“El trabajo no es una deshonra”, dice Julia Amarilla, quien con la venta de ensalada de frutas logró educar y sacar adelante a sus hijos. Con su negocio conocido por la gente como “la ensalada de fruta del furgón” recorre ofreciendo su delicioso producto por las calles. Esta historia de superación de esta “kuña guapa”, en vísperas del Día de la madre, fue presentada por “Maitei Paraguay” del canal GEN.
La activa vendedora de 56 años compartió su historia con la audiencia de la señal televisiva que integra Nación Media. Habló de sus inicios en su pequeño emprendimiento que rápidamente se transformó en una microempresa muy valorada por la clientela. “Yo hace 33 años que vendo ensalada de frutas, en las zonas bajas vendí durante 20 años. Y con mi bandejita cargaba en vasos y salía a repartir las cuadras”, relató la exitosa vendedora.
Contó que inicialmente se movilizaba en un autito, en el que transportaba en conservadoras su exquisita ensalada de frutas. “Después, un señor me ofreció un local para alquilar, empecé a alquilar. Y así íbamos creciendo, compramos el furgón y empezamos a trabajar con este furgón. Y la gente me conoce como ensalada de frutas del furgoncito”, señaló.
Tiene local propio
La mujer comentó que actualmente, aparte de la frutería móvil, ya cuenta con un local propio. “Mis hijos estudiaron todos de esto. Y tengo ahora nietos y nietas. Y los domingos nos reunimos y por eso estoy muy agradecida porque Dios me dio todo. Me dio salud, familia, hijos, nietos y nietas. Y ahora lo puedo disfrutar”, refirió.
Doña Julia aseguró que ya “no trabaja tanto como antes”. “Antes yo empezaba sola y yo preparaba la ensalada sola, salía a vender sola, pero ahora ya no”, manifestó, con lo que exteriorizó su felicidad porque hubo un cambio positivo en su vida.
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Como es natural, la sacrificada madre logró lidiar con los comentarios negativos de algunas personas malintencionadas que intentaron truncar su emprendimiento familiar. Pero hizo frente también a la maldad y la envidia, con educación.
“Hice crecer a todos mis hijos así. Yo siempre le digo a mis hijos, no tengan vergüenza. Algunos les dicen: qué si solo ensalada de frutas venden. Pero con mucha honra les digo. El trabajo no es deshonra, deshonra es no trabajar, les digo”, concluyó.
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Mayumi Sosa, primera médica cirujana de origen mbya guaraní de Itapúa
Por Valentina Jara. Entrevista de Rocío Gómez, corresponsal de Nación Media.
La doctora Mayumi Sosa se convirtió en la primera médica cirujana graduada de la etnia mbya guaraní y ahora planea especializarse en cirugía general. En una entrevista con la corresponsal de Nación Media en Itapúa, Rocío Gómez, contó un poco de sus raíces, los desafíos que superó para llegar a este gran logro en la carrera universitaria de medicina y sus expectativas a futuro.
La nueva doctora compartió su felicidad con el logro alcanzado en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Itapúa: “Siento satisfacción, me siento muy orgullosa, también siento que no defraudé la confianza depositada en mí. Me siento bastante agradecida también con la vida, con Dios, mi familia, mis amigos y todas las personas que me apoyaron”.
Sosa comentó a La Nación/Nación Media que pertenece a la etnia mbya guaraní por parte de su familia materna, y que su padre es paraguayo. Declaró que tiene familia mbya, pero que no vive en la comunidad, sino en Encarnación. También dio a conocer que entre sus planes se encuentra realizar la especialidad en cirugía general en el Hospital Nacional de Itaguá o el Hospital Nacional de Encarnación.
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Superando adversidades
Sobre cómo accedió a la educación universitaria, la doctora comentó: “Acudí a un llamado que hizo el entonces gobernador de Itapúa, el doctor Luis Gneiting. Fue un llamado a jóvenes provenientes de pueblos originarios para que accedan a educación universitaria, y yo me postulé para medicina. Me dieron una beca, después de ya entrar en el primer año, que es la de EBY (Entidad Binacional Yacyretá) y de la Gobernación de Itapúa, con la que hasta el tercer año más o menos fui beneficiaria”.
Luego de tres años, Sosa tuvo que desprenderse del respaldo financiero. “Lo que pasa es que la renovación de becas muchas veces no coincide con los últimos exámenes de medicina porque nosotros rendimos hasta marzo, más o menos. No solamente yo, varios compañeros también perdieron esa beca”, dijo. Al perder el subsidio, costeó lo que quedaba de la carrera por medio del comercio. “Desde siempre vendí cosas. Vendía perfumes, cosméticos, llegué a vender comida, ropa, hice rifas y adhesiones. También tuve el apoyo de mis padres y familiares”, recordó la médica.
A pesar de sentirse muy afortunada, señaló que el camino a seguir para alcanzar esta meta no fue nada fácil: ”Fue un logro difícil e importante, porque también soy la primera en mi familia en acceder a una carrera universitaria”. Entre los mayores retos, la doctora se encontró con el fallecimiento de su madre. “Mi mamá falleció hace dos años, a mitad de mi carrera, más o menos, se le diagnosticó una enfermedad renal crónica ya en etapa muy avanzada y terminó falleciendo”, expresó.
“Para mí fue difícil porque se fue cuando yo estaba en los últimos exámenes finales. Tenía dos opciones, quedarme a llorar la pérdida y perder también la carrera, o ir a atropellar, que es lo que hice. Fui y me presenté”, recordó Sosa sobre el complicado momento que atravesó.
Un solo cupo
Además, denunció la adversidad ante la que se encuentran las personas de pueblos originarios para acceder a una educación de calidad, pues la beca ofrecida sólo posee un cupo. “Se hace cursillo y hay un sólo cupo, podes ingresar entre los 45 cupos normales, pero si vas por el de los pueblos originarios tenemos que pelear todos los que estamos representando, por así decir. Yo era la única, pasa que es costoso y si no hay apoyo en ese primer año de cursillo al menos, es difícil que puedas acceder“.
Por último, Sosa desmintió los rumores sobre discriminación durante su tiempo en la universidad: “Yo no recibí o no percibí discriminación, ni durante el cursillo ni durante la carrera, nadie de manera personal fue a agredirme por ese motivo”. Sin embargo, manifestó que sí escuchó ciertos comentarios sobre la apertura de un nuevo cupo en la época de cursillo, a pesar de esto nunca se sintió atacada, pues no lo tomó de manera personal. ”Una vez que entré sentí el apoyo de todos, me trataron siempre muy amablemente”, añadió.
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El amor a la gente humilde la hizo sobrellevar 32 años en un puesto sin médico
Ciudad del Este. Agencia Regional.
En la comunidad de “Tierra Prometida” del distrito de Itakyry, muy distante de todo, pasó la mayor parte de su vida laboral una enfermera que enfrentó las necesidades del servicio, para mantenerse por 32 años en el puesto de salud, la mayor parte sin médico.
Es la licenciada Ramona Ester Flores Burgos, quien sostuvo con vehemencia que su amor a la gente humilde y el compromiso con la salud, la hicieron sobrellevar sola la atención a una población absolutamente carente. Itakyry, siendo uno de los distritos con mayor índice de pobreza, integra hoy la Mesa de Protección Social.
Esa tarea de atender a “cada una de mi gente” y cómo fue superándola, compartió en diálogo con La Nación/Nación Media. Mencionó que hoy se siente recompensada porque luego de tres décadas, a inicios de este año, fue trasladada al puesto de salud ampliado de Minga Pora, en el área de farmacia.
Dijo que le gusta su trabajo porque siempre gestionaba medicamentos para quienes ella denominaba “mi gente”, durante todo el tiempo que estuvo en el anterior puesto de salud. Contó que dos veces por semana realizaba las visitas regulares a los pobladores del territorio que atendía como puesto de salud.
“Si hay necesidad, estaba al llamado 24 horas” enfatizó la enfermera Ramona. “Aún con todas las precariedades del estado, mi trabajo es llevar salud a la gente, es servir a todos por igual, muy en especial a los nativos, por eso seguí adelante”, expresó la trabajadora de salud.
Ella no solo se ocupó de cumplir con su función, sino también proveía insumos, ropas, abrigos, incluso medicamentos a las personas que visitaba. Su compromiso con la gente la llevó a cubrir algunas de las necesidades no proporcionadas por el estado.
Por las urgencias, son muchísimos los casos en que debió hacer partos domiciliarios porque ya no había tiempo de trasladarlos a otros puestos. Contó que durante las tres décadas de trabajo en la comunidad “Tierra Prometida”, logró hacer nacer 53 niños.
“Dejé de hacerlo cuando decidí que ya no lo haría en esas condiciones y los hacía trasladar a todos”, expresó la enfermera en el tiempo en que aún estaba en el puesto de salud de Tierras Prometida.
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Llevar leche a la comunidad era fundamental
Además del control pre-natal y los propios partos de los que se ocupaba, su tarea consistía en ejecutar todos los programas regulares del Ministerio de Salud Pública, ya sea en vacunaciones como otros como el Programa Alimentario Nutricional Integral (Pani), con la distribución de la leche.
Mencionó que una parte esencial de su trabajo fue llegar a la casa de la gente, no importa los obstáculos que deba sortearse, aunque más no sea para llevar un kilo de leche.
“Muchos debían caminar 30 kilómetros para llevar un kilo de leche y eso impedía que pudieran llegar al puesto de salud, por eso me iba a llevarles; en muchas de esas casas, ni humo ya se veía por la falta de la leche”, comentó Ramona, con el tono quebrado al recordar esos años y la pobreza que enfrentaba en su tarea cotidiana.
Para ella, el cariño demostrado hoy por la gente que le hace llegar sus saludos y que la extrañan, es la mejor recompensa. “Nunca hubo calor, frío, lluvia, distancia, para llegar desde el puesto de salud de mi querida Tierra Prometida hasta todas las comunidades incluyendo las indígenas”, sostuvo Ramona Ester.
Son tres comunidades nativas que durante la pandemia estaban a su cargo con todas las dificultades que implicó la larga cuarentena. Mencionó que ni un solo indígena resultó positivo al covid y a todos logró aplicarles la vacuna. “Saber que lo importante es llegar a ellos, es algo que ayudó mucho”, remarcó la enfermera.
Apoyo de la familia
Rosa Esther Flores Burgos refirió que tuvo el apoyo de su familia durante todos los años que estuvo en el puesto de salud. Dice estar felizmente casada, tiene cinco hijos, de los cuales, “cuatro están conmigo y un ángel en el cielo”, según expresó.
Su “compañerita inseparable” en los recorridos fue su hija, quien desde los diez años la acompañaba a cruzar arroyos para llegar a las casas más alejadas. También la ayudan sus otros hijos.
“Dios y la virgen me dieron el don de servir, sin mirar las dificultades porque hay muchas, sino por amor a mi función. Solo veía las necesidades de la gente humilde a la que debía servir, porque tengo muchas dificultades, pero nunca ponía frente a mis necesidades”, concluyó la licenciada Ramona Flores.
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Tallado en piedra: el trabajo de Reinaldo va conquistando diferentes rincones del país
Los artesanos sin duda alguna nacen con un talento que los hace sobresalir del resto, ya que normalmente desarrollan habilidades poco comunes y aprenden rápidamente oficios que a muchos les lleva años comprender. Esa facilidad muchas veces es lo que se llama un talento natural, como es el caso de Reinaldo Fabián Amarilla, cuya historia de superación conoceremos hoy.
En una entrevista a La Nación / Nación Media, Reinaldo Amarilla, un joven artesano que trabaja realizando obras en piedra, nos comentó que empezó a aprender esta técnica a la corta edad de 7 años, y que a sus 30 años continúa sintiéndose apasionado hacia este arte que le ha dado grandes alegrías y la posibilidad de vivir y trabajar del mismo.
“Fue un tío que lastimosamente ya falleció, él empezó a mostrarme cómo trabajar con piedra, cómo tallarla para darle forma y claro, con los años fui aprendiendo más y más. Gracias a mi trabajo he conseguido construir mi casa y tener mis cosas, no me puedo quejar en ese sentido, porque toda mi vida me ha ayudado y ahora con mis 30 años cada vez es más conocido mi trabajo”, comentó Reinaldo.
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Reinaldo indicó que si bien él es oriundo de Misiones y vive en Santa Rosa, gracias a que su trabajo va siendo cada vez más conocido lo contactan desde diferentes puntos del país para poder plasmar su arte en murales, quinchos, sitios de esparcimientos, entre otros, destacando además que este tipo de trabajo se ha vuelto más popular en los últimos tiempos a pesar de que son pocos los artesanos que lo realizan.
“Este es un trabajo que lleva su tiempo y es muy detallado, en mi caso por ejemplo me encargo de ir a sacar la piedra de una cantera que tenemos en la casa de mis padres; luego debo procesar esa materia prima según cada trabajo y trabajar sobre las especificaciones de la obra. Ahora por ejemplo estoy trabajando con un arquitecto para una obra en Asunción, el señor me envió los planos y yo le dije si podíamos o no hacerle así”, explicó.
Remarcó que cuando un artesano solo se dedica a realizar este tipo de trabajos es mucho más difícil, en especial porque existen periodos prolongados en que no aparecen obras importantes y el ingreso de dinero es escaso, o a veces inclusive están desempleados.
Desafío
Como uno de los principales desafíos, Reinaldo Amarilla señaló la falta de promoción y apoyo al sector emprendedor y artesano, que muchas veces se encuentra desprovisto de espacios de difusión y su trabajo a pesar de ser de primer nivel no es conocido o no llega a los potenciales consumidores.
Explicó además que una de las dificultades constantes, al menos en su rubro, es la falta de acceso a las herramientas necesarias para mejorar los trabajos en piedra, ya que muchas de ellas son costosas y quienes trabajan con artesanías no logran costearlas y a su vez no pueden mejorar sus trabajos.
“Yo por ejemplo hace poco compré una pulidora al agua, es una máquina especial, que te ahorra mucho tiempo y te ayuda muchísimo para las terminaciones, pero tiene sus costos y no siempre se puede comprar. Así también, es muy importante capacitarse y conseguir espacio para eso ”, comentó Amarilla.
Mensaje
“Es fundamental, creo yo, seguir apoyando a los artesanos y en especial dar a conocer sus trabajos por todos los medios posibles, para que así también podamos llegar a más personas y pedirle al Gobierno que encuentren la forma de facilitarnos más herramientas para nuestra labor. Así podemos seguir trabajando y creando muchas mejores cosas”, finalizó Reinaldo.
Datos clave
- Reinaldo Amarilla, un joven artesano que trabaja realizando obras en piedra, aprendió el oficio a los 7 años con un tío.
- Realiza diferentes tipos de obras, como murales, corredores, sillones y espacios recreativos.
- Es oriundo de Misiones y vive en Santa Rosa, pero recibe trabajos de diferentes puntos del país.
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Fausto, el niño bailarín que sueña con seguir conquistando escenarios internacionales
Por Sara Valenzuela, sara.valenzuela@nacionmedia.com
La danza es una de las expresiones artísticas más antiguas y admiradas del mundo. Tiene el poder de transmitir los sentimientos con un lenguaje único que mezcla la música y las expresiones humanas, y en muchos casos la capacidad para resaltar en este arte es una magia con la que se nace, como es el caso de Fausto Mendoza.
Él es un niño de tan solo 11 años, quien a su corta edad logró posicionarse entre los 12 mejores bailarines juveniles contemporáneos a nivel mundial, y además, representa constantemente a Paraguay en competencias regionales, donde obtiene ovaciones de pie por su gran talento y destreza.
En conversación exclusiva con La Nación/Nación Media, la madre de Fausto, la señora María Laura Cortés, recordó que la inclinación de Fausto hacia la música y la danza inició a muy corta edad y prácticamente empezó a bailar cuando dio sus primeros pasos, impresionando a todos por cómo podía coordinar sus movimientos con el ritmo de la música.
“Desde que era bebé veíamos sus movimientos cómo coincidían perfectamente con el ritmo, luego con el paso de los años, vimos que hacía sus propias coreografías y se iba perfeccionando, a los 4 años lo llevamos a la audición para el Instituto Municipal Artes de la Municipalidad de San Lorenzo y ahí el profesor me apartó y me habló del gran talento de mi hijo y de ahí no paramos”, indicó la señora Cortés
Admitió que, si bien su hijo se sentía profundamente atraído por bailar, desde el primer momento que empezó las clases, como familia, conversaron con él y le hicieron entender que esta faceta en su vida también era una responsabilidad importante y que requería de un compromiso por su parte para que se puedan ver los frutos del esfuerzo que realizaba.
“Nosotros como familia nos reunimos y le dijimos: lo que vos comenzás, vos terminás. Es un principio familiar, no es un simple pasatiempo, él lo toma con mucha seriedad y responsabilidad. Tanto para nosotros como para él es algo serio, es una carrera, después de 12 años se va a recibir como profesor y es una excelente salida laboral también”, reflexionó la madre del niño Fausto.
Bailarín destacado
Actualmente, Fausto Mendoza se encuentra cursando el sexto año de danza clásica, el tercero en danza española y el cuarto en danza paraguaya, destacándose particularmente en sus coreografías de danza contemporánea, con las que ha llamado la atención por su increíble versatilidad de movimientos.
En conversación con La Nación, Fausto remarcó cuán central es la danza en su vida, ya que lleva una rutina muy estricta que engloba sus estudios, pasatiempos, y por, sobre todo, sus horas de entrenamiento y clases de danza, las cuales se intensifican cuando está en puerta alguna presentación o competencia.
“Para mí, la danza es algo muy importante en mi vida, así como a los niños les apasiona o les gusta el fútbol, a mí me encanta la danza, y me encanta practicar danza, porque mi familia está conmigo, porque cuando vos sos bailarín, sí o sí necesitas el apoyo de tus padres o tus familiares”, indicó el niño bailarín.
Becas
Debido a su talento y alto potencial, Fausto consiguió dos propuestas de becas a nivel internacional, una en Inglaterra y otra en Estados Unidos, pero necesita pagar los gastos de traslado, motivo por el cual sus padres se encuentran realizando diversas actividades para poder contar con los fondos necesarios.
La madre de Fausto comentó que si bien han realizado varias actividades para juntar los fondos, no están pudiendo llegar a los 25 millones de guaraníes que necesitan para, al menos, participar de una de las becas artísticas a la que está invitado Fausto. Es por eso que continúan trabajando y viendo los medios para poder viajar, ya que son academias sumamente prestigiosas.
“Si no logramos recaudar todo el dinero, no tendremos de otra que declinar estas invitaciones y seguiremos luchando, claro, participando de otras competencias, seguiremos sumando cursos y así hasta poder conquistar más sueños con Fausto”, remarcó María Luisa.
Seguir bailando
El objetivo tanto de Fausto como de su familia, la cual lo apoya incondicionalmente, es que él continúe demostrando sus habilidades artísticas en más escenarios tanto a nivel nacional como internacional y que su crecimiento como bailarín no se frene jamás.
“Cuando bailo, yo me siento muy feliz, cuando estoy en el escenario siento como si fuera que tengo que bailar para alguien muy importante, siempre me siento así y me gusta. Espero que si la gente me ayuda sea de corazón y no lo hagan solo conmigo, sino que también con otros niños, que como yo sueñan con ser grandes artistas”, finalizó Fausto.
Para quienes deseen ayudar al niño bailarín a seguir cumpliendo sus sueños, pueden contactarse con él a través de su madre María Luisa Cortés al número 0981 660 026.
Datos Claves
- Fausto Mendoza, de tan solo 11 años, ha logrado posicionarse entre los 12 mejores bailarines juveniles contemporáneos a nivel mundial.
- Representa constantemente a Paraguay en competencias regionales.
- Actualmente, Fausto Mendoza se encuentra cursando el sexto año de danza clásica, el tercero en danza española y el cuarto en danza paraguaya.
- Fausto consiguió dos propuestas de becas a nivel internacional, una en Inglaterra y otra en Estados Unidos.
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