“Sacarle a esa criatura fue precioso”, dice emocionado Alejandro Lefimil, un muver que también es bombero voluntario del destacamento k19, con asiento en Ypané. El hombre de 47 años acudió al llamado de un amigo que le solicitó el servicio para trasladar a su esposa parturienta, desde Guarambaré hasta el hospital San Pablo de Asunción.

Sin embargo, Fiumara tenía prisa por conocer el mundo y cuando estaban a la altura de Ñemby asomó la cabecita, por lo que Alejandro debió aparcar el auto en una estación de servicios y oficiar de partero, con la ayuda del papá y personal del servicentro. “Ella me dice: ‘rompí bolsa, perdoname’. Le dije que no pasa nada, mientras que no asome la cabecita. Pero luego me dice ‘que siente algo’, era inevitable el nacimiento. Nos quedamos en una estación de servicios y allí asistí el parto”, explica.

Agrega que tras el alumbramiento llama a los bomberos voluntarios para trasladar a la madre y a la bebé, quien pesó 3.600 gramos. Ambas gozan de buena salud y están internadas en el hospital San Pablo. “Mi temor era que ella (la bebé) venga con el cordón en el cuello. Por suerte no fue así. Yo soy bombero, he visto muchos nacimientos, pero nunca me tocó asistir solo”, indica mientras agrega que en el trayecto ya venía previendo que el nacimiento podía darse en cualquier momento.

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“Fiumara se llama la nena. Ella fue la protagonista de esta historia. Siempre suelo llevar a embarazadas y pregunto si la criatura no está por nacer. Esta vez no pregunté, pero igual iba a hacer el servicio”, sostiene. “La niña vino sanita y eso es lo importante. Cuando nacieron mis hijos de 14 y 4 años solo pedíamos que vengan completitos y sanos. Y lo que pasó fue como retroceder en el tiempo. Sabía que tenía que tener cuidado, no cometer un error, de apretar fuerte por ejemplo. Fue un momento maravilloso. Sacarle a esa criatura fue precioso”, rememora el hombre que se convirtió en el padrino de vida de Fiumara.

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