• POR ROCÍO GÓMEZ
  • Encarnación

El anuncio que rea­lizó este martes el gobierno argentino sobre la reapertura de las fronteras en octubre con los países limítrofes, entre ellos Paraguay, fue recibido con muchas emociones en el departamento de Itapúa. Algunos escépticos, otros felices, otros resignados. Estas son algunas voces de los trabajadores fronterizos de Encarnación, una de las ciudades más golpeadas eco­nómicamente con el cierre del puente San Roque Gon­zález que conecta con Posa­das, provincia de Misiones, Argentina.

En zona primaria de adua­nas están ubicados numero­sos locales comerciales perte­necientes a las colectividades árabes y asiáticas. “En mi cua­dra solo quedan 4 negocios abiertos, fue muy duro este tiempo, pero especialmente para los que pagan alquileres, que debieron cerrar porque las ventas bajaron un 90%. Más de 15 familias libanesas cerraron sus negocios y vol­vieron a su país de origen (El Líbano). Estamos felices de que se abra la frontera, pero expectantes a ver cuándo realmente se cumple”, nos comenta Alí Alaou, vende­dor de familia libanesa.

Una de las familias que debió tomar la medida extrema es la de Abdul (nombre ficticio porque pidió anonimato). Abdul tenía un emprendi­miento en la zona primaria, pero con el cierre de fron­tera debió cerrarlo y enviar a su esposa e hijas a El Líbano junto a la familia extendida. “Tengo una hija de 3 años y otra de 1 año y 3 meses. Ellas volvieron al Líbano porque la moneda no vale nada allá y todo es muy barato. Yo ya viví mi vida, ahora trabajo para que ellas tengan una mejor vida. Las extraño, sí, pero qué vamos a hacer. Es bueno que se abra el puente, pero es muy tarde para muchas personas”.

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LOS CAMBISTAS

En Encarnación hay aproxi­madamente 150 cambistas. Durante este tiempo, logra­ron sobrevivir haciendo cam­bio de dinero a los camione­ros que cruzan el puente y, alguna que otra vez, a fun­cionarios consulares. Reci­bieron la noticia de la aper­tura del puente con gran alegría y cierta sensación de alivio. Se mantienen con recelo respecto a las exigen­cias y desean que el paso sea fluido para permitir el movi­miento del cambio de pesos a guaraníes. Al consultarles sobre cómo pudieron mante­nerse en este tiempo, Huberto Morínigo nos relató que “sobrevivimos con los aho­rritos que fuimos juntando con los años, con algún terre­nito que logramos comprar en otros tiempos. Ya estamos gastando todo, pero comida no nos puede faltar.” Además, indica que cada día corren el riesgo de ser asaltados por la poca iluminación del centro de frontera, donde hay más de 10 faros que no iluminan.

Morínigo admite que no busca otro trabajo, ya que tiene 56 años: “Para otro tra­bajo no sirvo, a no ser guar­dia de seguridad, pero me expongo también. No sé hacer otra cosa, no soy agricultor.”

COMERCIANTES PARAGUAYOS DEL CIRCUITO COMERCIAL

En el circuito comercial de la zona baja de Encarnación se calcula que 60% de los nego­cios cerraron, principalmente los que son inquilinos de los locales construidos por la Entidad Binacional Yacyretá. No pagaban alquiler, pero sí debían pagar facturas men­suales de agua y luz. Con la crisis, muchos terminaron debiendo varios millones en servicios básicos. Lograron tener un tiempo de gracia de no sufrir desconexiones, pero ahora llegaron a deber 1 año y medio, y la Essap y Ande ya tomaron la drástica decisión de cortar los servicios.

La mayoría se mudó a otros distritos de Itapúa e incluso al departamento de Misio­nes, mientras otros venden de forma online y realizando envíos al interior del país.

“250 comerciantes quedamos con las persianas abiertas. Escuchamos de la reapertura, pero hay incertidumbre por el hecho de que era muy difícil el paso acá antes del covid y ahora, tras la pandemia, pienso que va a ser más complicado. Parece que se va a abrir más para turistas, por lo que no será lo mismo para la economía”, dijo Víctor Rivas, de la Comisión de Comerciantes Encarnacenos.

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