En su homilía durante la misa dominical de Caacupé, monseñor Amancio Benítez, obispo de Benjamín Aceval instó a los padres a ser más exigentes en la educación de sus hijos. Así también pidió a la ciudadanía sacrificarse para valorar los logros y ser felices.
El prelado reflexionó sobre el sentido de la vida y en un sermón hecho íntegramente en guaraní habló de la calidad educativa y a su criterio el problema radica en la propia familia. Dijo que actualmente el sistema permite que incluso los que no se han empeñado en el estudio pasen de grado, sin embargo se debe premiar a quienes con sacrificio han podido lograr sus metas.
“Estos días hay muchos que reciben sus títulos y tienen motivo de gozo. Pero también es motivo de preocupación y tristeza. Durante el novenario escuchamos a obispos decir que en Paraguay hay muchos motivos de tristeza y tenemos que ver la forma de corregir”, expresó.
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El celebrante sostuvo que hay un “relajamiento” en la propia casa. “Hace falta que seamos más exigentes y valorar más el sacrificio. Todo el mundo se plaguea por nuestra educación pero nosotros mismos promovemos la mediocridad al premiar a los que no estudian, porque todos tienen que pasar de grado. Que se aplace a los que no estudian para que podamos tener verdadera educación”, reclamó.
“No podemos mejorar la educación si no premiamos a los mejores, a los que se sacrifican. La ley de la vida es así: se le debe castigar a los haraganes y a los que no quieren estudiar. Nuestros legisladores bajaron en su calidad, qué tristeza porque no escuchamos discusiones con fundamentos, sino solo fotos y no sé ni para que se van al Parlamento”, fustigó.
Monseñor Benítez llamó a la conversión y a abandonar los vicios que destruyen las familias. “Algunos trabajan de sol a sol y lo que gana gasta en caña. Está bien que se divierta sanamente, pero su fuente de sacrificio, de entrega , tira en vicio es pecado porque destruye la existencia”, afirmó.