Sara Valenzuela (sara.valenzuela@nacionmedia.com)
Acongojado y en medio de uno de los momentos familiares más difíciles que un ser humano puede atravesar, como es la partida eterna de un familiar cercano, el médico Vicente Ruiz, hermano menor de Koki Ruiz, recordó con amor y admiración la vida y el legado del renombrado artista, en entrevista exclusiva con La Nación/Nación Media.
Vicente remarcó que su afinidad con Koki se determinó en gran parte por el hecho de que el artista era el hermano número 7 y él el 8 en una familia de 11 hijos, y que ante la variedad de edades y géneros era Koki con quien más jugaba y compartía, hecho que permaneció así durante el resto de sus vidas, ya que finalmente se convertiría, además de su hermano, en su médico de cabecera y asesor médico.
“Koki fue una persona muy especial para la familia, siempre ha sido diferente dentro del núcleo familiar y los amigos le conocimos a Koki como una persona en una época hasta casi extravagante porque todos queríamos ser médicos, ingenieros y él quería ser artista y era una preocupación para la época; pero qué equivocados estábamos, equivocados porque Koki al final hizo lo que toda su vida quiso, que era el bien de su pueblo”, comentó el doctor Vicente.
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Ruiz recordó entre lágrimas y sonrisas la juventud de su hermano, marcada por un estilo bohemio y sobre todo muy arraigada en el arte nacional. “Papá nos decía y nos inculcaba que había que trabajar duro y que para trabajar duro había que ser profesional para progresar en la vida y bueno, Koki se pasaba recorriendo el país con 18 años y venía después de tres meses, nunca tenía plata en el bolsillo y entonces era la antítesis de lo que nuestros padres querían para sus hijos”, confesó.
Reconoció además que el talento artístico de Koki era evidente desde temprana edad, ya que solo con 15 años ya hizo su primera exposición en la inauguración de la terminal de Encarnación, debutando como artista y con la posibilidad de que su trabajo no solo lo lleve a vivir a la capital del país, sino a países extranjeros de Europa.
“Tuvo la posibilidad de vivir en Asunción o en el extranjero, pero él estaba empeñado en venir a San Ignacio porque él creía que en San Ignacio él iba a recuperar ciertos valores y ciertas partes de nuestra cultura que se había perdido y con mucho trabajo y mucho tesón y siendo una persona creíble consiguió demostrarle no solo al Paraguay, sino al mundo lo que podía hacer. Convirtió una compañía de San Ignacio en la que antes nadie quería irse en un lugar conocido en gran parte del mundo y bueno, eso no tiene precio”, indicó el doctor Ruiz.
A su vez, destacó la gran capacidad de Koki para impactar la vida de los demás, ya que a lo largo de los años logró descubrir varios artistas, desde la fundación del teatro El Molino hasta el empleo y reclutamiento de varios artesanos que trabajaron de manera muy cercana con el mismo en sus múltiples creaciones.
“Él unió este pueblo, él unió esa gente, buscó valores, cazó a muchos artesanos; había gente que en este molino donde hoy está Koki en sus últimas horas, venía a hacer teatro a la noche y a la mañana vos los veías vendiendo chipa o haciendo otras cosas. Era gente humilde que tenía su talento propio y que Koki le descubría, otros trabajaban en su taller haciendo manualidades con la madera, con la piedra. Koki fue un genio, Koki descubrió a esta gente y bueno les sacó adelante y les demostró que ellos podían hacer arte”, recordó el médico.
Tañarandy con 25 personas
Al ser consultado por uno de los legados más importantes de su hermano, que es la fiesta de la Semana Santa en Tañarandy, Vicente Ruiz explicó con gran añoranza que la iniciativa de Koki por revivir ciertas costumbres, heredadas de su madre y abuela en el marco de esta conmemoración católica. Y eran las velas de apepu, las procesiones y vigilias, que nacían cerca del año 1992, al tiempo que el artista decidiera quedar a vivir en la propiedad de la familia en Tañarandy, conocida popularmente como La Barraca.
“Empezamos a hacer la Semana Santa, pero en familia; creo que la primera vez de Tañarandy estábamos entre 25, todos éramos familia, entre hermanos, hijos y sobrinos, y así empezó Koki y descubrió que cada año él tenía que explotar esto y recordar lo que hacía mi madre y nuestros abuelos, y así fue motivándose a sí mismo y motivando a la gente hasta que esto se convierte en algo casi universal”, destacó el doctor Ruiz.
La lucha del artista
Como su médico de cabecera, Vicente Ruiz relató que el camino recorrido por su hermano en ningún momento fue fácil, en particular, teniendo en cuenta que se trataba de un cáncer de riñón que rápidamente hizo metástasis en otros órganos, por lo que la terapia debía ser agresiva al punto de desgastar bastante al artista.
“No es fácil porque da gusto curarle al paciente y ver los fracasos de un tratamiento es difícil y más todavía cuando se trata de tu hermano y más cuando sos médico sabes a qué te puede llevar está enfermedad y tener que decirle que debe tener fuerza, que puede recuperarse o que se puede curar y vos te estás carcomiendo por dentro sabiendo muchas veces que le estás mintiendo. No es fácil ser hermano y ser también su médico”, explicó Vicente.
Koki para siempre en Tañarandy
Debido al gran significado en su vida, el médico confirmó que fue deseo de su hermano ser enterrado en el predio de La Barraca en Tañarandy, “su última morada será donde vivió sus últimos 30 años, donde fue feliz, se desarrolló, vio desarrollarse a muchas personas, y ahora estará descansando ahí por la eternidad”, puntualizó.
En la misma tesitura, aseguró que la herencia cultural y el legado que deja su hermano con las celebraciones en Tañarandy no verán su final a raíz de su partida, ya que el artista logró permear en la sociedad en general un amor y una pasión por esta tradición que sin duda continuarán sus hijos, familiares más allegados y toda la comunidad de artistas que por años lo acompañaron.