Karina Ríos (karina.rios@nacionmedia.com)
En la víspera del Día de la Mujer Paraguaya, desde La Nación queremos homenajear a aquellas mujeres valientes, luchadoras, quienes a pesar de los golpes que muchas veces les dio la vida nunca dieron sus brazos a torcer, siguieron adelante trabajando, aguantando calor, frío, tristezas y alegrías.
Doña Miriam Meza, de 70 años, es una de ellas; su historia de superación es digna de ser conocida. Mediante ella, hoy honramos a todas las “kuña guapas” (mujeres trabajadoras) de Paraguay.
Desde hace 32 años que doña Miriam se dedica a la venta de yuyos sobre la avenida Félix Bogado y Capitán José Domingo Jara, en la ciudad de Asunción. Muchas personas la conocen, algunas son clientes a quien ella con mucha alegría recibe en su puesto de ventas, pese a que en sus ojos se reflejan el cansancio y la tristeza acumulada durante muchos años.
Ella es asuncena, nació en Cateura y sigue allí. Hace más de 42 años tiene su pequeña morada donde crió a sus tres hijos, un varón y dos mujeres, pero cuando estos crecieron formaron sus propias familias y como la vida es dura, se les dificulta hacerse cargo de su madre.
De acuerdo al relato de la mujer, de los tres solo uno es hijo biológico, las dos mujeres le fueron entregadas para que las criara y ambas recibieron mucho amor. “Yo cumplí con mi deber de criarlas y las quiero mucho. Una viajó a Argentina hace años y no sé nada de ella, espero que esté bien. Mi otra hija siempre me visita y ayuda, no me puedo quejar de ella”, expresó doña Miriam a La Nación/Nación Media.
En cuanto a su hijo varón, mencionó que vive en Lambaré y se dedica a la venta de periódicos, como ella. “Muchas personas seguro se preguntan por qué no me ayuda mi hijo, pero tiene 10 hijos y entiendo que debe velar por ellos. Él siempre me visita, nunca me abandonó”, explicó entre lágrimas.
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Una vida dedicada al trabajo
Nuestra entrevistada comentó que desde hace tres décadas se dedica a la venta de remedios, diarios y bingos, y pese a que con este trabajo crió a sus hijos, hoy en día la vida es más difícil. “Antes se ganaba mejor, hoy todo es más difícil y más cuando uno está enfermo”, lamentó.
Esta luchadora mujer diariamente adquiere los remedios naturales por la suma de G. 100.000 y los vende a G. 1.000 cada uno; con la poca ganancia debe cubrir su alimentación y su traslado. Por cada venta de periódicos y bingos tiene una ganancia de G. 1.000. “Apenas alcanzo para poder comer y tengo un perro, a quien también debo mantener, pero no me quejo porque gracias a esto vivo. Cuando no tengo le pido a mis clientes, que nunca me abandonan”, refirió.
Entró en coma diabético
Hace años a doña Miriam le detectaron diabetes y hace diez años es insulinodependiente. Además, sufre de artrosis, por lo que no puede caminar y debe movilizarse en silla de ruedas. “Ya no puedo vender remedios como antes, recuerdo que me podía parar y golpear los yuyos con el mortero. Hace unos años caí en coma diabético y estuve un mes en terapia, desde ahí no pude más caminar. Me dieron para mi silla, porque empeoré de mi artrosis”, comentó.
Por su problema de salud, le es imposible movilizarse en colectivo, por lo que día a día debe hacerlo en taxi, desde su casa a su puesto de ventas y viceversa. “Recibo la pensión alimentaria de la tercera edad, pero uso para pagar la luz, el agua y algunos medicamentos, porque hace mucho que no puedo ir a consultar al médico”, detalló.
De acuerdo a su relato, son sus propios clientes quienes la ayudan con la insulina, porque no puede ir hasta el hospital ya que necesita de acompañamiento para las gestiones correspondientes. “La edad no viene sola, ya no puedo hacer todas las gestiones como antes y no puedo ir sola a todas partes. Entonces ya no puedo ir a consultar, yo retiraba mis medicamentos del Hospital de Lambaré”, afirmó.
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¿Cómo podemos ayudarla?
Doña Miriam se mostró muy agradecida con sus clientes y las personas que se acercan a ella para ayudarla. “Algunos me traen víveres, me dejan un poco de platita o me traen para mi medicamento y les agradezco mucho por eso. No me quejo de lo que tengo y estoy feliz con mi trabajo, porque acá tengo mi vida, mi familia y mi día a día”, puntualizó.
Nuestra entrevistada no cuenta con teléfono celular, por lo que cualquier tipo de ayuda la recibe en su puesto de ventas ubicado sobre la avenida Félix Bogado y Capitán José Domingo Jara, frente a un supermercado. Ella pidió a la gente que la visite para comprar sus remedios. “La única forma que me pueden ayudar es que vengan a comprar el remedio de mí y que me puedan traer mi insulina, solo eso pido”, concluyó.