Hoy 4 de julio se conmemora los 80 años de muerte del padre Julio César Duarte Ortellado y en la ciudad de Ybycuí, obispos, el clero, religiosos, religiosas y fieles laicos del Paraguay participaron de la peregrinación hasta la parroquia San José. En el lugar se realizó una misa y durante la homilía hablaron sobre la vida y obras del sacerdote, además, de cómo actuaría hoy en el contexto de la iglesia y el país.
La misa estuvo presidida por el cardenal Adalberto Martínez Flores, arzobispo Metropolitano de la Asunción, quien destacó que ante la tumba del padre Julio se percibe una aureola de santidad. Afirmó que la santidad tiene que ver con hombres y mujeres de fe que han sabido expresar en su vida el amor a Dios y el amor al prójimo.
“Son personas como nosotros, con sus virtudes y sus debilidades, pero que vivieron según el espíritu de las bienaventuranzas. Una de esas personas ha sido el Siervo de Dios, padre Julio César Duarte Ortellado, cuyo aniversario de nacimiento a la vida eterna recordamos hoy”, apuntó durante la homilía.
Resaltó que pese a que pasaron 80 años de su partida, su presencia trasciende el espacio y el tiempo para dar ejemplo de que la santidad no solo es posible, “es necesario que todo cristiano, por el bautismo recibido, se esfuercen por ser santos. La Iglesia y la sociedad necesitan vidas ejemplares, testimonios de vida santa, de los discípulos de Cristo. Todos estamos llamados a la vocación de la santidad”, confirmó.
Agregó que la vida y las obras del padre muestran el camino del discípulo que da testimonio de su fe con obras para la promoción de los más necesitados. “Hoy, como en tiempos del padre Julio César, Jesucristo nos sigue interpelando en los pobres, en los vulnerables, en los necesitados”, indicó.
“En la actualidad se necesita al pa’i Julio”
En otro momento, Martínez resaltó que el país necesita a padres como el pa’i Julio y preguntó ¿qué haría él en este tiempo y ante los desafíos de la Iglesia y del país? “Impulsaría una pastoral de conjunto en la parroquia que, además del empeño por la vida de oración, por la catequesis, por la liturgia y los sacramentos, ponga manos a la obra para organizar la caridad en las comunidades de la parroquia, con una pastoral social bien estructurada, para servir mejor a la atención y promoción humana integral de los pobres”, resaltó.
Afirmó que para el pa’i Julio la caridad no sería una tarea secundaria, porque sentía la necesidad, la exigencia, de salir al encuentro del prójimo y trabajar por su dignidad, por su bienestar y por su felicidad. “Que esta celebración eucarística nos motive a seguir preguntándonos: ¿Qué haría hoy el Siervo de Dios? Encontraremos múltiples facetas de su vida personal y sacerdotal que nos inspiren y nos muevan a encontrar respuestas para una mayor fidelidad al Evangelio”, concluyó.