenia de Tavush. En entrevista con La Nación, la embajadora de Armenia en Argentina y concurrente en Paraguay, Estera Mbkrtumyan, explica el origen del conflicto y alerta que éste amenaza la estabilidad no solo de los países involucrados, sino también de todo el Cercano Oriente.
-¿Cuál es el origen del conflicto que ha provocado un nuevo ataque contra aldeas armenias?
-El conflicto se remonta a varios años antes de la disolución de la Unión Soviética. En febrero de 1988, el Soviet Supremo de la Región Autónoma de Nagorno-Karabaj, en el Cáucaso del Sur, tomó la decisión constitucional de solicitar su traspaso de la jurisdicción de Azerbaiyán Soviético a Armenia Soviética. La población de esa región autónoma era mayoritariamente armenia y cristiana. Los armenios son mayoritarios en esa zona desde hace miles de años. La reacción de Azerbaiyán fue violenta y desató una serie de pogromos y persecuciones de los armenios cristianos en todo el país, con perspectivas de limpieza étnica y genocidio. Azerbaiyán tiene una población de identidad turca y musulmana, con igual lengua y cultura que Turquía, habiendo contado siempre con su apoyo. En uno de su derecho de autodeterminación, los armenios encararon la autodefensa de la región y lograron declarar la independencia de la República de Nagorno-Karabaj, el 2 de setiembre de 1991, mucho antes del desmoronamiento de la URSS. Se desató una guerra que causó miles de muertos, al cabo de la cual, en mayo de 1994, Armenia, Azerbaiyán y Nagorno-Karabaj suscribieron una tregua supervisada por la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). Esta misma organización constituyó el Grupo de Minsk, co-presidido por Estados Unidos, Rusia y Francia en representación de la Unión Europea, que desde hace más de 25 años realiza grandes esfuerzos para manejar las negociaciones que conduzcan a una solución pacífica del conflicto. Por otra parte, es el único conflicto que cuenta con organismos mediadores de mandato internacional y patrocinio de las Naciones Unidas. Mientras tanto, Azerbaiyán está embarcado en una carrera belicista y armamentista con permanentes violaciones de la línea de tregua en torno de Nagorno-Karabaj. Pero desde el pasado 12 de julio ha orientado sus ataques directamente en el límite con Armenia, en la provincia de Tavush, con apoyo de artillería y aviones no tripulados.
-¿Ha habido una amenaza de atacar también la central eléctrica nuclear de Armenia?
- Así es, aunque parezca inverosímil. No hay precedentes de amenazas de ataques contra centrales eléctricas nucleares desde que se usa dicha fuente para la producción de energía eléctrica. Solo de pensar la catástrofe ambiental y humanitaria que se produciría de producirse dicho ataque la comunidad internacional, está muy preocupada por estas amenazas del ministerio de defensa de Azerbaiyán. Dicho país viene teniendo últimamente graves problemas internos. Está gobernado por un régimen dinástico que no respeta las reglas de la democracia ni los derechos humanos, y las dificultades económicas surgidas de la baja del precio del petróleo, principal fuente de divisas, inducen a la dirigencia a distraer la atención del descontento popular hacia conflictos externos que exacerban los sentimientos nacionalistas.
- ¿Se teme una escalada de violencia?
- Los armamentos más modernos, en poder de ambos ejércitos, siempre determinan los temores de la comunidad internacional de que se genere una escalada de violencia mayor y más generalizada. El problema se agrava con el apoyo explícito de Turquía, que a través de su presidente y sus ministros de exteriores y de defensa, ha manifestado su total solidaridad con Azerbaiyán. No hay que olvidar que en 1915 Turquía ejecutó el primer genocidio del siglo XX, con un millón de víctimas armenias cristianas, crimen de lesa humanidad que Turquía aún no ha reconocido.
- En un escenario en que el mundo se muestra sensible por la pandemia del COVID-19, ¿cómo se explica esta incursión militar?
-El reciente llamado del Secretario General de las Naciones Unidas en el sentido de producir una tregua generalizada en todo el mundo en medio de la pandemia del coronavirus, parece contradecirse totalmente con la actitud agresiva de Azerbaiyán. La comunidad internacional, representada por el Grupo de Minsk, con participación activa de los países co-presidentes, realiza importantes esfuerzos a favor del cese de hostilidades. El Papa Francisco también ha formulado votos por la paz en la frontera armenio-azerí.
-¿Cuál ha sido la postura de Donald Trump en esta crisis?
- Las posturas no han sido personales, pero los tres países que median en las conversaciones de paz, incluido en este caso los Estados Unidos, coinciden totalmente en la necesidad de llegar a una solución pacífica sobre la base de tres principios fundamentales: evitar el uso de la fuerza o las amenazas de uso de la fuerza, respetar el derecho de autodeterminación y el de integridad territorial.
-¿Cómo podría repercutir este conflicto en la región?
- Este conflicto amenaza la estabilidad y la seguridad no solo de los países involucrados, sino también de todo el Cercano Oriente. Se inscribe también dentro del marco de la expansión de Turquía que no solo ha desplegado fuerzas en dos países limítrofes como Siria e Irak, sino que últimamente también ha enviado fuerzas armadas a Libia, desestabilizando así la zona del Mediterráneo Oriental. De las repercusiones del conflicto surgen los esfuerzos de los organismos competentes para evitar una escalada mayor con consecuencias imprevisibles.