Hasta las 16:00 de ayer permanecieron abiertos los portones del estadio General Pablo Rojas del club Cerro Porteño, más conocido como La Nueva Olla, para que el público visite el retablo y el retrato de la beata paraguaya María Felicia de Jesús Sacramentado, Chiquitunga, confeccionado por el artista plástico Koki Ruiz, su hija Macarena y un selecto equipo de trabajo para la ceremonia de beatificación realizada el sábado pasado.
En contacto con la 970 AM, Ruiz reveló que ayer iniciaba el desmontaje de la obra, pues el club ya precisaba del espacio. “Debemos ir desmontando la estructura del retablo, no obstante, retrasaremos un poco el proceso, por si hay gente que aún quiera pasar a verla”, dijo Koki.
Seguidamente, señaló que desea que el retablo inicie un recorrido por el interior del país, para que más paraguayos puedan apreciarlo. Sobre el destino final de la obra, indicó que aún se desconoce donde quedará. “La imagen es muy grande, y se le debe encontrar un lugar adecuado”, consideró y agregó que podría tener su propio santuario para ser apreciado por la feligresía, según había publicado La Nación días atrás. De acuerdo al artista, está en manos del Arzobispado de Asunción y del convento de las Hermanas Carmelitas el destino final de la obra artística.
TRABAJO PRECISO
Ruiz realizó un breve recuento del proceso que llevó construir el retablo. “Fueron 6 meses de intenso trabajo, por la selección de los rosarios, la preparación. Es un trabajo que ocupa paciencia, tiempo y mucho cariño”, aseveró. El artista reconoció que la idea de hacer la imagen con rosarios fue suya, pero aclaró que la correcta formación del rostro con los rosarios estuvo en manos de su hija Macarena. “Tuvo a su cargo lograr el punto de la mirada, el punto exacto de la expresión, un trabajo muy preciso”, concluyó.
LA OBRA
El retablo completo fue realizado con 70.000 rosarios y montado al margen izquierdo del presbiterio. Al lado del retrato de Chiquitunga, que permaneció cubierto con una tela blanca hasta el momento en que fue develado, estaba la otra parte del retablo, que tenía figuras geométricas y formas de jazmines. El presbiterio lució majestuoso con tres arcos dorados en el frente, el techo de rosarios colgantes y un fondo color celeste, simulando una lluvia con rosarios.