En la conocida Villa 21 de la ciudad de Buenos Aires, los paraguayos residentes prepararon diversas actividades por la festividad de Caacupé, que incluyeron peregrinaciones y misas en guaraní. Allí, la imagen de la Virgen de los Milagros recorre los pasillos del populoso sitio donde viven al menos 50.000 compatriotas.
“Cuando llegó la Virgen de Caacupé, empezamos a hacer las caravanas. Su imagen recorre todos los pasillos de la villa, donde la gente hace sus ofrendas como el baile, el canto o adornar el lugar. El 8 de diciembre empezamos con la misa en guaraní”, afirmó el sacerdote Pepe en contacto con La Nación/Nación Media.
Luego de la peregrinación se realizó la misa central en la parroquia Virgen de Caacupé que fue oficiada por el padre José Luis Di Paola, conocido como el padre Pepe, quien puntualmente a las 20:00 del 8 de diciembre recibió a una multitud en una de las principales villas de la capital argentina, con presencia masiva de paraguayos e hijos de paraguayos que mantienen la tradición religiosa pese a la distancia.
En la Villa 21, una de las villas con más población en Buenos Aires, el 90% de la población tiene origen en Paraguay, donde miles de personas viven en medio de la pobreza. El sitio se hizo conocido debido a que el papa Francisco fue parte de la comunidad muchos años antes de asumir el mayor cargo de la Iglesia católica a nivel mundial.
“Es la villa donde más participó en Buenos Aires. Fortaleció su fe en la Virgen de Caacupé con cada misa, ya que venía a las celebraciones de cada 8 de diciembre. También venía al encuentro con la gente. Yo vi cuando el papa fue a Paraguay y las palabras que tuvo hacia la mujer paraguaya”, expresó el religioso argentino.
El padre Pepe recuerda que viajó hasta Paraguay para la visita de Francisco al país en el 2015; además, realizó un curso de guaraní en la ciudad de Eusebio Ayala durante un mes, que le sirvió para celebrar misa en guaraní en el vecino país.
Comenzó con la primera misa en guaraní, después la caminata por toda la villa y terminó con la misa que ofició en castellano a las 20:00. “Me hice devoto de la Virgen de Caacupé. No puedo dejar de ir de vez en cuando al santuario de Cordillera a rezar”, finalizó el sacerdote.
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