Tras las fiestas de Fin de Año, los hermanos Von Schmeling inician su recorrido para entregar donaciones a familias vulnerables de asentamientos o comunidades indígenas de varios departamentos del país. La iniciativa arrancó hace tres años y este año se unieron más personas al gran equipo, que tiene como proyecto la habilitación de centros comunitarios de enseñanza para que niños y niñas puedan recibir las principales comidas.
Se trata de la fundación “Legado” que nació después del fallecimiento de don Aristóbulo “Neneco” Von Schmeling, quien dejó un legado de amor, compromiso y solidaridad a sus nueve hijos y familiares. Esto motivó a la familia a plasmar en la fundación todo lo que don Neneco les enseñó a lo largo de su vida.
“Todo se inició en el año 2021 y este es el cuarto año consecutivo que lo realizamos, cada año las donaciones van creciendo. Fue idea de mi hermano Sergio, que reside en los Estados Unidos desde hace 35 años, y este año se unieron sus amigos que entregaron un aporte muy importante, ellos viajaron este año a Paraguay para acompañar las entregas”, dijo Enrique, en entrevista con La Nación.
Una tarea familiar
Señaló que el trabajo de saber dónde entregar las donaciones lo realizan entre todos los hermanos a quienes también se suman los hijos. Desde el último día de entrega salen a las calles y realizan un consenso para saber a qué comunidades deben llegar, además, de conocer sobre sus necesidades.
“Escogemos cada año lugares que están olvidados y donde las familias están pasando por mucha necesidad como comedores de niños, asentamientos, albergues, hospitales, recicladoras de Cateura y especialmente en los alrededores de Asunción donde viven gente muy humildes. También, vamos al interior del país, porque hay muchas necesidades en el campo”, confirmó.
En qué consiste las donaciones
La fundación Legado realiza un trabajo de campo bastante exhaustivo a lo largo del año para poder definir a qué lugares van a llegar y cuáles son las principales necesidades que tienen en estos sitios. Entre las principales siempre están los alimentos no perecederos, productos de limpieza e higiene, colchones, ventiladores, entre otros.
“Llevamos lo que diariamente necesitan estas familias, buscamos que sean artículos no muy repetitivos y en algunos casos requieren de artículos especiales como silla de ruedas, bastones, medicamentos o cosas que son muy difíciles de conseguir por el costo que tienen”, apuntó.
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Cada año 12 lugares
“Cada año llegamos a un promedio de 3.500 personas, porque siempre escogemos 12 lugares a donde ir”, dijo. Este año la visita arrancó en San Juan Misiones; luego fueron a dos asentamientos en Limpio, un comedor de Mariano Roque Alonso, en una comunidad indígena de San Bernardino y en dos comedores de la ciudad de Luque. Para mañana se tiene previsto visitar a las recicladoras de Cateura, la escuela de música de Cateura, y en el Hospital del Cáncer.
“En la casa que era de mi padre, en la ciudad de Capiatá, realizaremos un karu guasu y luego entregaremos regalos a los niños del barrio, queremos llegar a unas 150 personas. Cerraremos el trabajo en el Hogar Guadalupe, esos son los 12 lugares que fueron escogidos para este año”, puntualizó.
Proyecto comunitario
Enrique indicó que este año tienen previsto un proyecto muy importante que es habilitar centros comunitarios donde los niños y niñas de escasos recursos puedan aprender oficios, valores, idiomas, entre otros. Además, para recibir alimentaciones básicas como el desayuno y almuerzo.
“Este año queremos habilitar el primer centro comunitario de enseñanza y ayuda para los chicos. Lo que queremos con la fundación es que no se pierda la solidaridad que caracteriza a los paraguayos. Porque vemos que en los últimos 10 años los compatriotas viven muy encerrados y nos olvidamos de nuestras raíces, que todos somos uno y nos necesitamos” manifestó.
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