Ciudad del Este. Agencia Regional.
La obtención de un grado universitario en el país suele tener, casi siempre, muchas adversidades que sortear, sobre todo en los casos de jóvenes de familias de pocos recursos o que provienen del interior del país, sin más carga en la mochila que las ganas de concretar el sueño, pero solo en un porcentaje mínimo se llega a realizar.
Es el caso de la joven Cecilia Cabral González, quien sigue la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional del Este y completó el cuarto año, faltando solo el trabajo final de grado para culminar la carrera. Es muy conocida en la Facultad de Filosofía porque es una de las varias estudiantes que llevaba a su hija en brazos a las salas de clases.
En nota de La Nación/Nación Media, compartió sobre algunas de las adversidades que le tocó enfrentar, cómo fue superándose hasta llegar a la etapa en que fue a clases con su pequeña para no dejar de estudiar. Cuenta que no tiene quién la ayude en la casa y el padre de su hija trabaja lejos.
“Mis compañeros, desde que supieron que estaba esperando un bebé hasta que terminamos el año, me apoyaron y me ayudaron a cuidarla todo el año; cuando me tocaba hacer programa de radio o alguna grabación, siempre me apoyaron”, explicó Cecilia. “En la facultad he visto a algunas estudiantes que también van con su bebé, en mi sección yo era la única que iba con bebé a casi todas las clases del año”, cuenta Cecilia.
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Violencia, depresión, la intención de ser militar
Las ganas de salir adelante de la joven madre y estudiante vienen precedidas de una infancia de mucha violencia que luego siguió con la depresión. La describe como una etapa muy complicada donde creció sufriendo actos violentos en su propio seno familiar, con el alcohol de por medio y debiendo contener ella a su madre.
Recuerda que quería estudiar para ser militar, pero no pudo hacerlo por las secuelas que aún quedaban de la grave depresión que debió enfrentar. “Después me di cuenta de que no era realmente mi vocación, más bien era por protegerme a mí misma de lo que viví”, expresó Cecilia Cabral. Sus padrinos la llevaron a Argentina para despejar su mente, buscar otro ambiente y ver otros aspectos de la vida.
“Fue un proceso de adaptación, de volver a reconstruirme y de poder pensar en lo que quería hacer con mi vida”, explicó la joven. “Gracias a Dios esa etapa fue superada, con el apoyo de las personas correctas que aparecieron en mi vida”, remarca Cecilia Cabral, quien está en la última etapa de su carrera siendo una activa estudiante extensionista y en cuyos espacios tuvo a una compañerita especial, su propia hija.
La historia en el libro “Alma de estudiante”
Cecilia Cabral escribió su propia historia en el libro “Alma de estudiante”, en su edición número 8 del año pasado. Apelando a su alma de periodista, escribió sobre algunos pasajes de su vida, poniendo énfasis en las penurias de muchas familias donde la mujer se somete y sufre con los hijos, pero también en la necesidad de sanar los rencores.
“Desde pequeña tuve una vida llena de carencias, vivía en un ambiente de gritos constantes, de violencia; acompañé a mi madre en esa tormentosa vida, apoyándola día a día, cuidaba a mi hermana a quien llevaba a la escuela hasta que fue a vivir con mis abuelos paternos. Mi papá vivía de fiesta en fiesta, iba a la casa cada tres días y cuando llegaba, lo único que hacía era maltratarnos, incluso nos amenazaba de muerte”, reza parte del escrito.
El escrito cuenta las condiciones en las que sobrevivió la joven, los graves traumas que debió enfrentar, cómo pudo salir de ese círculo de violencia y, sobre todo, cómo fue superando esas adversidades y de qué manera fue dejando el rencor y el dolor a un lado para sentir orgullo de lo que está a punto de lograr, ser una profesional y mucho que celebrar y a la vez olvidar.