En pleno microcentro de Asunción, una casa abandonada sirve de aguantadero de delincuentes, poniendo en riesgo la vida de los vecinos, automovilistas y transeúntes. Está ubicada sobre la calle Azara entre Estados Unidos y Tacuary, en las inmediaciones del departamento de Investigación de Delitos de la Policía Nacional.
El canal GEN, a través del programa “Dos en la ciudad” se hizo eco de la denuncia ciudadana y un equipo periodístico acudió a verificar las condiciones en que se encuentra la vivienda. Se constató que efectivamente el inmueble donde se erige la casona está abandonado y solo se observa muchos vehículos estacionados en la vereda.
La casa se encuentra a unos 70 metros de una de las oficinas más importantes de la Policía Nacional y tampoco es respetada por los criminales que operan impunemente y a la vista de los agentes del orden. En frente es utilizado como estacionamiento tanto de los efectivos de Investigación de Delitos así como allí se depositan evidencias de algunos casos investigados tales como vehículos incautados en los procedimientos.
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Hace diez años que nadie habita
El edificio en cuestión tiene dos numeraciones: 892 y 888 y hace más de una década se encuentra en situación de abandono, según los lugareños. Algunos locatarios de salones comerciales de la zona comentaron que tuvieron que comprar tela metálica para colocar como seguridad para evitar que los asaltantes sigan usando como guarida, tras perpetrar sus fechorías.
Hasta vehículos de personal policial fueron robados del lugar, según indicaron los vecinos. Así también los incautados y que están estacionados frente a la dependencia de Investigación de Delitos. Alguna vez la mansión fue habitada, aunque se desconoce la identidad del propietario, por lo que queda totalmente al cuidado de los vecinos que por seguridad prefirieron ingeniarse para cerrar todo punto de ingreso a la casa.
Por las evidencias halladas ni la Municipalidad de Asunción está notificando para la limpieza pertinente, porque en el patio se observa un yuyal, que también representa un caldo de cultivo para la proliferación de alimañas, además de servir de escondite a los facinerosos.