Ante el sostenido aumento de casos de arbovirosis en el país, sobre todo de chikungunya, es importante mencionar acerca de las secuelas de la enfermedad y la duración de las mismas. La fiebre chikungunya es una enfermedad causada por el virus chikungunya (CHIKV) y transmitida principalmente por el aedes aegypti y aedes albopictus, las mismas especies involucradas en la transmisión del dengue.

Cabe aclarar que no se transmite de persona a persona, el virus necesita un vector (un medio de transporte), que es el mosquito. Un dato no menor es que solo se puede tener chikungunya una vez, luego se desarrollan los anticuerpos que se encargarán de proteger a las personas. De acuerdo con la evidencia disponible hasta el momento, habría inmunidad de por vida.

Tanto el dengue como el chikungunya se inician con fiebre, malestar general y dolores musculares, indicaron desde el Ministerio de Salud, pero de forma característica y desde los primeros días de la enfermedad, con el chikungunya se instalan los dolores en las articulaciones, como caderas, tobillos y manos, y también en la columna vertebral y de forma típica, ambas articulaciones a la vez.

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Señalaron que el dengue se autolimita en no más de diez días y, generalmente, no deja secuelas. En cambio, el chikungunya tiene tres etapas que pueden estar bien marcadas; una fase aguda, que dura en torno a tres semanas; una subaguda, donde ya no hay fiebre, pero puede haber persistencia y recrudescencia o empeoramiento de los dolores articulares, y también una fase crónica, que puede durar desde varios meses hasta incluso algunos años.

Etapas o fases

La fase aguda tiene una duración de entre siete a diez días con síntomas como fiebre, dolores e inflamación en las articulaciones, que pueden ser de leves a severos. Este dolor articular afecta principalmente a manos y pies; también puede afectar tobillos y otras articulaciones.

La mayoría de las veces, se acompaña de un rash o eritema cutáneo (enrojecimiento de la piel), que puede empeorar con la exposición al sol, estas manifestaciones se producen, generalmente, al inicio de la enfermedad, a diferencia del dengue, que suele presentar al final. En este punto, destacaron que es que ante la persistencia de los síntomas, es necesario volver a la consulta médica.

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En cuanto a la fase subaguda, mencionaron que del 20 al 40% de los casos puede pasar a esta fase, que puede durar hasta tres meses. Ya no se registra fiebre, pero sí manifestaciones articulares. Si esto dura más de tres meses, entra en la siguiente fase. Algunas personas con antecedentes de patología osteoarticular, conocida o no, y también personas con una intensa fase aguda (fiebre alta, artritis incapacitante) tendrían mayor riesgo de persistir con la sintomatología en esta fase.

Con respecto a la fase crónica, refirieron que una proporción importante de pacientes (40-80% según algunas series), puede manifestar síntomas más allá de los 3 meses. En esta fase persisten los dolores articulares y puede haber una sensación febril por la inflamación articular, tanto en la fase subaguda como crónica.

Así también, destacaron como medida importante para intentar prevenir pasar a una etapa crónica, se recomienda un correcto manejo del dolor y de las afectaciones articulares. Esto, acompañado de reposo, frío local y rehabilitación funcional precoz. Cabe señalar que la enfermedad no se repite, sino que la persona puede estar pasando los diferentes niveles de las tres etapas.

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Resaltaron además la importancia del uso de repelentes y telas mosquiteras. En el caso de niños menores de seis meses de vida, acudir al pediatra para el uso de repelentes. Así también, la cartera sanitaria recuerda a la población que se debe recurrir inmediatamente al centro de salud más cercano si se cuenta con algunos de los citados síntomas y evitar la automedicación.

Igualmente, recalcaron que la única alternativa de prevenir estas enfermedades es evitando la proliferación del mosquito vector, el aedes aegypti. Para el efecto, se debe hacer una revisión permanente de las viviendas, tanto en el interior como en el patio, para cerciorarse de que no haya criaderos.

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