Como cada 28 de abril, cientos de devotos de la beata para­guaya María de Jesús Sacra­mentado cerraron ayer la calle Santa Ana y la avenida Nuestra Señora de la Asunción –frente al convento y capilla de las Car­melitas Descalzas– para cele­brar los 60 años “del dulce encuentro con Jesús” de Chi­quitunga, en el marco de una celebración eucarística presi­dida por monseñor Edmundo Valenzuela. Cada uno de los devotos que llegaban para la celebración testimoniaron sobre la presencia de la futura santa paraguaya en sus vidas.

“A mí se me manifestó Chi­quitunga al poco tiempo de casarme con una enfermedad grave que es la artritis reuma­toidea. Estuve como un año sin poder caminar, renuncié a mi trabajo porque me dolía todo. Yo experimenté su cer­canía cuando puso en mi camino a gente que me ayudó y hoy estoy aquí. De no poder caminar estoy corriendo detrás de ella.

Es una enfer­medad autoinmune y que para la ciencia no tiene cura”, indicó Graciela Candia, de la orden de laicos Carmelo Seglar y es la primera en llevar el nombre de María Felicia de Jesús Sacra­mentado dentro de la orden.

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Los devotos de María Felicia se sacan fotos con la imagen que está frente a la capilla del convento.FOTO:CRISTOBAL NÚÑEZ

La festiva jornada de los chi­quitungueros o seguidores de quien en vida fue María Feli­cia Guggiari Echeverría ini­ció a las 14:45, con la bienve­nida y confesiones. A las 15:00 se realizó el rezo de la coro­nilla de la Divina Misericor­dia de Jesús y continuó con animaciones con cánticos, rezos, avisos y la proyección de audiovisuales. A las 17:30 empezó el rezo del Rosario y posteriormente la jornada cerró con la misa central.

TRANSMITÍA EL AMOR DE JESÚS

“Conversé con ella en varias oportunidades. Lo que más me cautivaba de ella era su alegría y el amor a Jesús que trasmitía. Estaba enamorada de Jesús y se notaba por la feli­cidad que siempre mostraba en su rostro”, comentó María Beatriz Ortigoza Maffiodo, hermana de la orden Tere­siana, quien contó que tuvo la gracia de conocer a Chiqui­tunga en vida en el Monaste­rio Carmelita.

De las celebraciones partici­paron las hermanas sanguí­neas de María Felicia, Magalí (82) y Amarú (70) Guggiari. “Ser la hermana de la futura santa paraguaya es una gran responsabilidad, tengo que encaminarme hacia ella. Yo no sé pedirle nada pero ima­gino que estará ocupada con los milagros por los que inter­cede”, indicó Magalí.

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