Con una procesión, una celebración eucarística y un festival artístico, ayer la comunidad religiosa de Itá Enramada y la Misión Libanesa Maronita del Paraguay celebraron la solemnidad de san Charbel. La santa misa arrancó tras la entonación del Himno Nacional paraguayo y del Líbano. La celebración eucarística por la solemnidad de san Charbel, el hombre de los milagros, fue presidida por el cardenal electo monseñor Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de la Santísima Asunción, quien por primera vez visitó esta comunidad y fue recibido con mucho cariño.
Monseñor Martínez, en su homilía, aseguró que san Charbel fue uno de los santos más milagrosos del mundo, junto con San Pío. “Hoy estamos aquí celebrando a este santo que subió también al monte con Jesús y meditó este evangelio de las bienaventuranzas que hemos proclamado. Allí, en esa ermita, san Charbel permaneció oculto a los ojos del mundo, se humilló ante Dios y por eso Dios lo exaltó. Cartas en todo el mundo y en todas las lenguas han llegado para dar testimonio a este gran santo y esta grandeza que logró san Charbel es gracias a su unión íntima con el Señor”, dijo monseñor Martínez durante su homilía.
“San Charbel dejó varios legados al mundo, como escritos, su gran amor a Dios y su oración constante; si bien no se caracterizó por dejar grandes obras, estando en el desierto siempre se encontraba en presencia constante de Dios en oración, por lo que Dios llama a los cristianos a ser como san Charbel, al ser bautizados, andar en su presencia mediante la oración”, dijo.
Cada tercer domingo de julio se celebra su misa mensual con la bendición del aceite curativo mezclado con el aceite de su tumba y se realiza la procesión con sus reliquias, su fraternidad se instituyó en el 2018. La parroquia san Charbel está ubicada en Clementino Ocampos casi Ypeku, Itá Enramada, en Asunción. Fue fundada en el 2009 por la Congregación de los Misioneros Libaneses Maronitas. La misma se convirtió en sede de los católicos orientales en el país y sus celebraciones litúrgicas se hacen según el rito latino y el rito maronita, que se remontan a los primeros siglos del cristianismo, en el arameo, idioma nativo de Cristo.