El Hogar de Ancianos San José de la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados será escenario de un festejo el próximo domingo 27 por el Día de la Mujer Paraguaya. A puro pulmón, Adela Zarza se encuentra organizando esta celebración con el espíritu de llevar alegría y rodear de afecto “a esas sencillas mujeres paraguayas que en el ocaso de su vida merecen más que nunca toda nuestra atención”.

El hogar está situado en la ciudad de Luque y acoge a una veintena de mujeres y varones de la tercera edad, en su mayoría en total estado de abandono por parte de sus familiares, pero que han tenido la dicha de ser abrazados por las monjas que con todo cariño los atienden en su senectud.

“Es muy triste saber que muchos de estos abuelitos tienen hijos, parientes, pero aun así están totalmente olvidados. Cada vez que visito los hogares de ancianos se me parte el corazón. Ellos, más allá de lo material, lo que necesitan es afecto, compañía, que sean visualizados”, señaló.

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Los abuelitos del Hogar de Adultos Mayores San Francisco de Asís de Luque reciben periódicamente la visita de Adela Zarza, quien en el 2020 decidió festejar con ellos sus 60 años.

“Ahora recurro a los medios para que ayuden a difundir este evento”, añadió, “para que acciones como estas puedan ser imitadas por otras personas. Hay mucho por hacer en los sectores más vulnerables de nuestra sociedad”, indicó Zarza en comunicación con La Nación.

LECCIÓN DE SOLIDARIDAD

La sensibilidad social no fue algo espontáneo en la vida de Adela, sino producto de una gran lección de solidaridad y empatía transmitida por una hija que falleció hace 16 años, que tenía un corazón muy generoso y lleno de bondad. “Mi Giovanny Giselle me enseñó a amar a los necesitados”, dijo conmovida.

Y relató: “Yo tenía hace unos años un bar en Cuatro Mojones, donde mi hija se pasaba regalando empanadas a todos los niños pobres que se acercaban a nuestro local. Yo me enojaba con ella. Como toda comerciante, yo solo quería ganar más”. Pero un día el infortunio cayó sobre su hogar. A sus tiernos 15 años, Giovanny, por algún motivo, tomó una drástica decisión que sumió en un profundo dolor a su familia, sobre todo a su madre.

“Recuerdo que unos días después de su fallecimiento siguieron viniendo a mi bar esos chicos a quienes ella daba de comer. Y sentía un pesar muy profundo, como un cargo de conciencia. Eso me marcó profundamente y a partir de ahí prometí que, en su memoria, ayudaría a la gente necesitada, al menos en lo que puedo”, prosiguió.

En una oportunidad, Zarza hizo posible que un grupo de nativos que ocupaba una plaza en el centro histórico de Asunción tuviera la cena de Navidad de sus sueños. “Esos niños iban a comer galleta con cocido; entonces hablé con el cacique y rápidamente me organicé para llevarles algo de comer. Fue muy emotivo”, recordó.

En otra ocasión, la alegría se trasladó a los niños de los alrededores del Congreso Nacional. “Fue en el Día de Reyes cuando llevé globo loco, merienda, golosinas y regalitos. Estaban felices los niños y esa alegría es mi mayor regalo. Esa felicidad que puedo darles a ellos es mi mayor satisfacción”, expresó.

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