- Por Sara Valenzuela
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Compradores recorriendo los pasillos y observando las góndolas, las cajeras cobrando a filas de clientes, el patio de comidas lleno de personas en busca del almuerzo dominguero, familias sentadas en las mesas disfrutando de un compartir. Ese era el escenario previo en el supermercado Ycuá Bolaños antes de que el infierno se desatara aquel 1 de agosto de 2004.
Una explosión en el área del patio de comidas marcó el inicio del fuego, cerca del mediodía. Las alarmas sonaron y la desesperación se apoderaron de los cientos de clientes que intentaban salir, mientras que las puertas se cerraban, según los testigos sobrevivientes. Los propietarios del supermercado ordenaron que los clientes debían de abonar antes de salir, una decisión que horas más tarde confirmaría el alto costo que debieron de pagar cientos de familias.
Ese domingo, Cristhian Sosa solo fue al supermercado en busca de un producto que le faltaba para completar el tradicional almuerzo familiar. No pensó demorarse más de 15 minutos y jamás se hubiera imaginado que aquel caluroso 1 de agosto marcaría para siempre el resto de su vida.
“Yo me quedé atrapado en la rampa de salida, donde se cerraron las puertas. Estuve atrapado ahí, traté de arrodillarme, como para tirarme hacia un jardín interno, pero las llamas pasaron sobre nosotros y luego enfrente nuestro. En esa zona murió la mayoría de la gente, yo me caí y encima de mí empezaron a caer los cuerpos de otras personas, esos cuerpos me cubrieron”, recordó el sobreviviente Cristhian Sosa en conversación con La Nación /Nación Media.
El grito de auxilio de las personas que estaban a su alrededor poco a poco iba apagándose, luego de ser presas del fuego que consumía todo a su paso. En cuestión de minutos, el silencio en el interior era irreversible y solo se escuchaba a lo lejos algunos hombres que continuaban pidiendo ayuda y las sirenas de los bomberos que desde el exterior no lograban avanzar.
En medio de las llamas y sin la posibilidad aparente de levantarse, Sosa recuerda solo intentar salir de entre las demás víctimas y cuando pierde las fuerzas debido al humo inhalado, empieza a sentir gotas de agua fresca. Así puede ver uno de los primeros boquetes abiertos por los bomberos voluntarios para rescatar a la mayor cantidad de personas posibles.
“Yo fui uno de los primeros en salir por el boquete que se abrió sobre Artigas, los bomberos lograron sacarme al igual que a muchas personas. Intentaban en medio del humo vernos y evacuarnos, a mí me dieron agua y cuando estaba más lúcido, me subieron a una patrullera y me llevaron al hospital”, recordó Sosa.
UN BARRIO DE LUTO
El supermercado Ycuá Bolaños era uno de los puntos centrales del barrio Trinidad, ya que la mayoría de los habitantes acudían al mismo de manera asidua. Ese domingo no era la excepción.
“Yo y mi marido somos personas pertenecientes al barrio Trinidad, vivimos a dos cuadras y media del supermercado. En mi cuadra fallecieron 16 personas. Nosotros somos los dos únicos que se salvaron junto con su familia, tuvimos la suerte que muchos no tuvieron. Eso fue muy traumático para todos, porque lo que ocurrió fue terrible”, mencionó Liz Torres, sobreviviente y miembro de la Coordinadora de Víctimas del Ycuá Bolaños a La Nación/Nación Media.
A 20 años de esta tragedia, ella reconoció que el barrio continúa trabajando para recuperarse de las pérdidas vividas, ya que más del 50 % de los fallecidos eran de la zona y, a su vez, familiares, amigos y conocidos. El dolor sigue tan presente, motivo por el cual continúan luchando por la tan anhelada justicia para cientos de familias que quedaron destruidas.
“Las personas que intentaron salvarse con nosotros cubrieron nuestros cuerpos y por eso estamos vivos, además del auxilio que nos dieron los bomberos al romper las paredes y hacer los boquetes para sacarnos sobre la avenida Artigas y por la rampa. Desde aquel momento, para nosotros fue un compromiso enorme levantar la voz y luchar por la justicia y la memoria. Y es lo que seguimos haciendo a 20 años”, enfatizó Liz Torres.
LA MEMORIA
El incendio del Ycuá Bolaños es considerada como una de las tragedias más grandes en tiempos de paz que ha tenido que enfrentar el Paraguay. Se estima que cerca de 400 personas murieron en el incendio y aún continúan hasta hoy 6 personas desaparecidas, entre ellas, dos niños.
En aquellos días donde la tristeza por la pérdida de un familiar, amigo o conocido era una constante, donde los hospitales se encontraban colapsados por la cantidad de heridos que luchaban por sobrevivir, y donde decenas de personas seguían buscando a sus seres queridos desaparecidos, la propia situación en común hizo que las personas se unieran en colectivos diversos para así afrontar la tragedia.
“Hay cosas que los propios afectados por su propia cuenta tuvieron que conjuntamente ir sanando, hay gente que perdió mucho y, por tanto, de algún modo también tuvo que hacer frente a aquello de una manera bastante autónoma, sin ayuda de profesionales, pero con el acompañamiento de otras víctimas”, indicó Cristhian Olmedo, vocero de la Coordinadora de Víctimas del Ycuá Bolaños a La Nación/Nación Media.
“Desde la Carrera de Psicología nos convocaron para dar contención a las víctimas, a los familiares. Pero, ¿qué le podemos decir a una persona que perdió a toda su familia, a su hijo, a su padre, a sus hermanos? Nosotros estábamos con ellos, pero no podés pedirle que te hable demasiado. Muchas veces les acompañamos en silencio, tomando la mano o dando un abrazo”, dijo el licenciado Gustavo Sosa, quien comentó que para él fue una experiencia que le marcó bastante.
LA CONDENA
Sin dudas, el fallo de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, dictado el 6 de agosto de 2009, fue catalogado como un hecho histórico. Esto porque confirmó las condenas carcelarias para los principales directivos de la cadena de supermercados. En la resolución de la máxima instancia judicial se ratificó la condena de 12 años de cárcel para Juan Pío Paiva, principal directivo del Ycuá Bolaños, la pena de 10 años de prisión para Víctor Daniel Paiva (hoy fallecido) y quien era hijo de Juan Pío Paiva; también se ratificó la condena de 5 años de pena privativa de libertad para el guardia Daniel Areco; en tanto que el accionista de la firma Humberto Cassacia fue sentenciado a 2 años y 6 meses de prisión.