En la jornada de este miércoles se presentó oficialmente el proyecto denominado “El Árbol del Río” impulsado por el Club Mbigua, con el apoyo de varias organizaciones civiles, empresas y también la Municipalidad de Asunción y el Gobierno Central.
El mismo busca generar conciencia sobre la gran cantidad de basura que es arrojada a los cauces hídricos y que permanecen allí por décadas, deteriorando la calidad del agua y del ecosistema con el paso de los años. Con esto se busca además dejar al descubierto el fuerte impacto negativo que dejan los seres humanos a su paso con este tipo de actos nocivos para el medio ambiente.
La campaña en sí consistirá en crear un árbol de navidad gigante, cuyo componente principal será la basura arrojada al río, que será recolectada en la Bahía de Asunción y utilizada para montar la estructura en el Club Mbigua.
Este árbol navideño será muy peculiar y muy paraguayo, ya que no se tratará del pino de nieve que nada tiene que ver con la identidad cultural de nuestro país, sino que será un imponente tajy en sus cuatro colores: amarillo, blanco, fucsia y rosa. Con este gesto se pretende devolver el amor hacia la madre naturaleza y mostrar Asunción desde otra perspectiva.
Por otro lado, las acciones previas de recolección de basura para la construcción del árbol se irán comunicando a través de las redes oficiales del club y los aliados al proyecto para que aquellos interesados en sumarse al proyecto puedan conocer más detalles.
El acceso al árbol interactivo será para todo público, aquellos que deseen visitarlo podrán cruzar al club abonando el cruce en lancha de 10.000 guaraníes desde el puerto de Asunción, el encendido será el 16 de diciembre en la playa del club, con un gran evento cultural y podrá ser visitado hasta el 7 de enero de 2024.
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Turismo fluvial emerge como una nueva opción en Asunción
El turismo fluvial con sus circuitos turísticos son una opción para quienes se quedan a pasar sus vacaciones en al capital del país. La oferta es muy variada también en este segmento a través de los paseos náuticos y de esta manera Asunción vuelve a recuperar su identidad con el río, según explicó la ministra de la Secretaría Nacional del Turismo (Senatur) Angie Duarte.
“Venimos históricamente de darle la espalda al río, con la costanera el ciudadano se apropió de ese espacio que se convirtió en un sitio recreativo”, comentó. A esto se le suma el nuevo atractivo de los paseos en barco que desde la institución se encuentran articulando para generar ofertas sólidas, atractivas y culturales.
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Es así que esta semana la Senatur se alió con el Club Mbigua uniendo esfuerzos para potenciar el histórico club y este tipo de actividades, eventos deportivos, etc. Además de la ministra, participaron de la reunión operativa Andrés Ortiz, director de prestaciones turísticas; Juan Pintos, coordinador de proyectos; Aldo Insfrán, director de formalización del Sector Turístico; y Alicia Ibarra, asesora Técnica; José Corvalán, vicepresidente del complejo, entre otros.
Duarte comentó que con el operativo verano se tienen propuestas para todos los gustos, parejas, adultos mayores, familias. “Para los que no desean salir de la capital tenemos los paseos en catamarán, en el barco Cuñatai del Club Deportivo Puerto Sajonia. En el Mbigua estuvimos explorando las posibilidad de operar paseos náuticos por la bahía de Asunción”, comentó a la 650 AM. El inicio de los paseos estará disponible para toda la ciudadanía los jueves, viernes y sábados desde la próxima semana.
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Cruz Roja lanza campaña de recolección para ayudar a familias afectadas por inundaciones
Con las últimas lluvias registradas a nivel país varias familias quedaron afectadas por las inundaciones y temporales, desde la Cruz Roja Paraguaya lanzaron una campaña de recolección que consiste en recolectar alimentos, abrigos y dinero. Actualmente la organización ayuda a unas 900 familias de distintos departamentos.
Según Héctor Guex, director de programas Cruz Roja, la ayuda se viene realizando desde octubre del año pasado, pero atendiendo a las últimas lluvias registradas y el pronóstico de que seguirán los temporales, lanzaron la campaña para seguir ayudando a estas familias. La idea es recolectar alimentos, dinero y abrigos para estas personas.
“Incorporamos una colecta para recaudar para todas las familias que siguen necesitando, quienes fueron afectadas por estas inundaciones y que necesitan de la ayuda de todos”, expresó en entrevista con Unicanal.
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Indicó que actualmente están brindado asistencia a familias afectadas por inundaciones en Alto Paraná, Itapúa, Ñeembucú y Misiones. “Se trata de unas 900 familias equivalentes a 4.500 personas, que se encuentran en territorios vulnerables o sociales de tres departamentos que se vieron afectadas por las fuertes tormentas”, apuntó.
Agregó que en una primera etapa estaban asistiendo con dinero, porque desconocían las necesidades específicas de cada familia, pero ahora la necesidad es imperiosa por lo que acepta todo tipo de donaciones. “Al disponer del recurso entonces obtienen los bienes o servicios que realmente cubren sus necesidades”, confirmó. Las personas interesadas en ayudar pueden contactar al (0985) 493-664.
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NYC, una ciudad de película
Ricardo Rivas, periodista, Nueva York, EE. UU., X: @RtrivasRivas - Fotos: AFP/gentileza
Muchos sostienen enfáticamente que la Navidad vive en la Ciudad de Nueva York. No es sorprendente. Tal vez, el cine y la tele produjeron sentido sin descanso para que esa idea trocara -también para muchos- en sentido común.
Desde hace algunas décadas no faltan quienes sostienen -muchos enfáticamente- que la Navidad vive en la Ciudad de Nueva York (NYC). No es sorprendente. Tal vez, el cine y la tele produjeron sentido sin descanso para que esa idea trocara -también para muchos- en sentido común. Mitos y leyendas urbanas atraviesan Manhattan, Brooklyn, el Bronx, Queens y Staten Island. Ninguno de esos barrios se parece. Son bien diferentes. Contrastan. Y siempre es posible descubrir, entre lo de siempre y lo que llega desde la historia, zonas nuevas que se potencian de la mano de emprendedores que en cada esquina descubren oportunidades que no siempre benefician a todos.
Después de un largo período regresé a NYC con tiempo y en Navidad que en este año, como en el anterior no fue blanca ni tampoco exageradamente fría. En mayo pasado también estuve aquí, pero una muy compacta agenda de trabajo me impidió reconocerla y partí con la decisión de regresar pronto porque me fui sin recorrer más que lo imprescindible sus avenidas, calles y callejuelas.
La decisión estaba tomada. Por ello, desde que arribé un par de días atrás al aeropuerto John Fitzgerald Kennedy, como alguna vez –seguramente– le pasó a Sinatra, “estos zapatos vagabundos / anhelan irse por ahí / precisamente en su corazón / Nueva York, Nueva York”. ¿Cómo no comprender a Frankie y desear, como él, “despertar en esta ciudad / que no se duerme”, aunque en estos días invernales minutos después de las 5:00 PM es noche cerrada.
Cuando repaso los días más recientes –con nubes bajas, nieblas espesas y algunas lloviznas– descubro que en cada uno de ellos apenas poco más de nueve horas fueron para que el sol ocupe el firmamento. Solo los neones y las pantallas led en Brooklyn y Times Square aportan brillo en la noche de la vieja Nueva York que, pese a las prácticas sociales de siempre, los comportamientos de sus 8,6 millones de habitantes hacen que todo sea o parezca diferente.
GENTRIFICACIÓN
“Tribeca y Dumbo son lo nuevo y los resultados de los procesos de gentrificación más relevantes de los últimos años en NYC”, me dijo a poco de andar a bordo de una poderosa SUV Cadillac de RELIER, Ariel Rodríguez, conductor y guía de excelencia para explicar los secretos neoyorquinos, que disfruta profundamente de cada una de sus jornadas de trabajo. Es un profesional apasionado que –con apenas 20 años recién cumplidos– llegó aquí desde Buenos Aires pocos días después del 11 de setiembre de 2001, cuando el ataque terrorista contra las Torres Gemelas del WTC aún asombraba y apenaba a miles de millones en la aldea global.
“TriBeCa es un acrónimo con el que se menciona a un área de Manhattan a la que se denomina Triangle Below Canal Street”, explica Ariel. La zona crece con ímpetu. Los hípsters parece que todo lo pueden y son cientos los jóvenes bohemios de alto poder adquisitivo así categorizados que se instalaron allí. Crecen y se expan- den. Son la contracultura, la rebeldía, la crítica contra el consumo, contra los valores establecidos, pero no trepidan en exhibirse fanáticos de Apple y de las marcas más costosas.
En algunos casos, son y marcan tendencia.
Tal vez por ello, en el 375 de Greenwich Street, Robert de Niro y Drew Nieporent se instalaron con Tribeca Grill, uno de los más recientes éxitos gastronómicos en Manhattan. En la esquina opuesta, Locanda Verde, el restaurante donde la escritora Rosario Oyhanarte ambienta su novela “El libro más bonito del mundo. Una historia de amor” –notable éxito editorial– también está allí. Muy cerca, pero del otro lado del Hudson, Ariel me invita para conocer en Dumbo –Down Under the Manhattan Bridge Overpass (Bajo el paso elevado del puente de Manhattan), otro nuevo barrio en Brooklyn– y me permite descubrir en torno del teatro St. Ann’s Warehouse vistas sorprendentes con imágenes de alto impacto de Manhattan y sus edificios más emblemáticos mientras recorremos Domino Park.
MEMORIA
Nueva York estremece. Ground Zero (Zona Cero) –donde hasta el 11S de 2001 estaban las Torres Gemelas– ha cambiado a partir del horror. Una nueva torre allí se erige con un diseño arquitectónico que tomó nota de los datos que aportaron los desaparecidos edificios colapsados como consecuencia del ataque criminal en el que fueron asesinadas unas 4.500 personas. En su entorno también todo es diferente desde entonces. Mucho para ver, recordar y pensar. En la plaza Memorial dos piscinas marcan la localización exacta de cada uno de los dos edificios destruidos. Simbolizan las huellas de las gemelas que el mundo vio colapsar luego de ser atacadas. Enormes cascadas artificiales y 415 árboles que allí fueron plantados enmarcan el cenotafio en el que están escritos los nombres de las víctimas del ataque. Dos alas blancas gigantes de material que se levantan por sobre el Oculus –donde se encuentran la estación del metro y el centro comercial World Trade Center (WTC)– completan el área.
Con Ariel nos retiramos en silencio. Siento que la obra, además de constituir un ejercicio de memoria, desde algún lugar es también una clara muestra de resiliencia social para seguir adelante. Ground Zero quedó atrás. En el audio de la SUV de RELIER suena la voz de La Voz. “New York, New York / I want to wake up / In a city that never sleeps / And find I’m a number one / Top of the list / King of the Hill / A number one…”. Cierro mis ojos para escuchar su entonación sin que nada ni nadie pueda distraerme. “Lo conseguiste, Frank”, pienso y digo solo para mí. Con audacia e impunidad sueño que junto con él hacemos un dueto. “These little town blues / Are melting away / I’ll make a brand-new start of it / In old New York”.
Manhattan queda atrás. El Bronx está cerca. Las escaleras de Joker –Shakespeare Steps, muy cerca del Yankee Stadium– me sorprenden. Aún no hay nadie que las recorra. Sin embargo, siento que Joaquin Phoenix sí está y que baila sobre ellas. Me detengo frente a su imagen inmortalizada sobre un lienzo callejero. Empatizamos. ¿Qué iguala y diferencia Ciudad Gótica de Nueva York? No tengo la respuesta. La producción de sentido que procura el cine me puede. ¿Cómo pensar NYC sin las historias del cine y la tele? No son pocos los títulos que activan los recuerdos. El puente de Manhattan en “Érase una vez en América”. Cientos de policiales que en las noches tenebrosas desde la inhóspita esquina adoquinada de Water St y Washington St muestran el Empire State Building iluminado y centrado en uno de los arcos del Manhattan Bridge. “Hombres de negro”, en torno de las torres y un globo terráqueo gigante en Flushing Medows Corona Park, en Queens cuando Tommy Lee Jones y Will Smith perseguían a un extraterrestre.
DONDE VIVE LA NAVIDAD
¡Esto es Nueva York!, me dije. La tarde es muy breve en el invierno neoyorquino. El tiempo navideño gana espacio con el avance de la noche. Ariel inicia la marcha hacia la nocturnidad de Brooklyn. “Vamos hacia Dyker Heights, donde vive la Navidad”, explica. Nunca estuve allí hasta la noche pasada. Llegar hasta la avenida 10 en la esquina de 83 y, luego, desde allí caminar hasta la avenida 12 y 84 no fue sencillo. Cientos de automóviles, miles de caminantes, policías, patrulleros y grupos de personas en familia recorren cada una de esas arterias a lo largo de las cuales el paisaje semeja una película transitable. Solo unas pocas casas de las que allí se encuentran no tienen luces navideñas. Jardines, ventanas, balcones están ocupados en plenitud por imágenes de ciervos, de trineos, de Papá Noel, de Santa Claus o simplemente de Santa. Enormes equipos de audio amplifican con fuerza villancicos una y otra vez. Algunas máquinas instaladas dentro de muñecos y trineos tirados por renos regularmente lanzan nieve artificial porque tanto este 2023 como en el pasado 2022 aquí para la Navidad no nevó.
“Decorar cada casa tiene un valor estimado que en promedio se ubica entre 10.000 y 20.000 dólares”, detalla el guía de RELIER. “Las luces se encienden cada año en el Día de Acción de Gracias y así permanecen hasta enero”, agrega. Precisa, mientras caminamos, que “las casas más conocidas –las más famosas– son las de la señora Lucy Spata, en el 1152 de la calle 84 y, justo enfrente, en el 1145, la de la familia Polizzotto”.
Se necesita ayuda para poder mirar todo. Miles de apretujados transeúntes empuñan sus teléfonos inteligentes con los que apuntan a todo lo que brilla y cautiva. Algunos residentes –sí, que viven en esos chalets todo el año, aunque parezca increíble– visten ropas con motivos navideños. Alguien explica que “la señora Spata fue la primera en iniciar este tipo de celebraciones”. Otros relatores sostienen enfáticamente que “los que empezaron todo fueron los Polizzotto”.
PROMESAS
En ambos casos los memoriosos coinciden en señalar que en el inicio fueron promesas que esas personas realizaron para pedir la sanación de familiares que estaban en tratamiento médico por graves padecimientos. ¿Cómo saber con exactitud la verdad? ¿Tendrá importancia saberlo? Los que todo lo saben añaden y destacan que “son todas iniciativas privadas”. Dan cuenta de que “cada casa paga –durante el tiempo que mantienen las luces encendidas cada día– unos 8.000 dólares mensuales por el consumo de luz”.
Sin embargo, y pese a tanto detalle, nadie sabe decir con algún fundamento por qué hacen esas inversiones tan importantes. En ese contexto, tampoco nadie sabe nada de los vecinos que no acuerdan –por la razón que fuere– con ese tipo de prácticas festivas tan extendidas. Solo se sabe que se oponen a ello porque sus viviendas se mantienen en total oscuridad, como si no se encontraran en ellas.
Sorprendentes costumbres neoyorquinas. Pero aun sin comprender algunos de los fenómenos comentados, me animo a decir –como lo sostienen miles– que, en Brooklyn, Nueva York, en el barrio Dyker Heights, es donde la Navidad en su forma menos religiosa parece una película, aunque NYC y su gente, cada una y a su modo, son historias reales.