El padre Blas Antonio Arévalos, administrador apostólico de la Diócesis de Villarrica exteriorizó su preocupación por la salud de la población al referirse a las carencias del Instituto de Previsión Social (IPS) y en particular habló de las “peligrosas secuelas” que deja la actividad minera para los pobladores de Paso Yobái, en el departamento del Guairá.

En el sexto día de la novena, correspondió presidir la misa al obispo de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela y la homilía estuvo a cargo del sacerdote Arévalos.

Uno de los temas que abarcó gran parte del sermón fue la crítica situación que afronta la seguridad social debido a la acuciante falta de medicamentos y la burocracia para acceder a las consultas.

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“El Instituto de Previsión Social de Asunción enfrenta varios problemas urgentes que afectan tanto su operatividad como la calidad del servicio para los asegurados”, aseveró el religioso.

Dijo que a raíz del obsoleto sistema informático, los pacientes soportan frecuentes caídas que afectan el agendamiento de consultas y la entrega de medicamentos. “Esto obliga al personal a trabajar manualmente, aumentando la ineficiencia y los tiempos de espera para los usuarios”, señaló.

El celebrante también afirmó que existen preocupaciones sobre la posible privatización parcial del sistema por lo que se percibe “un desmantelamiento deliberado del IPS”.

“Deficiencias en infraestructura y servicios: Las instalaciones médicas, tanto en Asunción como en otras regiones, carecen de recursos suficientes para satisfacer la demanda. Esto incluye equipos médicos desactualizados, falta de camas en hospitales y tiempos de espera prolongados para tratamientos esenciales”, sostuvo.

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El tema de reflexión en el sexto día del novenario en honor a la Virgen de Caacupé fue: "Esperanza para los enfermos, abandonados, empobrecidos y marginados". Foto: Matías Amarilla

Actividad minera en Paso Yobái

El religioso también se explayó sobre “la herida más sangrante de la Diócesis de Villarrica” al aludir a los trabajos de minería y extracción de oro en Paso Yobái. Pidió sustituir el mercurio y cianuro por otro producto sintético y amigable con el ecosistema denominado Gold Max.

“El mercurio es un metal pesado persistente, peligroso para la salud humana y el medio ambiente, cuyo uso en actividades mineras provoca la contaminación de suelos, ríos y tajamares a escala regional y afecta la salud humana, trasciende hacia los más pobres (indígenas y campesinas)”, alertó.

Explicó, en cambio, que el Gold Max, es un lixiviante, no es tóxico y por su propia constitución química deja de ser un agente contaminante. “Cumple la misma función que el mercurio y el cianuro en los procesos de extracción de oro, es una opción válida y comprobada en la práctica minera. El uso de este producto no afectaría la rentabilidad de los inversionistas mineros y se podría evitar un desequilibrio irreversible del medio ambiente”, significó.

Por último, el sacerdote pidió la intervención de las instituciones competentes tales como el Ministerio del Ambiente, la Dirección de Minas y Energía del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (Mopc), el Ministerio Público, además de la Municipalidad local y la Gobernación. “Ellos deberían de actuar como órgano rector y no dar luz verde a las actividades informales y peligrosas como es la actividad minera hoy día en Paso Yobái”, expresó.

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