Sin dudas, la etapa escolar cumple un papel más que importante en la vida de un niño, sin importar sus condiciones. Las experiencias y lazos creados serán parte vital de su desarrollo no solo intelectual, sino también socioemocional. Por esto, es de suma importancia que los ambientes escolares sean amenos y posean un enfoque inclusivo y atento a la diversidad. En un contexto educativo, la inclusividad se trata no solo de aceptar la diversidad, sino también adaptar la metodología de enseñanza, los contenidos curriculares y la presentación de los mismos para satisfacer las necesidades individuales de todos los estudiantes.
Lograr esto no es una tarea fácil, se trata de un trabajo en conjunto entre la escuela, el Estado, los padres y los niños para hacer que cada uno se sienta parte de su institución educativa y ejerza libremente su derecho a la educación. Desde La Nación/Nación Media conversamos con la licenciada María Liz Barba, psicóloga y psicopedagoga, quien nos explicó a detalle cada aspecto a tener en cuenta en el proceso.
¿Qué es la inclusión educativa o la educación inclusiva?
Según la Organización de las Naciones Unidas (Unesco), un enfoque inclusivo de la educación significa que: “Se toman en cuenta las necesidades de cada persona y que todos los educandos participan y lo logran juntos. Asimismo, reconoce que todos los niños pueden aprender y que cada niño posee características, intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje únicos”.
La licenciada comentó que; “En Paraguay, el 23 de diciembre de 2013 se promulgó la Ley 5136/13 de Educación Inclusiva, y a través de la misma se pretende establecer acciones para la creación de un modelo educativo inclusivo dentro del sistema regular, que logre remover las barreras que limiten el aprendizaje y la participación”. Agregó que esta ley de inclusión tiene como objetivo establecer las acciones correspondientes para la creación de un modelo educativo inclusivo dentro del sistema regular.
Factores influyentes
Barba enfatiza en que existe una variedad de factores que influyen en el desarrollo de cualquier niño en el ámbito escolar. Destaca que “los vínculos interpersonales son un aspecto importante en la etapa, los niños comienzan a relacionarse con otros de su edad, aprendiendo así a comunicarse e interactuar. Las experiencias que tiene un niño en sus primeros años dan forma a su desarrollo, personalidad y valores”.
También resalta la participación de los educadores y de la familia: “Los profesores juegan un papel importante en la creación de esas experiencias, fomentan la independencia y crean un entorno dinámico de lenguaje y pensamiento social. La familia constituye una base importante, ya que ofrecerá al niño el ambiente donde se sienta seguro y apoyado. La manera en que los padres se involucren con su participación activa en la educación del niño, será un factor importante para su rendimiento y apoyo”.
Por último, señaló que los recursos económicos y los factores individuales también afectan, destacando que: “un sistema que reconoce y adapta en sus alumnos según sus estilos de aprendizaje promueve aprendizajes significativos”.
Necesidades especiales
Según la psicóloga, los niños con Necesidades Educativas Especiales (NEE), son infantes que necesitan de un tipo de educación específica que los ayude a desarrollarse y adaptarse con más facilidad al entorno educativo en el que se encuentran.
Barba explicó que estas necesidades comprenden una alta gama que puede incluir discapacidades de tipo físicas, mentales, cognitivas, sensoriales, además de dificultades emocionales, sociales y de aprendizaje.
Los requerimientos en estos casos pueden incluir adecuaciones curriculares, es decir, un cambio en los contenidos que desarrolla el niño. Sin embargo, la licenciada aclara que la decisión final sobre esto la tienen los profesionales capacitados para dar un diagnóstico, el cual debe ser avalado por el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC).
Entre las posibles afecciones, la licenciada señaló: trastornos del aprendizaje, discapacidades intelectuales (síndrome de Down, retraso global del desarrollo, déficit intelectual, etc), trastornos generalizados del desarrollo, como el Trastorno del Espectro Autista (TEA), el trastorno de déficit de atención por hiperactividad (TDAH) y ciertas dificultades emocionales.
Detección temprana
Barba enfatizó en que la detección temprana y el tratamiento adecuado son de suma importancia para la evolución del niño, destacó que es necesario detectar y tratar desde el comienzo a los niños con necesidades educativas especiales para garantizar que tengan las mismas oportunidades de aprendizaje que los demás niños.
Comentó que entiende que es una situación que puede asustar a los padres, sin embargo, recomendó mantener la calma, sin dejar de estar alerta a los síntomas que pueda presentar el chico.
Además, mencionó algunos indicadores que ayudan al descubrimiento de un posible trastorno, entre los cuales se encuentran: emociones exageradas y repetitivas, independencia menor a la de los niños de su edad, poca participación en actividades con sus pares, impulsividad, rechazo al trabajo mental, entre otros.
Afirmó que, comúnmente, los maestros se percatan de estas conductas, para luego dar aviso a los padres y avanzar con los cuidados y/o atenciones necesarios.”Estos niños tienen derecho a pertenecer al sistema escolar incluyéndose en un contexto educativo con los ajustes necesarios en el curriculum para que este niño cumpla con su derecho de acceso a la educación”, resaltó.
Desafíos y Fortalezas
“Los niños con NEE tienen un impacto en áreas emocionales que siempre será válido contemplarlas, como la inseguridad, ansiedad, baja autoestima, dificultades para relacionarse con los demás, evitación escolar, entre otras pueden ser las consecuencias y repercusiones emocionales de los problemas que sobrellevan”, explicó Barba.
Recalcó que se debe dar mayor relevancia a las emociones de los niños y no sobreexigirlos; “Muchas veces nos olvidamos de este tipo de cuestiones. Nos centramos en las notas, los resultados. nos olvidamos de los sentimientos de los niños. Mirar la psicoafectividad es fundamental para que lo demás funcione correctamente”.
Barba aseguró que la mejor manera de desarrollar la autoestima del chico se encuentra en explorar sus habilidades, ya que es una manera de sacarlos de un estado de vulnerabilidad que puede surgir en la escuela. “Los niños con necesidades especiales se encuentran todo el tiempo en la escuela con su déficit , es por eso que desde la familia debemos explorar sus talentos, promover sus habilidades, ya sea en áreas del arte, deporte, música, baile, entre otros recursos serán cristalizadoras de la construcción de una identidad positiva y promotora de salud mental”.
Además, subrayó la importancia de realizar los procedimientos adecuados; “Sin el tratamiento necesario, estos niños y adolescentes pueden sufrir consecuencias en su vida académica, laboral, económica y social, con influencia en su conducta, autoconcepto y autoestima, bienestar psicológico y emocional, relaciones sociales, y posteriormente dando lugar a un aumento del riesgo de consumo de sustancias, fracaso y abandono escolar.
En cuanto a los desafíos de las escuelas, la licenciada comentó: “Las instituciones educativas y sus docentes tienen un reto: tomar conciencia de las distintas formas de violencia que se dan en la escuela y que impiden que esta sea el entorno seguro y protector para el niño con necesidades educativas especiales”.
La mejor medida de inclusión: la empatía
La licenciada refiere que; “La empatía es la base para lograr una escuela segura, estudiantes receptivos y una sociedad justa. La escuela debe incluir una preparación para la vida que contenga oportunidades para practicar habilidades básicas como expresar sentimientos sin violencia, mostrar solidaridad, colaborar en equipo, visualizar las diferencias y valorarlas”.Destaca además; “El aula debe ser el espacio común de convivencia y respeto, del que se debe hablar, donde nuestros estudiantes establezcan los vínculos entre iguales”.
Agregó que la inclusión no se trata solo de actividades casuales o pequeños proyectos, sino que debe ser un ejercicio aplicado todo el tiempo en las escuelas. “Construir un ambiente sin violencia y enseñar a tener empatía es una meta diaria. La empatía debe ser una parte integral de todas las interacciones que se dan en las aulas. Hay que tener en cuenta que educar en empatía no es un asunto de una clase o de dos actividades al año, sino de un aprendizaje continuo y constante. Solo practicándola cada día se vuelve un hábito para toda la vida”.
En este marco hizo hincapié en la participación e involucramiento de las familias, que al ser el primer núcleo del niño, juegan un rol fundamental en su desenvolvimiento. “La familia debe preparar a sus hijos a ser compasivos, a visualizar las diferencias con respeto. Ser compasivos es mostrar aceptación incondicional y amabilidad, necesitamos preparar a nuestros hijos con una mirada empática que lleve ayuda y apoyo para sus compañeros con necesidades educativas especiales”.
Por último, recordó que la preparación y entendimiento sobre estos casos es esencial para lograr un ambiente que acepte a todos por igual. “Se debe promover la psicoeducación en el aula, en la familia, para que los chicos comprendan las necesidades especiales de su compañero y ofrezcan desde ese lugar un cuidado y soporte seguro”, afirmó.
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