POR FABIOLA GONZÁLEZ, fabiola.gonzalez@gruponacion.com.py

Considerada la peor tragedia en tiempos de paz en el Paraguay, se cumplen hoy 17 años del incendio del supermercado Ycuá Bolaños, la cifra de fallecidos varía entre los 350 y 400. Testigos, sobrevivientes y autoridades coincidieron en lo mismo, una vez iniciado el fuego se cerraron las puertas del local comercial, imposibilitando de esta manera el escape o rescate de más personas.

Rocío Ayala perdió a sus padres, a su hermano y a varios vecinos del barrio Trinidad, rememora en esta nota aquella fatídica fecha. El tiempo no borra el dolor y, si bien el sitio se volvió un lugar donde honrar a sus muertos, ve muy lejana la posibilidad de conseguir paz al respecto.

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-LN: ¿Qué edad tenías en el 2004 y qué lográs recordar del 1 de agosto de ese año?

-Tenía 4 años, recuerdo que estaba jugando con mi hermanita, luego mis padres se estaban alistando con mi hermano para ir al supermercado. También quería ir y entonces pedí que me llevaran con ellos, pero mi papá no quiso ya que iban en moto, ya eran 3 con mi mamá y no podían llevar a una persona más. Recuerdo que lloré mucho porque no me llevaron y me quedé mirando el portón cuando salían y se dirigían al súper. Luego vino un tío a casa, mi abuela empezó a llorar mucho, me alejaron de todo lo que estaba pasando, y junto con mi hermana nos llevaron a la casa de una tía. Los recuerdos son borrosos, pero permanecen hasta hoy.

-LN: Cuatro años, realmente eras muy pequeña para procesar mucha información en ese momento, ¿cómo siguió tu historia después de aquel domingo?

-La familia quedó devastada en todos los sentidos, fue un golpe muy doloroso para nosotros. Les busqué durante mucho tiempo porque cada vez que preguntaba por ellos, me decían que “están en el cielo” y creía que fueron de paseo e iban a retornar. Pasó el tiempo y ya logré dimensionar lo que realmente significa la muerte y el destino que no merecían tener, me costó mucho tiempo aceptar y solía llorar mucho porque recordaba cómo eran y siempre los extrañaba. Mis abuelos fueron un motor muy fundamental para que mi hermana y yo podamos levantarnos, ellos nos transmitían fuerzas y nos decían que en honor a ellos debíamos sobresalir y no hundirnos en el dolor.

-LN: Son más de 200 chicos que quedaron huérfanos a causa de esa tragedia, sintiendo lo mismo que vos, ¿en algún momento te relacionaste con algunos de ellos? ¿O preferías quedarte fuera de lo que significó eso?

Sí, son 206 huérfanos los afectados por la tragedia. He logrado conocer a pocos y hemos compartido nuestras experiencias, actualmente mantengo un vínculo en las redes sociales para mantener de alguna manera la comunicación entre nosotros. Pero son bastante y ya no me he acercado últimamente y no sé qué ha sigo del restante.

-LN: ¿Llegaron vos y tu hermana a recibir algún resarcimiento económico que pueda de alguna manera ayudarlas con los gastos diarios que genera el costo de vida?

-Sí, por parte del Estado.

-LN: ¿Qué fue lo más difícil para vos en todos estos años?

-Todos los hijos vivimos momentos de logros, tristezas, alegrías. En todas esas etapas siempre buscamos el refugio en los padres o queremos que sean ellos quienes nos transmitan su orgullo o nos brinden las palabras de aliento. Esas etapas han sido difíciles y así también ver a mi abuela triste por el mismo dolor que compartimos, extrañarlos siempre. No hay día que no quisiera abrazarlos y contarles cuánto los extraño.

-LN: ¿Creés que la sociedad se está olvidando de esa tragedia?

-Considero que no hemos aprendido la lección, la sociedad dejó al viento la dolorosa tragedia. He leído casos de supermercados que han tenido principios de incendios en los últimos años. Los empresarios, las autoridades y la sociedad en general no toman en serio las medidas correspondientes para evitar un incendio. Duele sinceramente que todo un país haya quedado enlutado y que, lastimosamente, tengamos tan corta memoria. Temo de la frase “los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetir sus errores”.

-LN: ¿Ustedes como familia lograron recuperar los cuerpos de tus padres y hermano?

-Sí, estaban en distintos lugares, pero todos vinieron enteros.

-LN: ¿Cómo procesaste tu duelo?

-Recuerdo que me dolía ver a mi abuela triste por lo sucedido y aún así ella buscaba fuerzas de donde no había para encargarse de nosotras. Yo estaba muy chocada, pero me puse en lugar de mi abuela y pensé que ya era dolor suficiente perder a su hija, su nieto y su yerno, y que, además, tenga que lidiar con el trauma de sus nietas. Lo que decidí es refugiarme sola, lloraba sola sin que abuela o alguien me viera, desahogaba ese dolor y preguntaba con rabia al cielo el porqué, era muy reservada con mi historia porque no me gustaba llorar frente a nadie. Pasó el tiempo y el motivo para levantarme, como te había nombrado antes, fueron mis abuelos y saber que a mis padres no les hubiera gustado que sus hijas estén mal, al contrario, les hubiera gustado que estemos felices y les mantengamos vivos con los recuerdos lindos que tuvimos con ellos.

-LN: ¿Qué te produce el memorial? ¿Sos de ir a visitarlo?

-Sí, suelo ir. Actualmente, la edificación del memorial me transmite nostalgia, siento como un lugar de desahogo, estoy ahí y pienso en ellos en todo momento. El espacio será de ellos siempre y estarán vivos en nuestra memoria.

-LN: Ya cuando ibas creciendo, ¿te seguían blindando de las noticias sobre la tragedia, averiguabas detalles al respecto?

-Sí, para serte sincera había momentos en que dedicaba horas y horas para indagar sobre todas las noticias que se hicieron sobre la tragedia, leí los periódicos digitales publicados de ese día, leí sobre escritos que redactaban los sobrevivientes de la tragedia, leía las poesías o fragmentos sobre artistas que relataban lo sucedido.

-LN: ¿Notabas algo en común en todos esos escritos?

-Sí, la solidaridad, la injusticia y el dolor colectivo de toda una zona. En cada casa había un féretro y la zona de Trinidad quedó apagada, triste. La solidaridad, personas que se organizaban para brindar ayuda a las familias, tanto psicológicamente como económicamente. Los medios que fueron voces de los que clamaban justicia. Y como es bien sabido, historia del Ycuá Bolaños, el caso que dejó al desnudo la falta de justicia en este país.

-LN: ¿Justicia muchas veces es necesidad de paz, habría algo que pueda darle eso a tu corazón?

-No, es mucho por lo que nos hicieron pasar y no hay nada que pueda darnos esa paz, a parte de la justicia.

-LN: ¿Qué recordás de tu familia cuándo todavía eran cinco?

Es lo que más añoro y siempre recuerdo, éramos una familia muy unida. Recuerdo que papá siempre nos traía juguetes y él mismo me fabricó mi primera bicicleta. Nos malcriaba mucho y nos sacaba a pasear a los tres (salir de paseo es algo que nos gustaba hacer mucho, mucho). Mamá era alguien muy entregada a sus hijos, nunca nos hizo faltar nada y se aseguraba que siempre estemos bien. Bailaban y cantaban con nosotros, jugaban y estaban siempre. Daryl, mi hermanito que falleció en esa tragedia a la edad de 5 años, fue un niño con muchos sueños, era dedicado a su escuela y le gustaba pintar. Recuerdo que venía corriendo cuando llegaba de la escuelita y se sentaba con mi abuela, recuerdo que decía que cuando sea grande le iba a comprar muchas cosas a mi abuela. Hasta el último día se encargaron de ser los mejores padres y como resultado es tener dos hijas completamente orgullosas de todo lo que hicieron en vida.

-LN: Si pudieras volver a esa niña que miraba desde el portón a sus padres y a su hermano, si pudieras darle las palabras exactas, ¿qué es lo que necesitaría ella decirles?

-Sinceramente, me costaría despedirme, les diría que les amo desde lo más profundo de mi corazón, que si tuviera un deseo, pediría por ellos y que eternamente estarán vivos en mi corazón.

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