La fiesta mariana ya denota a sus primeros peregrinantes, como en tiempos nostálgicos, como postal de nuestra otrora antigua cultura, aparecen las carretas conducidas por bueyes, imágenes que últimamente solo se veían en pinturas, pues el tiempo fue decantando sus usos por automóviles y biciclos. Los mismos se desplazaban desde Yaguarón hasta la Basílica de Caacupé, entre otros peregrinantes que optan por bicicletas o a pie.
La familia Escurra inició su travesía en la carreta con la iluminación de la primera salida del alba, lo hacen tradicionalmente cada año. Viajaron provistos de seis carretas que trasladaban insumos para los días de estadía en Caacupé, como botellas de agua para la hidratación, comida, sábanas, sillas, colchonetas, y demás enseres.
La fiesta mariana es el 8 de diciembre, el Día de la Virgen de Caacupé, en la víspera los feligreses asisten en caravanas y en familia para el encuentro, cuando la algarabía y la fe comulgan y se hacen presentes en los corazones de los más de tres millones de católicos paraguayos.
Juan Carlos, proveniente de Azotey, junto con sus dos hijos y su esposa, comentó que es el segundo año que acude en bicicleta hasta la Basílica para cumplir su promesa. “El domingo a las dos de la madrugada salimos, y llegamos ayer a la noche, a las 7:00”, dijo. Resaltó la hospitalidad de otros peregrinantes en el tramo que les tocó seguir. Durante la peregrinación, ciclistas provenientes de varios puntos del país e incluso coloridos zancos deleitaron la vista de los transeúntes.