Con el testimonio de vida y lucha de una mujer paraguaya residente en Taiwán, la embajada de ese país conmemoró ayer el Día de la Madre destacando el valor de ellas en la vida de toda persona.
“Si mi hijo no podía caminar, iba a aprender a volar”, cuenta María del Carmen Roig Ocampos, residente en Taiwán, lejos de dos de sus tres hijos.
Abel Ferreira es uno de los tres que nació con discapacidad y no puede caminar. “Con su papá, siempre tratamos que él sienta que podía, rompiendo las barreras físicas y soñando”, comentó doña María. Reconoció que encontrar una institución educativa inclusiva fue un trabajo difícil, pero con esfuerzo finalmente lo consiguieron y el niño creció siendo un alumno 5.
Al terminar el colegio, Abel ingresó a la Universidad Politécnica Taiwán-Paraguay (UPTP) y formó parte de la primera promoción de la misma. Tiempo después la gran noticia vino: Abel y toda su promoción viajarían a Taiwán por un año.
El gobierno de Taiwán ofreció a doña María viajar con su hijo. Partida en dos, con los sueños de su hijo y su familia, la que quedaba en Paraguay. Ya transcurrió un corto tiempo, doña María vive en Taiwán con su hijo y, tal como se propuso, él está consiguiendo una de las mejores educaciones y volando hacia un futuro mejor.