En la tarde de este sábado llegaron los restos del reconocido y querido artista Koki Ruiz a su última morada: La Barraca, lugar donde hace tres décadas creó una revolución de su arte y dio vida a su comunidad Tañarandy, en su querido San Ignacio, en el departamento de Misiones.
Escoltado por una multitud, que durante todo el trayecto cantaron piezas tradicionales de los estacioneros, ingresó el carro fúnebre estaba cubierto de numerosas coronas de flores que adornaban así el último recorrido de un maestro que marcó para siempre la Semana Santa paraguaya.
El cortejo estuvo también acompañado con una imagen de la Virgen La Dolorosa, la misma que año tras año era puesta al frente de cientos de miles de peregrinos que llegaban hasta esta colonia misionera.
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Como cualquier madre, la imagen de la Virgen Dolorosa permaneció hasta el momento del último adiós al artista, quien fuera recordado en medio de discursos que enarbolaban su loable labor social y artística, destacando la inmensa capacidad que tuvo para vivir dedicado no solo al arte, sino a recuperar, hacer conocer y que sean valoradas tradiciones de su amado pueblo.
Un pueblo que lo acompañó hasta el final, y que en cada paso que los llevaba hasta la despedida final lloraban la pérdida de un hombre con un legado invaluable y un corazón que soñó y logró convertir una comunidad olvidada en una empoderada por lo más valioso que puede tener un ser humano, que es el amor hacia sus raíces.