• Por Valentina Jara

En los últimos años, die­tas como la keto o dieta cetogénica y low carb han ganado relevancia y popu­laridad entre las personas. Estas formas de alimentación consisten en una ingesta baja en carbohidratos, mediana en proteínas y rica en gra­sas. El objetivo principal de la dieta keto es inducir un estado metabólico llamado cetosis, en el cual el cuerpo, al tener esca­sez de carbohidratos para obte­ner energía, comienza a que­mar grasas almacenadas y produce cetonas como fuente alternativa de energía.

Sin embargo, existe una gran cantidad de mitos y desinfor­mación en cuanto a este estilo de vida, es por eso que desde La Nación/ Nación Media, conver­samos con la licenciada Nata­lia Chaparro Fox, nutricionista especializada en la alimenta­ción cetogénica.

“Me adentré en keto y low carb debido a una patología familiar. Quería prevenir que esta con­dición siguiera afectando a mi familia. Investigando más me empapé del tema, y era super­interesante y extraño porque no tenía nada que ver con todo lo que aprendí en la universi­dad. Al aplicarlo, fue impresio­nante el cambio”, nos comenta la licenciada sobre cómo llegó a estudiar estas dietas.

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Chaparro explicó todos los beneficios que conlleva esta forma de alimentación: “Mejora desde las proporcio­nes del cuerpo hasta la ener­gía, cambia completamente la vida de quien lo aplica”. Según ella, la clave está en evitar ali­mentos refinados y procesados, siguiendo un patrón alimenti­cio más “mediterráneo”, donde se consumen productos natu­rales con el menor procesa­miento posible.

Aseguró que uno de los mayo­res mitos sobre la dieta keto es que se comen solo alimentos ultraprocesados y grasas. “Hay gente que aplica la dieta desde la desinformación, pero en un caso ideal se busca siempre el equilibrio, proteínas, verduras y frutas de todos los colores son bienvenidas”, indicó.

Además, enfatizó que la balanza no lo es todo, y que es fundamental enfocarse en la calidad de vida que nos ofrece nuestra alimentación. “Tenemos que olvidarnos de la balanza y empezar a mirar la cantidad de patologías que produce el no saber lo que esta­mos comiendo”. Señaló que, incluso, existen trastornos psi­cológicos mal diagnosticados que tienen raíz en la alimenta­ción y el estilo de vida.

Para ella, es crucial que los consumidores aprendan a leer los ingredientes de los productos más allá de las calorías o la información nutricional superficial. “Yo promuevo formar consumi­dores conscientes. Un juguito en polvo que te dice light, que se vende en el súper, ok 0 calorías, pero ¿a expensas de qué?, ¿de qué colorante, qué edulcorante y qué le está haciendo a mi cuerpo?

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