Compradores reco­rriendo los pasillos y observando las gón­dolas, las cajeras cobrando a filas de clientes, el patio de comidas lleno de personas en busca del almuerzo domin­guero, familias sentadas en las mesas disfrutando de un compartir. Ese era el escena­rio previo en el supermercado Ycuá Bolaños antes de que el infierno se desatara aquel 1 de agosto de 2004.

Una explosión en el área del patio de comidas marcó el ini­cio del fuego, cerca del medio­día. Las alarmas sonaron y la desesperación se apoderaron de los cientos de clientes que intentaban salir, mientras que las puertas se cerraban, según los testigos sobrevivientes. Los propietarios del supermer­cado ordenaron que los clien­tes debían de abonar antes de salir, una decisión que horas más tarde confirmaría el alto costo que debieron de pagar cientos de familias.

El incendio inició aproximadamente a las 11:30 horas.FOTO: GENTILEZA

Ese domingo, Cristhian Sosa solo fue al supermercado en busca de un producto que le faltaba para completar el tra­dicional almuerzo familiar. No pensó demorarse más de 15 minutos y jamás se hubiera imaginado que aquel caluroso 1 de agosto marcaría para siem­pre el resto de su vida.

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“Yo me quedé atrapado en la rampa de salida, donde se cerraron las puertas. Estuve atrapado ahí, traté de arro­dillarme, como para tirarme hacia un jardín interno, pero las llamas pasaron sobre nosotros y luego enfrente nuestro. En esa zona murió la mayoría de la gente, yo me caí y encima de mí empe­zaron a caer los cuerpos de otras personas, esos cuer­pos me cubrieron”, recordó el sobreviviente Cristhian Sosa en conversación con La Nación /Nación Media.

El grito de auxilio de las perso­nas que estaban a su alrededor poco a poco iba apagándose, luego de ser presas del fuego que consumía todo a su paso. En cuestión de minutos, el silencio en el interior era irre­versible y solo se escuchaba a lo lejos algunos hombres que continuaban pidiendo ayuda y las sirenas de los bomberos que desde el exterior no logra­ban avanzar.

En medio de las llamas y sin la posibilidad aparente de levan­tarse, Sosa recuerda solo inten­tar salir de entre las demás víctimas y cuando pierde las fuerzas debido al humo inha­lado, empieza a sentir gotas de agua fresca. Así puede ver uno de los primeros boque­tes abiertos por los bomberos voluntarios para rescatar a la mayor cantidad de personas posibles.

“Yo fui uno de los primeros en salir por el boquete que se abrió sobre Artigas, los bom­beros lograron sacarme al igual que a muchas personas. Intentaban en medio del humo vernos y evacuarnos, a mí me dieron agua y cuando estaba más lúcido, me subieron a una patrullera y me llevaron al hos­pital”, recordó Sosa.

Más del 50 % de los fallecidos eran del barrio Trinidad o barrios adyacentes.FOTO: GENTILEZA

UN BARRIO DE LUTO

El supermercado Ycuá Bola­ños era uno de los puntos cen­trales del barrio Trinidad, ya que la mayoría de los habi­tantes acudían al mismo de manera asidua. Ese domingo no era la excepción.

“Yo y mi marido somos perso­nas pertenecientes al barrio Trinidad, vivimos a dos cua­dras y media del supermer­cado. En mi cuadra fallecieron 16 personas. Nosotros somos los dos únicos que se salvaron junto con su familia, tuvimos la suerte que muchos no tuvie­ron. Eso fue muy traumático para todos, porque lo que ocu­rrió fue terrible”, mencionó Liz Torres, sobreviviente y miem­bro de la Coordinadora de Víc­timas del Ycuá Bolaños a La Nación/Nación Media.

A 20 años de esta tragedia, ella reconoció que el barrio con­tinúa trabajando para recu­perarse de las pérdidas vivi­das, ya que más del 50 % de los fallecidos eran de la zona y, a su vez, familiares, amigos y cono­cidos. El dolor sigue tan pre­sente, motivo por el cual con­tinúan luchando por la tan anhelada justicia para cien­tos de familias que quedaron destruidas.

“Las personas que intentaron salvarse con nosotros cubrie­ron nuestros cuerpos y por eso estamos vivos, además del auxilio que nos dieron los bomberos al romper las pare­des y hacer los boquetes para sacarnos sobre la avenida Arti­gas y por la rampa. Desde aquel momento, para nosotros fue un compromiso enorme levan­tar la voz y luchar por la justicia y la memoria. Y es lo que segui­mos haciendo a 20 años”, enfa­tizó Liz Torres.

LA MEMORIA

El incendio del Ycuá Bolaños es considerada como una de las tragedias más grandes en tiempos de paz que ha tenido que enfrentar el Paraguay. Se estima que cerca de 400 per­sonas murieron en el incendio y aún continúan hasta hoy 6 personas desaparecidas, entre ellas, dos niños.

En aquellos días donde la tris­teza por la pérdida de un fami­liar, amigo o conocido era una constante, donde los hospita­les se encontraban colapsa­dos por la cantidad de heridos que luchaban por sobrevivir, y donde decenas de personas seguían buscando a sus seres queridos desaparecidos, la pro­pia situación en común hizo que las personas se unieran en colectivos diversos para así afrontar la tragedia.

“Hay cosas que los propios afectados por su propia cuenta tuvieron que conjuntamente ir sanando, hay gente que per­dió mucho y, por tanto, de algún modo también tuvo que hacer frente a aquello de una manera bastante autónoma, sin ayuda de profesionales, pero con el acompañamiento de otras víctimas”, indicó Cristhian Olmedo, vocero de la Coordina­dora de Víctimas del Ycuá Bola­ños a La Nación/Nación Media.

“Desde la Carrera de Psicolo­gía nos convocaron para dar contención a las víctimas, a los familiares. Pero, ¿qué le podemos decir a una persona que perdió a toda su fami­lia, a su hijo, a su padre, a sus hermanos? Nosotros estába­mos con ellos, pero no podés pedirle que te hable dema­siado. Muchas veces les acom­pañamos en silencio, tomando la mano o dando un abrazo”, dijo el licenciado Gustavo Sosa, quien comentó que para él fue una experiencia que le marcó bastante.

LA CONDENA

Sin dudas, el fallo de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, dictado el 6 de agosto de 2009, fue catalogado como un hecho histórico. Esto por­que confirmó las condenas carcelarias para los principa­les directivos de la cadena de supermercados. En la resolu­ción de la máxima instancia judicial se ratificó la condena de 12 años de cárcel para Juan Pío Paiva, principal directivo del Ycuá Bolaños, la pena de 10 años de prisión para Víctor Daniel Paiva (hoy fallecido) y quien era hijo de Juan Pío Paiva; también se ratificó la condena de 5 años de pena pri­vativa de libertad para el guar­dia Daniel Areco; en tanto que el accionista de la firma Hum­berto Cassacia fue sentenciado a 2 años y 6 meses de prisión.

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