Durante los primeros años de vida, el cere­bro debe “aprender a ver”; para ello, ambos ojos deben recibir imágenes cla­ras, en forma simultánea e igualmente focalizadas, para que sean procesadas a nivel cerebral. El período entre el nacimiento y los 9 años de vida se ha identificado como “período crítico” para el desa­rrollo visual; si el factor agre­sor es corregido a tiempo, la visión puede desarrollarse de manera normal.

Cualquier factor que interfiera en este proceso de aprendizaje provocará una reducción de la agudeza visual, lo que puede provocar discapacidad visual e incluso llegar a la ceguera, dependiendo de la precocidad, intensidad y duración del fac­tor agresor.

La reducción de la visión por falta de estimulación ade­cuada durante el período crí­tico del desarrollo visual es conocida como ambliopía; esta es la causa más común de pérdida de visión monocu­lar y, si es detectada a tiempo, puede revertirse. Algunas señales de que el escolar nece­sita ser evaluado por el oftal­mólogo son la presencia del dolor de cabeza frecuente, se guía con los dedos para leer, párpados caídos, des­vío de los ojos, pupila blanca, movimiento anormal de los ojos, diferencia de tamaño de alguno de los ojos, se acerca a la pizarra para copiar las tareas, se frota los ojos fre­cuentemente, trastornos o dificultad para tomar objetos con las manos y presenta lagri­meo o enrojecimiento de los ojos constantemente.

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Para evitar retrasos en los pro­cesos de aprendizaje, lo ideal es acudir al control con el oftal­mólogo una vez al año desde el nivel inicial hasta la adolescen­cia. Si el escolar utiliza correc­ción con lentes, debe ser contro­lado anualmente para verificar si existe variación en su receta.

En cuanto a los usos de los dis­positivos digitales, los peque­ños de 0 a 2 años no deben ser expuestos a pantallas digitales. De 2 a 5 años, entre 30 minu­tos y 1 hora al día bajo super­visión de un adulto, de 7 a 12 años: hasta 1 hora al día; mayor de 12 años, se recomienda no pasar más de 2 horas al día, realizando descansos cada 20 minutos para evitar trastornos oculares.

Recordemos que lo que los niños pequeños ven desde el nacimiento para ellos es lo nor­mal; solamente a través de eva­luaciones oftalmológicas se pueden detectar alteraciones en la salud de los ojos, pudiendo así realizar tratamientos para evitar la pérdida de visión.

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