- Por Karina Ríos
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El 31 de diciembre de 1996, la ciudad de Asunción y sus habitantes vieron partir en su último viaje al tranvía. Estas máquinas llenaron de historia y buenos momentos a los ciudadanos que a diario las utilizaron. Por muchos años fueron el atractivo principal de la ciudad, donde no se distinguían clases sociales, representando un capítulo significativo para la capital.
La primera línea de tranvía eléctrico comenzó a circular en Asunción el 7 de julio de 1913, cuando Juan Carosio, entonces representante de las compañías alemanas (AEG y Siemens), junto con autoridades nacionales, firmaron un contrato para electrificar el tranvía de Asunción.
Sin embargo, mucho antes de que el tranvía fuera eléctrico o electrificado, existía una línea de trenes de tracción animal, movidos por caballos o mulas, que comenzó a circular en 1861. Según el investigador Allen Morrison, el primer tranvía que circuló en Asunción fue construido por James Horrocks, un director inglés de la Paraguay Central Railway.
Tras ser eléctrico, este medio de transporte fue el más utilizado por las personas, porque permitía recorrer la ciudad capitalina y varias otras de sus alrededores. Lamentablemente, en la década de 1990 su uso empezó a decaer tras la llegada de los autobuses, que eran más veloces. Así, el último viaje del tranvía fue el 31 de diciembre de 1996; volvió a circular esporádicamente hasta 1997.
CAPÍTULO SIGNIFICATIVO PARA ASUNCIÓN
Para el historiador e investigador Ángel Piccinini, la historia del tranvía en Asunción representa uno de los capítulos más significativos en el desarrollo urbano y social de Paraguay. “Este acontecimiento fue especialmente relevante considerando el contexto histórico: la ciudad estaba emergiendo de una devastadora guerra y buscaba caminos hacia la modernización”, detalló en entrevista con La Nación/Nación Media.
Apuntó que fue notable que en la ciudad capital implementaran este sistema de transporte solo cuatro años después que Buenos Aires; eso demostró una notable visión de progreso para la época. “Los primeros tranvías fueron de tracción animal, tirados por caballos y mulas, y aprovecharon las vías existentes que conectaban el puerto con la estación central del ferrocarril”, señaló.
El historiador afirmó que estos primeros vehículos, conocidos como “tramways”, tenían una capacidad limitada de aproximadamente 20 pasajeros, con un diseño abierto y ventilado, caracterizado por largos bancos que ocupaban todo el ancho del vehículo. Se desplazaban a una velocidad máxima de 10 kilómetros por hora, lo que en aquella época podía parecer exasperante para algunos.
“La operación del tranvía involucraba a varios personajes característicos que se volvieron parte esencial del paisaje urbano. El cochero, quien más tarde sería llamado motorman en la era eléctrica, era el encargado de conducir el vehículo. El mayoral actuaba como guarda y cobrador de boletos, mientras que el cornetero tenía la importante tarea de anunciar el paso del tranvía”, refirió.
Otro personaje destacado era el cuarteador, quien asistía en los tramos difíciles, especialmente en las cuestas, donde a veces incluso los propios pasajeros debían ayudar a impulsar el vehículo. “Como toda innovación, el tranvía enfrentó inicialmente algunas resistencias. Algunos ciudadanos temían que las vibraciones pudieran dañar las estructuras de las casas cercanas a las vías, mientras que otros se preocupaban por posibles accidentes en las esquinas”, manifestó en LN.
Piccinini resaltó que rápidamente se convirtió en un elemento democratizador del transporte urbano, ya que en sus vagones coincidían personas de todas las clases sociales: ministros viajaban junto a obreros, catedráticos compartían espacio con mucamas y sirvientas.
“El servicio se caracterizaba por su personalización: no existían paradas preestablecidas, y los pasajeros podían descender incluso frente a sus propios domicilios. El personal mostraba especial atención a los ancianos, llegando incluso a acompañarlos algunos pasos tras su descenso. La vida alrededor del tranvía reflejaba un ritmo más pausado y familiar”, puntualizó.
ANÉCDOTAS EN LAS VÍAS
Muchas personas aún recuerdan los viajes que dieron las unidades de los tranvías y lo maravilloso que era recorrer las vías de la ciudad en uno de estos artilugios. “Creo que el pasaje costaba entre 5 y 15 guaraní allá por 1978″, “soy mamá de 2 adolescentes y no sabes como siento que mis hijos no pudieran vivir todo esta linda época que yo viví en el tranvía”, fueron las palabras de los internautas.
En la cuenta de Facebook “Asunción de Antaño” cada año comparten fotos y recuerdan los viajes que dio el tranvía por la ciudad capital. En cada imagen se leen cientos de comentarios de los que tuvieron la posibilidad de usar esta movilidad y cuentan sus anécdotas e imaginan cómo sería en la actualidad si se siguiera contando con este medio.
“Una foto inmortalizó a nuestro querido tranvía. Si te pones a pensar ni siquiera contaminaba el ambiente”, “¡Qué lindos recuerdos! Me encantaría que volvieran, pero creo que van a quedar solo en los recuerdos”, “me acuerdo del ruido que hacía al conectarse de un cable al otro, se escuchaba una chispa”, “recuerdo los paseos en tranvía con mi mamá, quisiera cerrar mis ojos y luego abrir y encontrarme en ese instante”, expresaron.
MÁXIMO ESPLENDOR EN LOS 30
Según el trabajo presentado por el investigador Allen Morrison, los planos para electrificar el tranvía comenzaron a ser diseñados hacia 1900 por medio de franquicias entre Paraguay, Argentina, Inglaterra, Alemania, Italia y Estados Unidos. Resaltó que el Paraguay Central Railway adquirió los derechos de luz y energía de la ciudad, formó la Asunción Light & Power Co. y ordenó 20 tranvías de la United Electric de Inglaterra en 1909.