Al término de los alegatos del abo­gado Hugo Tomei, defensor de los rugbistas en el caso del juicio por el ase­sinato de Fernando Báez Sosa, los ocho imputados tuvieron la oportunidad de hablar antes de que el tribu­nal entre en etapa de deli­beración. Los procesados se expresaron en la misma línea, y sus gestos corpora­les fueron analizados por un experto en comunicación no verbal, que aseguró que no denotan arrepentimiento y que fueron bien asesorados.

“No hay arrepentimiento, no hay alguien que realmente llora, no se miran a los ojos, no miran a los ojos ni a la madre (de Fernando) cuando hablan, ni lo nombran”, señaló el especialista Marcelo Sola en comunicación con el canal argentino TN.

De acuerdo a lo que indicó el experto, no cabe duda de que todo lo que dijeron los rugbis­tas estuvo premeditado y estu­vieron asesorados en cuanto a lo que tenían que decir, por lo que cuando se expresaron y pidieron disculpas, no se pudieron ver señales o gestos de que sea auténtico o genuino lo que manifestaron. “Siguie­ron hablando en equipo, cuando comenzó el juicio los ocho estaban sentados de la misma manera, y siguieron así. El final fue de la misma forma, no hubo cambios cor­porales en cuanto a expresar lo que sentían, no hay arrepenti­miento”, aseveró Sola.

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Además, indicó que mientras hablaban los ocho imputados, todos estaban bajo la atenta mirada de su representante legal, lo que da a entender que Tomei iba “siguiendo la letra” de lo que debían decir los pro­cesados. “Como que estaba todo armado”, enfatizó.

Máximo Thomsen, uno de los rugbistas, se quebró mien­tras pedía disculpas por lo sucedido; no obstante, para el experto en comunicación, no se lo ve sincero puesto que sus gestos no son com­patibles con ese sentimiento. “En el arrepentimiento real uno agacha la cabeza como guardándose las emociones porque te genera vergüenza lo que hiciste”, indicó Sola quien mencionó que eso no se observó en el imputado.

“Están encerrados en el superyó, en el ego”, subrayó el especialista, a la par que men­cionó que por la forma en que se expresaban y presionaban los labios al hablar, se denota que querían decir algo más, pero que no estaban habilita­dos a hacerlo, puesto que había una marcada línea discursiva.

Todos los imputados pidie­ron disculpas por lo ocurrido, remarcaron que no hubo inten­ciones de matar a nadie, pero en ningún momento asumieron la responsabilidad de haber oca­sionado la muerte de Fernando Báez Sosa, ninguno se dirigió personalmente a los padres del joven fallecido, ni lo nombra­ron y se refirieron a él como “un chico de nuestra edad”.

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