El cardenal Adalberto Martínez Flores se encargó de la celebración eucarística del tercer día del novenario en honor de la Inmaculada Concepción, en Caacupé. El arzobispo metropolitano y presidente de la Confederación Episcopal Paraguay abordó el tema “El Espíritu Santo nos enseña a orar según la voluntad de Dios”.
En su homilía se refirió a los vulnerables, los pobres, los excluidos, los descartados de nuestra sociedad y dijo que pese a que el Paraguay produce y exporta millones de toneladas de alimentos al mundo, hay más de 400.000 paraguayos que pasan hambre, según las estadísticas oficiales. “Si tenemos suficientes alimentos para alimentar al mundo, es un escándalo moral que cientos de miles de pobres extremos no puedan satisfacer sus necesidades básicas de alimentación”, lamentó.
Se refirió también a la falta de agua en el Chaco, una región que soportó una de las peores sequías en los últimos 50 años, causando la mortandad de miles de animales silvestres y poniendo en peligro la vida de las personas debido a la falta del vital líquido. “Cuando sus aljibes y los tajamares se secan, las personas recorren kilómetros para recoger y llevar agua a sus hogares que generalmente no es potable, es agua sucia y contaminada que apenas alcanza para las personas; las familias pierden sus animales menores y pasan hambre”, lamentó para pedir que cese la indiferencia ante esta situación.
La problemática de la tierra también fue abordada por el religioso, quien recordó que tanto comunidades indígenas como campesinas son desplazadas de sus tierras ancestrales, forzando la migración y siendo sus derechos vulnerados“, hoy en el Paraguay se volvieron extraños al ser desplazados de las tierras que legal y legítimamente les corresponde; esta situación se ve agravada por la falta de políticas públicas para el arraigo en sus comunidades”, lamentó.
Asimismo, se refirió a la migración económica que obliga a miles de compatriotas a dejar el país para buscar empleo en el exterior, donde padecen todo tipo de situaciones. “Miles de migrantes compatriotas viven en otros países, desarraigados de sus tierras, forzados a movilizarse buscando mejores horizontes económicos y viven en el exilio, muchas veces en condiciones paupérrimas indocumentados y desempleados, explotados en sus ambientes laborales en el exterior”, dijo al solicitar una política de repatriación de los connacionales.
El cardenal Martínez también se refirió al sistema sanitario del país y comentó que la atención de la salud podría mejorar substancialmente si se administran los fondos públicos con honestidad y patriotismo, y denunció la corrupción que impide mejorar las condiciones de vida de los sectores más empobrecidos de la sociedad.
Tras referirse a todos estos temas, el religioso hizo un mea culpa diciendo que “las iglesias no podemos excluirnos de la responsabilidad de la situación que vive el país”. Recordó que casi la totalidad de la población del Paraguay se declara cristiana, lo que desnuda la frágil evangelización.
“Los valores del evangelio no han permeado las conciencias, los criterios de juicio ni las actitudes de los bautizados. La mayoría de los que ejercen cargos públicos de responsabilidad, y los dirigentes en el sector privado, son formalmente cristianos y, sin embargo, nuestro país figura en los primeros lugares en inequidad, corrupción, impunidad y avance del crimen organizado”, aseguró.