“Varios me llaman y me felicitan por la promoción, a mí nadie me puede ascender, yo no puedo ser promovido porque yo ya estoy en lo más alto, yo no puedo subir más, yo estoy bautizado y como tal soy nada más y nada menos que hijo de Dios”, dijo el obispo de Rabat (Marruecos), monseñor Cristóbal López, recientemente nombrado cardenal por el papa Francisco, en conversación con radio Universo 970.
El religioso, de origen español, adquirió la nacionalidad paraguaya durante su estadía –18 años de residencia– en el país. Aseguró que tiene “cérdula” (cédula) y pasaporte paraguayos y que es “paraguayo a mucha honra”. La noticia de su nombramiento hizo que varios medios se pongan en contacto con él.
En uno de esos diálogos, monseñor López dijo que al conocer la noticia se sintió sorprendido y sus piernas comenzaron a flaquear, pero al rato se percató de la tremenda responsabilidad que significaba esta investidura. Agregó que hace un año y medio fue nombrado obispo en Rabat y esta nueva designación es algo sumamente importante para los cristianos de Marruecos, cuya religión oficial es el Islam.
Indicó que días antes de la designación, conversó con el Nuncio de Marruecos, pero que éste no le dijo nada. Siguió diciendo que se enteró del nombramiento por una llamada telefónica desde Francia, ya que él estaba oficiando misa cuando el papa Francisco leyó las designaciones, tras el rezo del Ángelus. “Me viene un poco grande tanta responsabilidad”, confesó entre risas en uno de los tantos contactos telefónicos.
Durante su estadía en Paraguay, monseñor López fue presidente de la Conferencia de Religiosos y fundó la Asociación de Comunicadores Católicos del Paraguay. También se desempeñó como provincial de los Salesianos del Paraguay.
Utilizando la típica frase “recen por mí”, popularizada por el papa Francisco, monseñor López pidió a los paraguayos que oren no solo por el Pontífice, sino además por él, “ya que buena falta me hace”, concluyó.