Por cuarto año consecutivo, la campaña global “Julio sin plástico” se realiza en Paraguay, impulsada por la Fundación Paraguay Sin Basura y sus aliados, y que está inspirada en la iniciativa del movimiento “Plastic Free July”, presente en más de 190 países y con más de 150 millones de participantes en 2023.La propuesta consiste en alentar a que cada paraguayo elimine por lo menos un plástico de un solo uso por todo el mes de julio. Desde @paraguaysinbasura, las redes sociales cobrarán vida a medida que las personas publiquen en redes y compartan el desafío con el hashtag #JulioSinPlásticoPY.
El problema con los plásticos de un solo uso es que “son productos que están destinados a ser utilizados solo una vez. Más del 50 % de los plásticos producidos en el mundo están destinados a ser de un solo uso, y este es el problema. Algunos se reciclan, pero la mayoría terminan en la naturaleza”, explica Clemmie Winkler, presidenta de Fundación Paraguay Sin Basura.
CALENDARIO DE DESAFÍOS
Como herramienta para este desafío lanzan la “Guía de reciclaje” para orientar al usuario en determinar de manera fácil qué tipo de productos son reciclables en Paraguay, y los que sí o sí se deben evitar para ser consumidores más responsables desde el momento de hacer las compras y qué hacer con los residuos generados. También comparten el calendario de desafíos para que los consumidores puedan reducir el uso de plásticos durante este mes. Ambos se pueden encontrar en www.paraguaysinbasura.com y redes como @paraguaysinbasura.
DESAFÍOS PARA LAS EMPRESAS
Este año, además de enfocarse en el ámbito personal, la Fundación Paraguay sin Basura asume el desafío de guiar a las empresas sobre cómo lograr impacto y resultados significativos a nivel corporativo mediante proyectos socioambientales que contribuyan a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS 17).
Los plásticos y más aquellos que son de un solo uso son una gran preocupación ambiental debido a su durabilidad y lenta tasa de descomposición, porque pueden obstruir los desagües y vías fluviales, provocando contaminación del agua y la propagación de enfermedades como el dengue y chikungunya. Además, los plásticos se descomponen en microplásticos que, eventualmente, llegan a los océanos e interfieren en la cadena alimenticia, depositándose incluso en nuestra sangre. Se estima que para el 2050 habrá más plástico que peces en el mar.