Con 30 años en el Hospital Nacional de Itauguá (HNI), la Lic. Celia Núñez es jefa del Departamento de Enfermería desde el 2014, uno de los más grandes, actualmente con 1.586 personas de enfermería que están bajo su responsabilidad, de los cuales 444 están en el área de contingencia respiratoria. De los casi 1.600, el 80% son mujeres.
Su día a día arranca a las 5:00 y, antes de las 7:00, ella ya está en el hospital, donde trabaja de lunes a viernes hasta las 13:00. Si bien ese es su horario establecido, también se extiende en ciertas ocasiones, yéndose a trabajar incluso sábados o de madrugada. También se dedica a la docencia en su tiempo disponible, enseñando en una universidad privada de Itauguá.
Aseguró que la etapa más difícil fue el año pasado, cuando empezó la pandemia, ya que aún desconocían “al enemigo invisible”. Recordó que fueron momentos muy tensos y lidiar con ese temor que todos tenían como seres humanos, por ellos, su familia y sus compañeros.
“Los compañeros se contagiaron y nosotros debíamos dar respuesta al servicio. En algún momento, en urgencias adultos llegué a tener 29 personales de enfermería en cuarentena y la necesidad seguía, porque no para nunca la afluencia de pacientes. En otro servicio llegamos a tener 17 en cuarentena, en el área de pediatría. Tengo que destacar la solidaridad de mis compañeros porque en ese tiempo ellos con mucho gusto vinieron a darnos una mano. Es una característica que tiene el personal de enfermería, esa solidaridad y ese compromiso. Nosotros estamos por y para el paciente”, apuntó.
TRABAJO EN PANDEMIA
Contó que actualmente el trabajo es muy desgastante. “Son 23 servicios que yo en forma estructural tengo habilitados en mi organigrama, y más dos que se unieron en la contingencia. La parte modular hoy tiene 122 camas y la parte de terapia respiratoria 82”, expuso. “Seguimos trabajando para mejorar la parte de calidad y calidez, porque es el personal de enfermería el que está 24 horas al día al lado del paciente”, remarcó.
FAMILIA, COMPAÑEROS
La entrevistada contó que es soltera, sin hijos, y que vive en San Lorenzo con su hermana, que sí tiene tres hijos. “En mi familia, un sobrino se contagió hace un mes, pero solo él y mi madre, aunque ellos viven en otra parte. En enero ella falleció por un infarto poscovid del que no nos percatamos ya que fue leve y al pasar el cuadro, un infarto la llevó. Tenía 83 años”, recordó.
La licenciada comentó que no entraba directamente a su casa y que había una entrada independiente en la que previamente hacía todo el protocolo, con todos los cuidados y extremando las precauciones, también en la institución. “En mi entorno de trabajo fueron saltando los casos, pero gracias a Dios hasta hoy yo no me contagié. Estamos vacunados y eso nos da tranquilidad. Hubo resistencia de algunos porque se negaban a recibir la vacuna. Tuvimos que hacer una campaña de concienciación, hablar con los compañeros y esa parte de contención a veces pesa”, agregó.
Celia Núñez lamentó que tuvieron tres compañeras que fallecieron: una el año pasado y dos este año. En cuanto a los contagiados, dijo que hasta hoy son aproximadamente 400 las personas de enfermería en todo el hospital. “Golpea mucho más cuando es tu conocido, ya sea del lado de los compañeros o de los familiares. Tenemos compañeras que perdieron a su abuela, a su mamá, a su papá. Otro compañero que se fue su mamá, su hermano”, expresó.
CONTENCIÓN
La profesional manifestó que en cuanto a la parte de contención, ellos tratan de apoyarse en ellos mismos. Explicó que primero está el encargado de turno, que es un referente para ellos y el que les ayuda en el campo de batalla para detectar si hay casos que ameritan una intervención de salud ocupacional.
“En la medida y en lo posible, los compañeros de salud ocupacional nos apoyaron, ellos nos dan contención profesional. Tenemos un servicio de psicología y psiquiatría, que cuando vemos que hay necesidad y ya es muy agudo, derivamos al compañero ahí”, argumentó.
Acotó que en el área respiratoria tuvo dos casos que están haciendo su tratamiento en la parte de salud mental. “El enfermero jefe de servicio es el que me comunica sobre los casos que tienen esas necesidades puntuales. Muchas veces el solo hecho de escucharles, les ayuda. Es un gran trabajo en equipo y que tenemos el acompañamiento institucional de nuestros directores y del jefe de RRHH. Siempre tratamos de llevar ese lado humano y no olvidar eso”, afirmó.
Confesó que cuando ve un auto con globos de colores ya sabe que es un paciente covid que va a su casa. “Es una prueba de que hemos superado, una lucha que hemos ganado y todo un equipo que está detrás. El personal de enfermería, el portero, el camillero, el limpiador, el médico y todos los gerentes. Hay que reconocer ese esfuerzo que todos están haciendo, nosotros también somos seres humanos”, enfatizó.