La presidencia de la Conferencia Episcopal Paraguaya dio un mensaje por los 30 años de la transición democrática. Este domingo 3 de febrero celebramos tres décadas en que el pueblo paraguayo experimenta, sin interrupción, el sistema democrático, con elecciones periódicas en el marco de un ambiente de ampliadas libertades públicas.
Los obispos consideran este acontecimiento como una oportunidad para compartir con los fieles católicos y personas de buena voluntad algunos elementos para la evaluación del estado de la Democracia en el Paraguay, a la luz del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI).
El sistema democrático de la Iglesia
El documento sostiene que en primer lugar, “la Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica (…). Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana.” (Compendio de la DSI, 406).
La evaluación de nuestra democracia:
- Una comunidad está sólidamente fundada, cuando tiende a la promoción integral de la persona y del bien común.
- La democracia no se limita a los tiempos electorales. Está fundada sobre la participación libre, respetuosa y responsable de todos los ciudadanos y ciudadanas. ¿Por qué la participación en las mismas elecciones va bajando?, cuestionan.
- ¿Se respeta el principio de la división de los poderes del Estado? En este principio se fundamenta el “Estado de derecho” en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres.
- Sobre la legislación, debemos preguntarnos: ¿las autoridades emiten leyes justas, es decir, conforme a la dignidad de la persona y a los dictámenes de la recta razón?.
- ¿La autoridad política responde y rinde cuentas de su proceder ante el pueblo?.
- Los representantes políticos ¿ejercen el poder con espíritu de servicio, mediante las virtudes de la paciencia, la modestia, la moderación, la caridad, la generosidad, siendo personas capaces de asumir como finalidad de su actuación el bien común y no el prestigio o el logro de ventajas personales?.
- ¿Cuál es la actitud y el compromiso de los representantes políticos frente a la corrupción?. La corrupción impide la realización del bien común.
- Los funcionarios de la administración pública, en todos los niveles – nacional, departamental, municipal- ¿tratan correctamente a los ciudadanos, con espíritu de servicio, y actúan con respeto hacia las personas?.
- Los partidos políticos, ¿interpretan las aspiraciones de la sociedad civil y las orienta hacia el bien común? ¿Ofrecen a los ciudadanos opciones de participación y acceso a las responsabilidades públicas? ¿Son democráticos en su estructura interna?.
- Los medios de comunicación social, ¿ofrecen a los ciudadanos información plural, veraz, oportuna y completa para favorecer la participación democrática?.
El mensaje
El proceso vivido en estos 30 años de transición democrática tuvo luces y sombras, pesando más estas últimas, lo que llevó a amplios sectores de la población a la desilusión y al pesimismo sobre las bondades del régimen democrático.
Sin embargo, las nuevas generaciones, que no conocieron ya las desgracias nacionales de los autoritarismos constituidos en sistemas, tienen, mediante el amplio ejercicio de las libertades públicas, una esperanza diferente. Esta valiosa realidad no garantiza, por sí, la calidad del proceso democrático, que sigue presentando déficit importante.
Necesitamos pasar de una democracia meramente formal, electoral, a una democracia como estilo de vida y de ejercicio de la política para la consecución del bien común.