AFP

La desesperación de centenares de para­guayos por regresar a su país, cruzando las fron­teras como pueden, encen­dió una alarma en Paraguay, donde en las últimas semanas se registró un aumento en los casos de covid-19 importados de San Pablo, Brasil, desde donde llega la mayoría.

El Puente de la Amistad, que une Ciudad del Este, Paraguay, con Foz de Yguazú, Brasil, a través del río Paraná, se llena a diario de personas que buscan volver a territorio paraguayo.

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Escapan de la peligrosa pro­pagación del virus en Brasil, que supera los 14.000 muertos y 200.000 casos, en su mayo­ría en el estado de San Pablo (54.329), donde trabajan y residen cientos de paraguayos.

En Paraguay, en cambio, la pandemia se cobró hasta el viernes 11 muertos y 778 con­tagios, una de las cifras más bajas de la región. El gobierno de Mario Abdo Benítez adoptó medidas para evitar la propa­gación del coronavirus des­pués de que se detectara el primer caso importado el 7 de marzo. Pero ahora, para el Pre­sidente, la frontera con Brasil, el sexto país con más contagios en el mundo, representa “una amenaza” sanitaria.

Días atrás, cuatro personas murieron ahogadas al inten­tar cruzar a nado el río Paraná, la única opción para ingresar a Paraguay ante el bloqueo fronterizo. Los cuatro fueron identificados como paragua­yos que intentaban regresar. La bajante del río, caudaloso y bravío en condiciones norma­les, los alentó a aventurarse.

Paraguay y Brasil compar­ten más de 1.300 km de fron­tera, cerrados desde inicios de marzo, al igual que el resto de pasos fronterizos del país. Solo se permite el ingreso de algu­nas mercancías y repatriados, que deben cumplir cuarentena por 14 días bajo vigilancia sani­taria.

ALBERGUES DESBORDADOS

“El control de la frontera con Brasil es una de las priorida­des, teniendo en cuenta la gran carga viral que traen los repa­triados”, subrayó el ministro del Interior, Euclides Acevedo.

El gran problema es que el Gobierno no tiene muchas opciones para hospedar a unas 25.000 personas en lista para volver: el número de pedidos supera por lejos las camas dis­ponibles para que cumplan el aislamiento. El Gobierno paraguayo dispuso de alber­gues militares y también de hoteles, pero en estos últimos los repatriados deben pagar tarifas fijadas por los propios hoteleros. La repatriación, sin embargo, no solo se ve compli­cada por el desborde de los alo­jamientos, sino también por la hostilidad de sus vecinos.

En la ciudad de Capitán Bado (500 km al noreste de la capi­tal Asunción), desconocidos balearon el portón de ingreso de un polideportivo destinado a albergar a repatriados prove­nientes de Brasil.

Según datos oficiales, el 80% de los que están cumpliendo la cuarentena obligatoria en los albergues oficiales son casos positivos, precisó el ministro de Salud, Julio Mazzoleni. La mayoría proviene de Brasil.

En Pedro Juan Caballero, 50 km más al norte y colindante con la brasileña Ponta Porá, hubo bloqueos en el camino hacia una institución reli­giosa que debía recibir a los repatriados. “No nos dejan lle­gar”, señaló el médico Nelson Collar, jefe local del Ministe­rio de Salud.

CRECE TENSIÓN EN CLORINDA

En Clorinda, Argentina, vecina a Asunción, la tensión crece: la cónsul Celia Cañete instó a acelerar la entrada de 800 paraguayos, ante el riesgo de que intenten un ingreso ile­gal masivo por el río Paraguay, que se encuentra en niveles históricamente bajos.

En Argentina, la cifra de conta­gios de covid-19 se acerca a los 7.500 y las muertes suman 356.

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