COMENTARIO
Por Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad
En esta hora oscura, en la que asistimos a la invasión no provocada e injustificada de Rusia a Ucrania y a campañas masivas de desinformación y manipulación informativa es esencial distinguir las mentiras –inventadas para justificar lo injustificable– de los hechos. Y los hechos son que Rusia, una gran potencia nuclear, ha atacado e invadido un país vecino, pacífico y democrático, que no constituía una amenaza para ella. Por si fuera poco, el presidente Putin amenaza con tomar represalias contra cualquier otro país que acuda al rescate del pueblo ucraniano. Tal uso de la fuerza y coerción no tiene cabida en el siglo XXI.
Lo que está haciendo el presidente Putin no solo es una grave violación del derecho internacional, sino que constituye una violación de los principios básicos de la convivencia humana. Con su decisión de traer de vuelta la guerra a Europa, regresamos a la “ley de la selva”, en la que la fuerza sustituye a la razón. Su objetivo no es solo Ucrania, sino la seguridad de Europa y el orden internacional basado en normas, el sistema de las Naciones Unidas y el derecho internacional.
Su agresión se está cobrando vidas inocentes, destrozando el deseo de la gente de vivir en paz. Están atacando objetivos civiles, violando claramente el derecho internacional humanitario, obligando a la gente a huir. Asistimos a una catástrofe humanitaria. Durante meses hemos invertido todos nuestros esfuerzos en lograr una solución diplomática. Pero Putin mintió descaradamente a todos los que se reunieron con él, fingiendo que le interesaba una solución pacífica. Muy al contrario, ha optado por una invasión total, por una guerra a gran escala.
Rusia debe poner fin de inmediato a sus operaciones militares y retirarse incondicionalmente de todo el territorio de Ucrania. Asimismo, Bielorrusia debe cesar inmediatamente su implicación en esta agresión y respetar sus obligaciones internacionales. De manera unánime, la Unión Europea ofrece su firme apoyo a Ucrania y a su pueblo. Se trata de una cuestión de vida o muerte. Por ello acabamos de adoptar un paquete de asistencia de emergencia a las fuerzas armadas ucranianas en su lucha.
La comunidad internacional debe responder ahora con un aislamiento de Rusia a gran escala, a fin de exigir responsabilidades al presidente Putin por esta agresión. Hemos puesto en marcha sanciones contra quienes financian la guerra, con el objetivo de paralizar el sistema bancario ruso y su acceso a las reservas internacionales.
La UE y sus socios ya han impuesto sanciones masivas a Rusia que apuntan a sus dirigentes y élites, y a sectores estratégicos de la economía dirigida por el Kremlin. El objetivo no es perjudicar al pueblo ruso, sino debilitar la capacidad del Kremlin para financiar esta guerra injusta. Para ello, estamos estrechamente alineados con nuestros aliados –Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Japón, Corea del Sur y Australia–. También vemos que muchos países del mundo se unen para proteger la integridad territorial y la soberanía de Ucrania, incluido el Paraguay y nuestros amigos de América Latina y el Caribe. Nos mantenemos unidos, del lado correcto de la historia, frente al horrible ataque de Rusia contra un país libre y soberano.
Para justificar sus crímenes, el Kremlin y sus partidarios han emprendido una campaña de desinformación masiva, que ya comenzó hace semanas. Hemos visto a los medios de comunicación estatales rusos y su ecosistema propagar falsedades en las redes sociales, con el objetivo de engañar y manipular. América Latina y Paraguay también han sido objeto de las operaciones de desinformación del Kremlin durante demasiado tiempo y es necesario denunciar esta manipulación informativa.
Los propagandistas del Kremlin llaman a la invasión una “operación especial”, pero este cínico eufemismo no puede ocultar el hecho de que en realidad estamos siendo testigos de una invasión de Ucrania en toda regla, con el objetivo de aplastar su libertad, su gobierno legítimo y sus estructuras democráticas. Llamar al gobierno de Kiev “neonazi” y “ruso-fóbico” es un despropósito: todas las manifestaciones del nazismo están prohibidas en Ucrania. En la Ucrania moderna, los candidatos de extrema derecha son un fenómeno marginal, con un apoyo mínimo, sin alcanzar el límite establecido para entrar en el parlamento. El gobierno ucraniano no ha aislado al Donbás, ni ha prohibido el uso de la lengua y la cultura rusas. Donetsk y Luhansk no son repúblicas, son regiones ucranianas controladas por grupos separatistas armados y respaldados por Rusia.
Nosotros lo sabemos y muchos rusos lo saben también. Desde el inicio de la invasión se han producido valientes protestas en ciudades de toda Rusia, exigiendo el fin de la agresión contra una nación vecina pacífica. Escuchamos sus voces y reconocemos su valentía al manifestarse, y también vemos a muchas figuras públicas destacadas en Rusia protestando contra esta invasión sin sentido.
Sigo trabajando con nuestros socios de todo el mundo para garantizar un frente común de la comunidad internacional contra el comportamiento del Kremlin. El pasado 25 de febrero, solo Rusia vetó una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la agresión rusa, con la abstención de China, India y los Emiratos Árabes Unidos. Paraguay copatrocinó esta resolución. Países de todo el mundo condenan los ataques de Rusia y en la Asamblea General, toda la comunidad internacional debe unir sus fuerzas y ayudar a poner fin a la agresión militar de Rusia mediante la adopción de la correspondiente Resolución de la ONU. Damos las gracias a Paraguay por apoyarla.
Todos los países con voluntad democrática deben exigir a Rusia el fin de esta agresión que viola de manera flagrante el derecho internacional, los principios de soberanía de los estados y su integridad territorial, la solución pacífica de las controversias y el pleno respeto por los derechos humanos. En este contexto, destacó la importancia de que Paraguay, como país miembro del Consejo de Derechos Humanos, continúe defendiendo estos mismos principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y reitere su llamamiento a Rusia a cesar sus acciones militares en Ucrania.
Tras esta guerra, el mundo no volverá a ser el mismo. Ahora, más que nunca, es el momento de que las sociedades y las alianzas se unan para construir un futuro cimentado en la confianza, la justicia y la libertad. Es el momento de levantarse y alzar la voz. La fuerza no da la razón. Nunca lo hizo. Nunca lo hará.