La primera semana de implementación del programa Hambre Cero en las Escuelas mostró números muy alentadores de cara a lograr que el 100 % de la matrícula de estudiantes del período lectivo 2025 acceda a la alimentación escolar.

En un esfuerzo de la administración del presidente Santiago Peña, el programa tuvo cifras que vislumbran un objetivo prometedor. Según los datos oficiales, se sirvieron 9 millones de raciones (entre desayuno, almuerzo y merienda) a 980.000 estudiantes de 7.036 instituciones educativas en todo el país.

Esta iniciativa, que representa una inversión anual estimada de 375 millones de dólares, busca garantizar la alimentación escolar en los 263 distritos de Paraguay durante todos los días del año lectivo. Este es un desafío enorme, puesto que su déficit hasta el año 2023 era enorme: apenas el 5 % del universo de alumnos de las escuelas y colegios públicos del país recibían la alimentación.

Los titulares del Ministerio de Desarrollo Social, liderado por Tadeo Rojas, y del Ministerio de Educación, a cargo de Luis Ramírez, calificaron la primera semana como “satisfactoria”, destacando el alcance masivo del programa y su impacto positivo en la comunidad educativa.

POCAS DENUNCIAS

Aunque se registraron algunas deficiencias y denuncias, estas representaron menos del 1 % de los casos, lo que refleja un alto nivel de eficiencia en la ejecución. “Estamos comprometidos con la transparencia y la mejora continua, y estas cifras demuestran que vamos por el camino correcto”, afirmó Rojas durante una conferencia de prensa.

Además de su impacto en la nutrición infantil, Hambre Cero está dinamizando la economía local. Según las estimaciones, el programa ha generado cerca de 40.000 puestos de trabajo directo, beneficiando a miles de familias que participan en la preparación y distribución de las raciones.

A pesar de los desafíos logísticos que implica un programa de esta magnitud, las autoridades confían en que Hambre Cero sentará un precedente en la región. Con un enfoque en la transparencia y la rendición de cuentas, el Gobierno busca consolidar esta iniciativa como un modelo a seguir en la lucha contra el hambre y la deserción escolar. Mientras el programa avanza, las expectativas son altas. Con una inversión histórica y un alcance sin precedentes, Hambre Cero no solo está transformando la realidad de los estudiantes paraguayos, sino también construyendo un futuro más justo y equitativo para todo el país.

PROGRAMA SIGUE UNA CADENA DE RESPONSABILIDAD

El programa Hambre Cero no es solo una política pública, sino una cadena de responsabilidad que atraviesa distintos niveles hasta llegar a su verdadero destino y objetivo: los miles de estudiantes de las escuelas y colegios públicos. El Estado es el primer eslabón, encargado de la planificación y asignación de recursos, que incluye también un rol decisivo a varias de las gobernaciones del país. Luego, las empresas proveedoras cumplen un rol clave al garantizar la calidad y entrega de los alimentos.

Sin embargo, la última milla de esta cadena es la más sensata: directores y maestros, quienes no solo distribuyen las raciones, sino que también son guardianes del bienestar infantil. Su responsabilidad va más allá de la logística; deben asegurar que cada niño reciba su alimento en condiciones adecuadas y denunciar cualquier irregularidad. Cuando alguno de estos eslabones falla, los afectados son los más vulnerables. Por eso, más allá de la inversión y los discursos, el éxito de Hambre Cero depende del compromiso real de cada actor involucrado.




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