La licenciada Liz Aguiar afirmó que tras la pandemia se normalizó ir a una consulta psicológica. Esto debido a que también se reportó un aumento de casos de depresión que afectan inclusive a los niños. Se trata de una enfermedad silenciosa que interfiere en la vida diaria de las personas.
“Hubo un cambio muy llamativo, más se normalizó mucho después de la pandemia que nos tocó vivir. Hoy en día ya es como normal e incluso necesario para todos ir al psicólogo para tener una orientación sobre ciertas cosas que a uno le afecta, porque no siempre uno se encuentra bien del todo”, señaló en entrevista en Unicanal.
Explicó que ciertas situaciones que surgen en la vida de las personas llevan a requerir la asistencia de un profesional, para encontrar un alivio a su problemática y tener una mejor calidad de vida. En el pasado se asociaba más la depresión con personas adultas, pero en la actualidad también los niños y adolescentes presentan cuadros que ameritan una consulta con un psicólogo.
“La depresión es un trastorno que afecta directamente al estado emocional de las personas. Es decir, que la persona pierde el interés en actividades que anteriormente les fueran placenteras o le daban un poco más de estabilidad. Esa persona deja de tener interés por ciertas cosas que anteriormente disfrutaba. Entonces, obviamente afecta a su estado de ánimo general”, remarcó.
Manifestó que hay diferentes niveles de cuadros depresivos: el leve y el moderado, normalmente se puede desarrollar y resolver con una terapia psicológica. “Pero el cuadro agudo grave sí requiere de una asistencia psiquiátrica. Es decir, necesita de un complemento de medicamentos que ayuda un poco para poder estabilizar el estado de ánimo y a partir de allí ya con la terapia psicológica hacer de que eso se pueda rebatir”, indicó.
Según la psicóloga clínica, con el tiempo incluso la persona puede resolver o “soltar el medicamento” que está consumiendo. Aclaró la diferencia que existe en un episodio de tristeza normal y un cuadro depresivo, que efectivamente requiere de un abordaje clínico. “En realidad es un proceso. Es natural que yo pueda sentir tristeza en ciertos momentos, ya sea por una pérdida o una situación que altera. Obviamente, ese estado en ese momento -como la pérdida de un familiar- normalmente es natural cuando pasa entre uno a dos meses. Pero cuando ya supera, ya se vuelve algo patológico, o sea ya va a requerir de una asistencia o ayuda”, remarcó.
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