Los bomberos voluntarios no dan abasto a los pedidos de cobertura e instan a sus compañías a acuartelarse en sus bases para alistarse ante los llamados de emergencia. En las últimas horas fueron reportados masivos incendios forestales que afectan la zona del Bajo Chaco, San Estanislao (San Pedro), Cordillera y Paraguarí.
Ray Mendoza, segundo comandante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay (CBVP), señaló que hace tres semanas los trabajos no paran en el combate de los incendios forestales y ya tienen inconvenientes con el personal. Confirmó que el día de ayer jueves se envió casi el 50 % de las unidades forestales a Santaní que, en este momento, es una de las zonas más afectadas por las quemas de pastizales.
“El tercer comandante emitió una resolución en la cual obliga a todo el personal bombero a estar preparado en sus bases. Esto es a consecuencia de la cantidad de incendios forestales que estamos teniendo”, señaló Mendoza, este viernes, al programa “Así son las cosas” del canal GEN y Universo 970 AM/Nación Media.
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Funcionarios públicos
Recordó la vigencia de una legislación que exonera a los funcionarios públicos del cumplimiento de sus obligaciones para estar al servicio de sus compañías de bomberos y asistir en eventuales situaciones de catástrofe y siniestros. “En el sector privado es diferente, es más complicado, tenemos las empresas que generalmente contratan personales claves en cada puesto. Y conseguir un permiso por parte de bomberos es difícil para no decir nulo”, lamentó.
Mendoza manifestó que el bombero forestal una especialidad que implica una capacitación especial y en este momento ante el auge de siniestros la demanda supera a la disponibilidad de rescatistas. “Por la cantidad de incendios que estamos teniendo, sí estamos teniendo escasez de personal porque venimos tres semanas ya trabajando en diferentes puntos del país. Y ya sentimos ese agotamiento por parte del personal que está trabajando. Entonces, es por eso que el tercer comandante nacional saca la citación para todo el personal que está en el sector público”, destacó.
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Corea del Sur: incendios forestales causan 27 muertos y destruyen templos
- Andong, Corea del Sur. AFP.
Los trabajadores del milenario Templo Gounsa envuelven delicadamente una estatua gigante de Buda con una manta ignífuga. Horas después, gran parte del templo arde en uno de los incendios forestales más mortales que ha azotado a Corea del Sur y amenaza su patrimonio. En todo el sureste del país, monjes y funcionarios se apresuran a reubicar objetos históricos invaluables y a proteger los sitios clasificados por la Unesco de unos incendios que ya destruidos miles de hectáreas de bosque y causado 27 muertes.
En la muy turística aldea de Hahoe, protegida por la Unesco, los bomberos y los empleados del patrimonio cultural rocían agua y productos protectores contra el fuego sobre los edificios de techo de paja. “Es muy desgarrador y doloroso ver que se pierden templos que tienen más de mil años”, dice a AFP Deung-woon, un monje de 65 años. Cuando uno de sus compañeros, Joung-ou, de 68 años, supo que el Templo Gounsa había sido destruido por las llamas se sintió “tan devastado que no podía volver en sí”.
“Fue un sentimiento extremadamente doloroso y me pregunté por qué puede ocurrir algo así”, asegura. Los reporteros de AFP que regresaron al templo tras el incendio encontraron el lado norte del edificio convertido en escombros carbonizados. El gigantesco Buda dorado que presidía el centro del edificio sobrevivió gracias a la manta ignífuga. Una pesada campana que colgaba de una vieja estructura de madera yacía rota sobre los escombros. “Haremos todo lo posible para restaurar el templo,” promete el monje Joung-ou.
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“Intrínsicamente vulnerable”
Gran parte del patrimonio cultural de la zona es “intrínsecamente vulnerable a los incendios”, explica Lee Sang-hyun, profesor de estudios del patrimonio cultural en la Universidad Nacional de Gyeongkuk. La Unesco define la distribución y ubicación de Hahoe, “entre montañas boscosas y con vista a un río y campos agrícolas abiertos”, como “reflejo de la distintiva cultura aristocrática confuciana de la primera parte de la dinastía Joseon (1392-1910)”.
Pero precisamente esta ubicación hace al lugar más vulnerable, explica el experto. “Es difícil aplicar medidas de protección contra un incendio forestal”, subraya. “Los incendios forestales representan una amenaza significativa para la preservación de estos tesoros culturales. El uso predominante de madera en estas estructuras las hace aún más vulnerables a los fuegos”, agrega.
El cercano Byeongsan Seowon también está incluido en la lista de patrimonio de la Unesco. Salvar ambos lugares es una prioridad para las autoridades surcoreanas, dijo a AFP un funcionario del Servicio de Patrimonio. “Es imposible predecir la situación actual debido al viento y los cambios en otras condiciones, pero actualmente no hay daños en la aldea de Hahoe”, afirmó.
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“Si Hahoe fuera destruida por el fuego, su valor como patrimonio mundial podría verse significativamente comprometido”, explica Byun Ji-hyun, especialista de programas de la Unesco. Además de decenas de bomberos, el Servicio de Patrimonio coreano ha desplegado a 750 personas para trasladar o proteger urgentemente los tesoros antiguos en caso de no poder moverlos.
Hasta ahora, al menos 15 lugares u objetos considerados importante patrimonio nacional han resultado dañados y dos designados como “tesoros nacionales” fueron completamente destruidos. Cientos de artículos fueron trasladados a lugares seguros, incluidos libros y otros elementos del Templo Bongjeongsa de Andong.
La agencia ha “realizado inspecciones sobre el terreno para evaluar si los sitios de patrimonio nacional están en riesgo”, dijo en un comunicado. “Está en marcha la reubicación urgente de bienes culturales custodiados por templos y otras instituciones”, afirmó, agregando que están “movilizando a todo el personal disponible de la Administración de Patrimonio Cultural y sus agencias afiliadas”.
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Tipuani, un pueblo de Bolivia hundido por la fiebre del oro y el clima
Muebles y autos hundidos asoman sobre las aguas verdes que inundan desde hace dos meses Tipuani, un poblado minero boliviano a doce horas de La Paz. Cada día, la balsa improvisada de Rafal Quispe navega en este paisaje de abandono y desolación.
Debido a la intensa extracción de oro cerca del cauce y lluvias fuera de lo común que científicos asocian al cambio climático, esta localidad de Bolivia de 7.500 habitantes queda sumergida por sectores por el desborde del río Tipuani. Son hasta 500 viviendas bajo el agua desde que empezaron las riadas a mediados de enero, de acuerdo con el municipio, que no ha reportado heridos ni víctimas mortales.
“Este pueblo, tan lindo que era, ahora es un desastre”, dice Quispe, un minero de 54 años. Con la ayuda de un largo palo, el hombre atraviesa todos los días las aguas con la esperanza de ver resurgir por completo su hogar de dos plantas. La primera, donde tenía un bar, lleva un tiempo sumergida.
Hay calles que incluso llevan más de un año empantanadas en un líquido verdoso, una mezcla de aguas de río, lluvia y desagües colapsados. Es el tercer verano consecutivo que el pueblo queda inundado.
Sin alternativa al oro
La fiebre del oro -cuyo precio ha aumentado 260 % en los últimos 10 años- está desfigurando la zona que incluye varios centro poblados dispersos. Tipuani y Chima son los más afectados. Las cooperativas mineras remueven “terreno que no tendría que removerse” y ocasionan “que en períodos de lluvia el río busque su cauce y que derive en inundaciones de las poblaciones”, explica Alfredo Zaconeta, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla).
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El 92 % de la población se dedica a labores relacionadas con la minería, según datos del municipio. “Puede desaparecer el pueblo, porque nosotros tenemos que seguir trabajando. ¿De qué vamos a vivir si no trabajamos?”, sostiene Manuel Barahona, un hombre canoso de 63 años cuya casa de dos pisos quedó bajo el agua en Chima.
Allí, mineros afectados como Marco Anibarro debieron alquilar habitaciones en las zonas más altas, mientras familiares migraron a otras ciudades. “Es una incomodidad tremenda. Mi casa está hace un año dentro del agua y nadie dice nada”, se queja este hombre de 54 años.
En Chima, los niños chapotean y montan en bicicleta entre las aguas contaminadas sin advertir los riesgos. El colegio de la localidad no está en condiciones de abrir. Con una señal de internet débil, los alumnos que aún están en el pueblo tratan de tener clases virtuales.
Hay al menos 14 cooperativas en todo Tipuani que trabajan sobre el cauce del río. “Esto no es de ahora, sino de muchos años atrás. Todos los desmontes han ido al río”, reconoció Rolando Vargas, presidente de la Cooperativa Chima.
Aseguró que su organización dejó esa práctica desde hace dos años. ¿Se sienten responsables? “Una mínima parte, pero tampoco tanto”, sostiene. Tras la entrevista con la AFP, Vargas fue reportado como desaparecido. Su camioneta fue encontrada arrastrada por el río, según dijo su familia en redes sociales.
“Pecado”
En Tipuani, cerca de donde antes vivía Sinforiano Checa, un exminero de 67 años, se puede ver a los cerdos que se revuelcan en calles empantanadas. Afectado por una grave silicosis, un mal pulmonar derivado de sus años de trabajo, Checa vive ahora a pocos metros del desastre, en una carpa que hasta el momento resiste las lluvias. Nunca trabajó cerca del río, dice, sino en los cerros.
Las cooperativas “no van a decir nada, porque lo que han hecho es un pecado”, afirma. Pero “algún día llegará su castigo”, asegura, con dificultad para respirar. A la extracción de oro, se suman los efectos del cambio climático.
Las lluvias de enero pasado en Tipuani fueron muy atípicas. Han sido las más intensas en ese mes al menos desde 2012, según el estatal Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi). “Es totalmente anómalo”, pues el país atraviesa el fenómeno de la Niña, que debería significar menos precipitaciones, indica Lucía Walper, jefa de la unidad de pronósticos de esa institución.
La especialista asegura que los incendios forestales del año pasado en el oriente, los más devastadores registrados en Bolivia y que afectaron más de 10 millones de hectáreas, “han repercutido directamente en el altiplano”. A raíz de la menor vegetación por los fuegos, las zonas boscosas ya no retienen las nubes que viajan por la Amazonía y pasan con mucha facilidad al altiplano, escenario ahora de lluvias anormales.
Fuente: AFP
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Disminuyen en 2025 incendios forestales
La presidenta del Instituto Forestal Nacional (Infona), Cristina Goralewski, informó que mermaron los incendios forestales principalmente en las áreas afectadas del Chaco. Se constató que el 100 % de las quemas son provocadas por cazadores furtivos y pescadores quienes utilizan el fuego para la cacería y también como una costumbre.
“Nosotros vemos una disminución, principalmente en la cantidad de hectáreas y en la cantidad de focos. Este año vimos una menor cantidad de hectáreas afectadas en el Chaco. Vemos que hay un poco más de conciencia, pero todavía falta más”, señaló a la 1020 AM.
Detalló que el mayor número de focos se dio en la región Oriental y estuvieron ligados justamente con cazadores furtivos y recolectores de miel. Uno de los puntos críticos se dio en la ruta Luque-San Bernardino y otro en la zona del lago Ypoá.
Las intensas campañas educativas desplegadas en los últimos meses aparentemente dieron un resultado positivo. “También los mecanismos de control, yo creo que la ciudadanía no estaba del todo consciente al nivel de control que nosotros podríamos llegar”, expresó Goralewski.
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La peor temporada de incendios en Sudamérica arrasa con más de 79 millones de hectáreas
Sudamérica vive su peor temporada de incendios forestales, ya que más de 79 millones de hectáreas fueron arrasadas, registrándose el mayor daño en al menos una década, de acuerdo a un informe publicado en Nature, denominado Communications Earth & Environment.
Medios informativos de la región revelan que el 2024 marcó un punto crítico para Sudamérica con fenómenos climáticos extremos que dejaron una huella devastadora. El resultado es preocupante: cientos de muertos y miles de viviendas destruidas, con un patrón alarmante, ya que se evidenciaron temporadas secas más largas, temperaturas más altas y condiciones propicias para incendios descontrolados.
Según el medio británico científico Nature, Chile acusó el incendio más mortal del mundo con 383 víctimas fatales en la región de Valparaíso. En Bolivia, las llamas arrasaron el 15 % del territorio nacional, una proporción sin precedentes, mientras que Brasil y Venezuela enfrentaron sequías más severas y prolongadas de lo habitual. Estas condiciones, exacerbadas por el cambio climático y fenómenos como El Niño, han convertido a Sudamérica en un epicentro de crisis climáticas, señala el medio Infobae.
El estudio destaca que las condiciones extremas de calor, sequía y riesgo de incendios se han triplicado o incluso cuadruplicado en algunas regiones de Sudamérica desde 1970. Conocidas como “compuestos secos”, han aumentado en áreas clave como el norte del Amazonas, la cuenca de Maracaibo en Venezuela y el Gran Chaco, una vasta región de bosque tropical seco que abarca partes de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.
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El Amazonas, la selva tropical más grande del mundo, y el Gran Chaco, el segundo bosque más extenso de Sudamérica, enfrentan amenazas críticas debido al aumento de incendios y la deforestación. Según el estudio citado por Nature, el número de días con condiciones extremas en el Amazonas se ha triplicado desde 1971, mientras que en el Gran Chaco, las precipitaciones han disminuido drásticamente, con una pérdida de hasta 100 mm anuales en las últimas dos décadas.
Bolivia y Brasil
Los datos del Sistema Mundial de Información sobre Incendios Forestales (GWIS), en Bolivia más de 16 millones de hectáreas fueron arrasadas por las llamas, nivel tres veces superior al promedio anual registrado entre 2012 y 2023.
En Brasil, más de 59,2 millones de hectáreas fueron consumidas por incendios, la cifra más alta registrada en el siglo XXI, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). La mayoría de estos incendios ocurrieron en el Amazonas, donde la deforestación y las prácticas agrícolas intensivas, como la quema de bosques para crear tierras de cultivo, exacerban el problema.
El Niño y el cambio climático
El fenómeno climático El Niño, que alcanzó su punto máximo a principios de 2024, jugó un papel crucial en la intensificación de las sequías y las altas temperaturas en Sudamérica. Según la NASA, este evento natural, combinado con el calentamiento global, creó un “cóctel explosivo” de condiciones climáticas extremas. Durante más de la mitad del año, las temperaturas promedio en el continente superaron en 1,5 °C los niveles preindustriales (1850-1900), lo que convirtió a 2024 en el año más cálido desde que se tienen registros.
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