Una historia de amor prohibida, ambición y conflictos familiares llevaron a un adolescente, allá por 1915, a maquinar la forma de acabar con la vida de sus padres y que todo pareciera un accidente. Pero como no existe el crimen perfecto, justamente los rastros de ese amor prohibido fueron los que dieron la pista para llevar a esclarecer el hecho. En esta nota de Crímenes en la Historia te contamos sobre el parricida de Villa Morra: Gastón Gadín.
Es el caso del asesinato de Lorenzo Gadín y su esposa Emma Lacour, una pareja de franceses que llegó de París, Francia, con su hijo Gastón, a inicios de 1900. El crimen conmocionó al país por la ferocidad del hecho y sobre todo por quien lo ejecutó. La sociedad de segunda década del siglo XX presionó para que se dé una condena ejemplar, pese a que se presumía que el autor del doble homicidio era un adolescente.
La pareja conformada por Lorenzo y Emma amasó una importante fortuna con numerosos negocios de tierras y otros. Habían llegado al país en el año 1912 y se instalaron en una casaquinta situada en el barrio Villa Morra, en Asunción, donde hoy funciona la Casa Cuna, sobre Mariscal López y Senador Long.
La relación familiar, como era habitual en el siglo pasado, estaba regida por el padre, quien era bastante estricto y cuando se enteró del amorío que tenía su hijo Gastón con Ana Meyeregger, sobrina de uno de los peones de Lorenzo, se opuso tenazmente al idilio, pese a que su hijo estaba enamorado.
La prohibición de no poder seguir con la relación amorosa hizo que aumentara la rabia del adolescente, en esta ocasión por no poder cortejar a su enamorada. Esto fue el punto de quiebre para empezar a pensar cómo acabar con la vida de sus padres. En su mente, el adolescente tenía el plan perfecto, pero necesitaba de la ayuda de alguien, por lo que acudió a su amigo Cipriano León, quien era carnicero y a quien, según las crónicas, convenció de participar del crimen a cambio de dinero.
Si todo salía como Gastón planeaba, él quedaría como único heredero de la gran fortuna amasada por sus padres y podía pagarle a Cripiano por sus servicios y vivir libremente su amor con Ana. Sin embargo, durante el velorio de sus padres, tanto Gastón como Cipriano cayeron presos.
EL DÍA DEL PARRICIDIO
El 26 de julio de 1915 fue la fecha escogida por Gastón para materializar el doble crimen. El joven esperó hasta casi la medianoche para que su padre Lorenzo ingrese a su habitación para descansar con su madre Emma. Fue allí cuando entró a la pieza con un hacha y directamente atacó por la espalda a su madre, a quien le aplicó un golpe en la cabeza y la mató en el acto. Sin mediar palabras, se lanzó sobre su padre a quien le dio varios golpes con el hacha.
Aunque ya sus padres habían muerto, Gastón igual les seguía asestando a hachazos hasta que ingresó a la habitación Cipriano León, el carnicero amigo de Gastón, quien le proporcionó el combustible para quemar los cuerpos. Según el hijo de la pareja, al fallecer sus padres todo el dinero que tenía la familia le iba a quedar a él como único hijo y familiar. Parte de ese dinero lo iba a compartir con Cipriano. Con esta última promesa el cómplice se acopló al macabro plan.
COMUNICACIÓN DEL CRIMEN
Luego de darse a conocer la información sobre el crimen de la pareja, intervino la Policía, que comunicó el caso al juez de Paz de La Recoleta, Pedro J. González. El magistrado ordenó la detención para indagar a Gastón Gadín y la empleada, luego los dos fueron liberados.
Pero las cosas cambiaron cuando en la escena del hecho la Policía encontró una carta de Ana Mayeregger que tenía su tío Carlos, para entregarle a Gastón. En ella, la joven le instaba a no realizar lo que tenía pensado hacer, pero que, si lo hacía, igual lo amaría siendo asesino.
Por la carta que interceptó la Policía se conoció del terrible crimen. El hijo de la pareja asesinada estaba en pleno velatorio cuando ingresaron los uniformados y le dijeron que su cómplice ya dijo quién fue el autor del doble crimen y Gastón cayó en la trampa y admitió que cometió el hecho junto con Cipriano León.
JUEZ EN LO CRIMINAL
Ante las evidencias, el proceso fue remitido al juez en lo Criminal Nicanor Patiño, con el informe de la Policía, que mencionaba que ambos, es decir Gastón y Cipriano, habían admitido ser los autores del doble homicidio. Ambos declararon ante la Justicia, pero Gastón reconoció que contrató a León, pero solo para matar al padre, no a la madre.
JUICIO POR JURADO
Tras la investigación policial, el proceso fue elevado al Tribunal de Jurados, el 1 de marzo de 1917, con el libelo acusatorio del fiscal Héctor Zalaberry, quien solicitó 30 años de cárcel para Gastón Gadín, por ser menor de edad, y la pena de muerte para Cipriano León.
El jurado quedó conformado por Matías Gadea, Eduardo Brugada, Juan Carlos Garcete, Laureano Dávalos, Dr. José Antonio Pérez, Juan Aldama, Pedro Vera, Gerónimo A. Riart (h), Nicasio Dávalos, Ceferino Olmedo, Cándido Guillén y Vicente Latazza. Eran suplentes Carlos Mersán y Antonio Bianchi.
El juicio se llevó a cabo el 18 de junio de 1917. Una gran cantidad de personas estaban esperando sobre lo que podría registrarse con las dos personas responsables del doble crimen. El fiscal del caso señaló que Gadín merecía la pena de muerte, a lo que el público festejó el pedido a los gritos.
El juicio culminó en la madrugada del 19 de junio de 1917, donde la Justicia dictó sentencia tras la decisión del jurado. La Justicia condenó a Gastón Gadín y a Cipriano León a la pena de muerte. Esto debido a que no se pudo comprobar que Gadín era menor de edad, considerando que en la legislación estaba prohibida sentenciar a muerte a un menor de edad.
EJECUCIÓN DE LA CONDENA
Finalmente, el sábado 1 de diciembre de 1917, el magistrado dispuso vía notificación a la Policía que debía cumplirse la sentencia irrevocable de los acusados. Gastón y Cipriano debían ser fusilados en la cárcel pública. La orden judicial se dio cumplimiento siendo las 17:00 ante una multitud que se agolpaba para ver cómo eran fusilados y terminaba la historia de los amigos Gastón y Cipriano.