El obispo de Concepción, monseñor Miguel Ángel Cabello, abordó la problemática de las adicciones y su impacto en la sociedad durante la misa en honor a la Virgen de Caacupé, en el séptimo día del novenario. Condenó a quienes lucran con este negocio ilícito que sigue envenenando a los jóvenes e incluso se financian campañas políticas con el dinero del crimen organizado.

A diario vemos en los medios de comunicación los esquemas bien ordenados de producción, tráfico y comercialización. Vemos también procedimientos de incautación de drogas por parte de organismos del Estado, aunque nunca se sabe del destino final de los mismos”, señaló.

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP) cuestionó en su homilía que la lucha contra las drogas solamente apunte a los microtraficantes, mientras los grandes distribuidores siguen operando libremente.

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“Escuchamos que son aprehendidos algunos trabajadores menores, mientras que los propietarios andan siempre con paradero desconocido. Se habla de narcopolítica, es decir, de la financiación de la política o de sus campañas electorales con dinero del crimen organizado, fruto de la comercialización de las drogas”, afirmó.

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El fervor creyente va creciendo a medida que se aproxima la festividad de Caacupé. Foto: Jorge Jara

“Ellos son los nuevos leprosos de la sociedad”

Desde las familias pidió no cansarse en acompañar y rezar por los consumidores en su lucha por dejar las drogas. Y a los adictos clamó decisión para recomenzar la vida. A las autoridades de gobierno, el prelado solicitó el diseño de políticas públicas y planes efectivos para erradicar el mal de las adicciones, apoyando a los centros de ayuda.

“A la Iglesia, a las diócesis, parroquias y comunidades: acompañen a los hermanos adictos, organicen proyectos de prevención, tratamiento y acompañamiento para su reinserción a la sociedad. Ellos son, hoy, los nuevos excluidos, marginados y leprosos de la sociedad”, subrayó.

El religioso también emitió un mensaje de esperanza para las personas privadas de su libertad, a quienes invitó a la conversión para la reinserción a la sociedad. “A veces, duele decir que las cárceles son, lamentablemente, escuelas para aprender a delinquir. Es una realidad que poco a poco, radicalmente, es posible cambiar”, puntualizó.

Foto: Jorge Jara

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