Eusebio Ayala (anteriormente Barrero Grande) se encuentra de luto tras el fallecimiento del ícono de la ciudad: Juan Ramón Ayala, conocido por ser el pionero de la comercialización masiva de la chipa en nuestro país, hasta llegar a ser un símbolo de su natal Kapi’ipe, compañía del distrito de Cordillera. Este domingo el representante de la gastronomía típica del país fue despedido con una gran caravana fúnebre y cientos de ciudadanos que se unieron en un mismo pesar.

Con el tradicional megáfono que anuncia la llegada de platillo favorito de todos, nueve móviles de la empresa del ícono de Eusebio Ayala se adhirieron a un coro emblemático para anunciar de manera representativa: “Chipa Barrero, de Juan Ramón Ayala”. Estos vehículos fueron seguidos por una interminable fila de automóviles que siguieron el último recorrido de un grande del distrito cordillerano, que salió desde su hogar.

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Con perseverancia, Juan Ramón Ayala construyó un imperio desde la necesidad y pese a las adversidades. Foto: Captura de video/Tenonde Py

Aparte de los familiares y amigos que se encontraron presentes en la despedida del orgullo barrereño, también se hizo presente la chipera María Ana López con su equipo y también otras empresas de la ciudad de Eusebio Ayala. Los artistas Chabelly Fretes y Juancho Ojeda también acompañaron con música este día, hasta la iglesia San Roque, enfrentando con canciones la tristeza generalizada.

Juan Ramón Ayala falleció este sábado 17 de junio, a los 82 años, en su hogar de la compañía de Kapi’ipe. Comenzó de muy niño con un canasto en la cabeza, no paró y armó todo un imperio, es conocido como uno de los pioneros del plato tradicional en nuestro país y se caracterizó por ser un hombre que batalló desde abajo y logró salir a flote, hasta convertirse en un referente, logrando crear su propia marca, que llevaría su apellido.

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De acuerdo a las experiencias comentadas, se infiere que probablemente Ayala fue el primer hombre chipero en alzar un canasto sobre la cabeza, situación que no era bien vista por una sociedad particularmente conservadora. Es así que en sus inicios fue objeto de burlas y críticas por ser el oficio, en aquel entonces, exclusivo de mujeres, según cuenta la comunicadora Silvya Carvallo.

Venía a la ciudad de Asunción con su enorme canasto sobre la cabeza y vendía sus chipas en cercanías de la plaza Uruguaya, el Ferrocarril y la Terminal de Ómnibus, ubicada en aquel entonces sobre la calle Azara y Constitución de la capital del país.

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