Los ladrones no perdonan ni la casa de Dios. El domingo pasado ingresaron a robar la capilla San Judas Tadeo ubicada en el barrio Tayazuapé de San Lorenzo, de donde llevaron desde electrodomésticos pequeños, equipos de comunicación, hasta la alcancía del oratorio. Los feligreses denuncian que no es la primera vez que son perjudicados por los inadaptados que serían jóvenes de la propia comunidad.

De acuerdo con la versión proporcionada a la Policía por el cuidador de la capilla, serían jóvenes adictos a las drogas quienes cometieron el delito y no es la primera vez que visitan este sitio de oración con intenciones no tan santas. Aparte de alzarse con pertenencias de la feligresía, los inadaptados causaron numerosos destrozos, violentaron el armario donde se encontraba la pequeña caja con dinero en efectivo y algunos cables y micrófonos utilizados usualmente por el celebrante.

Los delincuentes ingresaron específicamente al lugar donde se guardan los objetos utilizados para el culto. El encargado de la capilla San Judas Tadeo se encontró con la sorpresa de las ventanas y las puertas violentadas, y todos los elementos dispersos, dando inmediatamente el reporte a la comisaría jurisdiccional. Lo lamentable es que los ladrones llevaron hasta la alcancía de los fieles que estaba guardada en un armario.

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Por las características del robo se sospecha de jóvenes adictos de la zona que ya habrían ingresado a la capilla. Los feligreses buscan dar con los responsables y recuperar al menos parte de lo robado. “Hay varias cosas de valor que gracias a Dios no llevaron. Los cuatro micrófonos inalámbricos, uno que es pico de ganso que se pone encima del altar, eso no se llevó”, celebró Jorge, en medio de la mala noticia, quien es encargado de la capilla, en entrevista con Telefuturo.

Dijo que el barrio “está lleno de adictos” que habitualmente se reúnen justamente a dos cuadras de la capilla. “Nos robaron los cables, inclusive hasta nuestro medidor nos llegaron a robar en una oportunidad”, lamentó el cuidador del templo barrial al insistir que los ladrones son “los mismos de siempre”, que sin embargo siguen operando impunemente.

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